Cultura

La vida se trata de juegos que no terminan: Alejandra Labastida

La escritora habla de su reciente libro "Los infinitamente pequeños", en el cual explica a los niños la muerte del lado científico: desde el comienzo del Universo con el Big Bang hasta la transformación de la materia, la misma que pasa de un ser a otro

La vida se trata de juegos que  no terminan: Alejandra Labastida

La vida se trata de juegos que no terminan: Alejandra Labastida

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La materia viva que te conforma antes fue la materia viva de otro ser vivo y será la materia de otro más cuando termine de ser tú. Eso permite preguntarte: ¿a qué te imaginas que eras antes de ser tú? y ¿qué te gustaría ser después de ser tú?”, comenta Alejandra Labastida (Ciudad de México, 1979) a propósito de su reciente libro "Los infinitamente pequeños", donde explica la muerte a partir de la energía y del ciclo del carbono.

El libro ilustrado por Marcos Castro, dirigido a niños y editado por Sexto Piso inicia con el Big Bang, esa gran explosión que dio origen al Universo, evento en el que estuvo la energía y que hasta nuestros días juega con los infinitamente pequeños para transformarse en estrellas, animales o humanos.

“Cuando me embaracé me di cuenta que le iba tener que explicar a mi futuro hijo de dónde venimos, qué sucede con nosotros durante el tiempo que estamos aquí y qué pasa después; explicarle que existía la muerte y que él mismo se iba a morir en algún momento. Ahí decidí que tenía que hacer un relato cobija que pudiera explicarle qué es estar vivo”, expresa la autora.

Labastida tomó las referencias científicas que tenía sobre la creación de vida, intentó aterrizarlas y juntarlas con perspectivas filosóficas para hablar de la circularidad de la vida.

“La vida se trata de juegos que no terminan, que cambian de reglas, de texturas y de formas, pero que continúan. Mi primera referencia era el Big Bang porque es lo que sabemos hasta ahora, que ése es el punto de partida. Combiné los relatos científicos con otras perspectivas más filosóficas y los infinitamente pequeños es una noción del ciclo del carbono”, señala.

¿Todos somos energía?, se le pregunta. “Es una cosa de ir cambiando de escalas. Si vas bajando y bajando, el objeto más pequeño es una relación, no es que seamos sólo energía o sólo partículas de carbono, cada una de esas olas no produciría vida como tal sino el juego, es decir, la relación entre esta materia con la energía es la que produce lo que conocemos como vida. Por eso, los dos personajes del cuento son la energía y los infinitamente pequeños”, responde.

En términos de la autora, el juego de una planta es el mismo juego de un ser humano y eso genera un plano de empatía hacia el resto de los seres vivos.

“El meollo del libro es la circularidad, pasar de una temporalidad lineal que tiene un principio y un fin, a pasar a una concepción de la vida circular. Entonces, una forma de explicarlo es que estos átomos hechos de carbono, cuando dejan de ser tú, pasan a ser otra cosa, antes de ser tú sirvieron a otro ser vivo, eso lo consulté con otros científicos para estar segura de no decir algo completamente loco, pero sí es posible que la materia viva que te conforme haya sido parte de muchos otros animales, incluso de dinosaurios”, afirma. Es por eso que en el libro, Labastida cuestiona a los lectores ¿qué te gustaría que jugaran tus infinitamente pequeños después de que jueguen a ser tú?

“Cuando termina algo, ¿qué es lo que empieza? No nos concentremos en que va a terminar esto, sino decir este juego ya terminó porque tuvo su ciclo, pero ¿cuál es el siguiente juego?”, señala. Labastida indica que esta explicación evidencia que todos somos lo mismo: desde una flor hasta un perro o una araña.

–¿Buscabas la empatía del lector hacia su entorno?

–Esto me ha servido mucho con mi hijo cada vez que tiene que afrontarse a una muerte y cuando veo que no está teniendo el respeto que debería de tener a una planta o a un animal, es muy fácil recordarlo porque es muy concreto.

“Cuando te dicen que eres igual que el gato, tú lo ves muy diferente, entonces ese juego de escala poder mover a los niños a decir: estoy conectado y hecho de lo mismo que las estrellas, así de loco, pero también de los gatos”, indica.

La autora platica que se resistía a pensar que Infinitamente pequeños es un libro sólo para niños, ya que pensó en que puede ser una historia útil para los padres.

“¿Cómo pensamos la vida y muerte? Es una pregunta complicada, pero tenemos diferentes formas de acercarnos a lo largo de la vida, no es algo estático y era importante que estuviera desde el principio para los niños, aunque pareciera algo más complejo y para niños más grandes”, destaca.

Labastida encontró muchos libros que explicaban la muerte a los niños, sin embargo, casi todos estaban enfocados en la pérdida y a cómo afrontar el dolor.

“Quería que mi relato no estuviera conectado con una pérdida, de hecho, el libro nunca dice vida ni muerte, quise que el libro estuviera antes de que mi hijo sufriera una pérdida. Este tema es tan complejo y delicado había que aceptar el riesgo de abordarlo desde la ciencia”, precisa.