Opinión

Las lecciones del virus

Las lecciones del virus

Las lecciones del virus

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Es extraño estar mucho tiempo encerrados en casa. Las condiciones del confinamiento, sin embargo, nos abren ventanas del mundo que resultan asombrosas y nos recuerdan que tenemos la “dudosa distinción de ser la especie más mortífera del planeta” como escribió Yuval Noah Harari en su “Breve historia de la humanidad” a la que tituló: “De animales a dioses”, lectura más que recomendable para entender el Antropoceno, ese discutido periodo que sin aparecer en el índice analítico del libro, se encuentra asociado al cambio climático que ya inició la cuenta regresiva que puede suponer el final de nuestra especie y la de muchas otras más.

Los avistamientos de ballenas en la bahía de Acapulco, los coyotes que deambulan sin pena por las calles de San Francisco, los delfines en los canales de Venecia, las aves migratorias que regresaron a muchos sitios en los que tenían años o décadas de no hacerlo por los niveles de contaminación, son un llamado de atención para repensar el tren de lo que hemos dado en llamar civilización.

La economía a gran escala, financiada con la especulación de la banca centralizada que emite dinero fiat de manera irresponsable pese a la recesión y basada en irracionales cadenas de suministro controladas por un puñado de firmas que concentran amplios márgenes de ganancia en unos cuantos, tendrá ahora sí que cambiar. No de manera abrupta, porque esto es imposible, pero sí de manera consciente y a veces resistiendo como lo hacen las comunidades autónomas tan satanizadas por tirios y troyanos.

El fetichismo por el crecimiento bajo las directrices de un libre mercado que no tiene nada de libre y hegemoniza la gestión de nuestro dinero en entidades altamente especulativas, es lo que nos está llevando al carajo como especie, aunque en el decurso de esta debacle propiciamos la extinción diaria de 150 especies que comparten parte de un ecosistema común del que no somos dueños.

Hay mucha gente estudiando o trabajando proactivamente en nuevas formas de concebir horizontes menos negros de futuro y vivir el presente de un modo menos atormentado o más lúdico.

Esta pandemia no implicará, espero, no soy médico ni epidemiólogo, el fin de la especie humana. Pero si es un llamado de atención para ir frenando el crecimiento como lleva años proponiéndolo Serge Latouche, de quien ya he escrito en otras ocasiones. El economista francés identifica tres jinetes apocalípticos de la economía que mueve y en la que se mueve la mayor parte del mundo: un consumismo exagerado sostenido por la publicidad, un sistema de crédito que esclaviza a muchos de sus usuarios y un sistema productivo basado en la obsolescencia programada.

En mi casa tenemos un horno de microondas marca Samsung que lleva con nosotros por lo menos un par de décadas. Nunca había fallado, pero hace un par de años presentó un defecto: la puerta no cierra del todo por un desperfecto en una bisagra, de tal manera que para activar su funcionamiento hay que ejercer una ligera presión sobre la misma. Hace como un año lo llevé a un taller especializado de Samsung y me dijeron que la reparación me salía aproximadamente en 1400 pesos por el costo de la pieza y la mano de obra, es decir, casi la mitad de lo que implicaría comprar uno nuevo. Además de que tendría que esperar a que la encargaran y la llevaran al taller, le pregunté al dependiente si podría reparármelo apelando a que conoce el modelo porque me dijo que se trataba de una falla común en esos hornos, pero su mente ya estaba colonizada y me respondió que me recomendaba mejor comprarme uno más reciente. Por fortuna no tengo reparos económicos para hacer el cambio, pero si otros de naturaleza ética. En la medida de lo posible, desearía contribuir menos a aumentar la huella de carbono.

Siempre he procurado hacer mis compras de manera local, y con este confinamiento descubrí además que tengo una vecina que cultiva lechugas hidropónicas, que hay una red llamada La Mano que distribuye a domicilio comida saludable en colaboración con agricultores de Guerrero, Puebla, Chiapas y Xochimilco, creando rutas de entrega de fruta, verdura, tortilla, pan, café, arroz, lenteja, conservas, mermelada y salsa, entre otros alimentos, y que empresas como Seat ante el cambio de paradigma que se avecina y la crisis que golpea a España fabrica ahora respiradores en una de sus plantas.

También descubrí que siempre serán más útiles para la sociedad una enfermera y un médico, que un banquero; lo mismo que un hospital que un banco. Salgamos juntos, fortalecidos y con más experiencia de esta crisis.

Yo por lo pronto me aplicaré en arreglar la bisagra de mi horno.

dgfuentes@gmail.com
Twitter:@dgfuentes
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