Opinión

Las elecciones en Estados Unidos

Las elecciones en Estados Unidos

Las elecciones en Estados Unidos

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Escribo estas líneas desde la estupefacción: ¿Cómo es posible que Trump, con todo el mal que ha hecho, concite voluntades? ¿En qué cabeza cabe que un presidente incapaz de lidiar con la pandemia del Covid-19, pudiese estar otros cuatro años en la Casa Blanca? Estados Unidos es el país que más muertes registra por esta enfermedad: 234,223 fallecimientos, y 9,5 millones de personas contagiadas. El hasta hoy inquilino de la Casa Blanca, ha despreciado a la ciencia, en especial al doctor Anthony Fauci, Director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, a quien insultó por decir la verdad. Le dijo que era un “desastre” y un “idiota”. (CNN Politics, 20/10/2020).

Ni siquiera el haber sido contagiado, él mismo por el virus, lo hizo cambiar de opinión. Inmediatamente después de que salió del hospital se quitó el cubrebocas y menospreció lo que le había pasado. Es más, en uno de los debates con su contrincante, Joe Biden, Trump dijo que el propósito era que “nos acostumbráramos a vivir con esta enfermedad.” A lo que el ex-Vicepresidente le respondió: “es difícil acostumbrarse a dormir en una cama vacía porque nuestra esposa ya no está… ¿cómo te atreves a decir eso?”

Con todo y que Trump ha llevado a cabo una pésima gestión de la epidemia, amplias franjas de la sociedad norteamericano lo siguieron apoyando. Como señalamos en nuestra pasada entrega: las elecciones en Estados Unidos son indirectas de manera que el ciudadano vota en su lugar de residencia por el colegio electoral de esa zona; hay 538 colegios electorales distribuidos en la Unión Americana según criterios demográficos, de manera que los estados más poblados son los que tienen más distritos electorales.

Si el criterio de eficiencia gubernamental operara como pauta para orientar el voto ciudadano, Trump no hubiese llegado a obtener los 214 electorales que hasta este momento tiene. Pese a las constantes mentiras, operaciones de manipulación y el sesgo de algunos medios de comunicación como Fox News a su favor, además de su abierto desdén por la democracia y su simpatía por regímenes autoritarios, como es el caso de Rusia, una buena porción de la sociedad norteamericana sigue creyendo ciegamente en él.

Surtió efecto el discurso de odio, racismo, xenofobia, supremacismo, polarización y oscurantismo que atizó a lo largo de estos años.

Allí está, como lo dije también en mi pasada entrega: el mapa electoral de Estados Unidos es muy claro, la costa noreste del Atlántico y toda la costa del Pacífico pintada de azul (distintivo de los demócratas); en contraste, la parte central está teñida de rojo (característico de los republicanos). Lo que se llama el Midwest es una extensa región que comprende varios estados pero que está poco poblada.

Sea cual fuere el resultado, lo conclusión que podemos extraer de estas elecciones es que la democracia más antigua de la era moderna, y que creíamos bien cimentada en términos legales, institucionales y sociales ha sufrido un grave deterioro, merced a las malas artes de un demagogo que ha sabido explotar los sentimientos más bajos de una cierta parte del electorado: el miedo, el odio, las frustraciones, el resentimiento y la ira.

Lo que dijo Hannah Arendt: “El nazismo y el comunismo se sustentan en personas que ya no logran distinguir entre la realidad y la fantasía,” sigue siendo cierto para el populismo. Los fanáticos no toman en cuenta los resultados que ofrece el gobierno, ni cómo va la economía; simplemente, son hipnotizados por la figura y la voz del líder.

Previendo su derrota, Trump ha dicho que estas elecciones son fraudulentas, ha emprendido acciones legales. Su objetivo es que el problema se resuelva en la Suprema Corte, donde domina el ala conservadora, sus amigos; pero, además, ha incitado a la violencia: sus huestes de ultraderechistas y supremacistas ya han salido a las calles a buscar camorra. Incluso, el magnate neoyorquino ha levantado un muro alrededor de la Casa Blanca (paradojas del destino).

Al momento de escribir estas líneas, Joe Biden, cuenta con 264 colegios electorales; para obtener la victoria le falta ganar seis colegios electorales. La clave son los estados de Nevada, Arizona, Georgia y Pennsylvania.

La virtud de Biden fue unir y darle rumbo al Partido Demócrata que quedó profundamente herido y dividido en 2016. Ese partido en realidad es un abanico donde concurren tendencias muy diversas: desde el Senador por Vermont, Bernie Sanders, quien se declara abiertamente socialista hasta Bill y Hillary Clinton, más moderados.

La selección de Kamala Harris como compañera de fórmula fue una decisión acertada en vista de que es una mujer de color, hija de inmigrantes y que representa al ala izquierda del Partido Demócrata.

La lección que podemos extraer de esta reacción de los demócratas frente a Trump es que no es suficiente establecer un frente contra él; hay que proponer una alternativa: lo que ha hecho Biden es, por un lado, defender la institucionalidad y el Estado de derecho; por otro lado, presentar un programa de gobierno alternativo.