Opinión

La vacuna y el voto

La vacuna y el voto

La vacuna y el voto

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Hace un año inició la propagación de la pandemia en Asia, desde entonces, el saldo para México son 118 mil muertos y cerca de un millón y medio de contagiados. Durante este periodo fueron constantes las contradicciones y la negligencia de los encargados de atender este grave problema sanitario. Incluso, la Organización Mundial de la Salud señaló que nuestro país “en realidad nunca salió de la primera oleada con cierto control”.

A ello se suma la deliberada disposición oficial para no aplicar pruebas de detección de contagios, colocándonos como el último país de la lista entre quienes realizaron el seguimiento de su evolución. Así mientras que en Inglaterra se han aplicado 642 mil pruebas por millón de habitantes, aquí solamente se realizaron 22 mil pruebas, vulnerando nuestra capacidad institucional de rastreo de casos infecciosos. Además, en muchos países los ciudadanos tuvieron a su disposición test accesibles y gratuitos con resultados rápidos.

A las omisiones gubernamentales se añaden las carencias hospitalarias, de medicinas, personal sanitario e insumos varios. Las cuarentenas caseras han sido prácticamente optativas, lo que incrementa los contagios y las defunciones. Además, contrariamente a lo que se hace en el extranjero, no se proporcionó apoyo alguno a la población vulnerable, ni a las empresas.

Esta situación acentuó la profunda desigualdad social, la pobreza y la polarización existente. A la luz de lo acontecido, resulta evidente que López Obrador nunca logró establecer una estrategia confiable y eficiente para enfrentar al COVID-19, y que pasará a la historia por su recurrente negativa para poner el ejemplo social respecto al uso del cubrebocas como un medio contra la propagación de contagios.

Ahora que se anuncia que varios laboratorios y empresas farmacéuticas han logrado producir las vacunas, inician las carreras para inmunizar a la población. Y otra vez, el gobierno mexicano camina en sentido contrario respecto a la comunidad internacional.

De modo tal que, si en España se procederá a vacunar a la población a partir de lo local y que las comunidades autónomas decidirán los procedimientos a seguir, en México el gobierno federal monopolizará todo el proceso, desde la compra y distribución hasta la aplicación de la vacuna. Diferentes entidades de nuestro país deseaban participar del enorme esfuerzo que significará tal operación sanitaria, pero nuevamente el presidente se negó a ello.

Así, mientras el mundo focaliza su atención en el papel que deben desempeñar los ciudadanos y en sus responsabilidades, en nuestro país se enfatiza que solamente la administración pública tiene la autorización para vacunar a la población. Queda en manos del gobierno y a su exclusivo criterio el diseño de las normas y estrategias para el abastecimiento y aplicación de las vacunas.

En este escenario, aparecen señales de que el gobierno hará partidismo con la vacuna. Un uso electoral y clientelar del medicamento es posible, dado el descenso en las preferencias del partido oficial en diferentes entidades donde se celebrarán comicios el próximo año.

Sería lamentable, como ya se ha visto a lo largo de esta trágica emergencia, que se diera un uso electoral a esa potestad gubernamental, y que la vacuna formara parte de la guerra política que el gobierno mantiene contra las oposiciones. Ante la muerte diaria de cientos de personas y el anuncio de la ruina económica de miles de familias, la campaña de vacunación debe garantizar la igualdad de todos los mexicanos sin importar donde viven, ni por quien votan.