Opinión

Las ocurrencias del presidente y los científicos injustamente perseguidos

Las ocurrencias del presidente y los científicos injustamente perseguidos

Las ocurrencias del presidente y los científicos injustamente perseguidos

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Puedo decir que durante la Cuatroté no hay manera de aburrirse. Más allá  del número de muertos por la Covid 19, de las acciones funestas del crimen organizado, que anda por la libre y ahora incluye el terrorismo en sus crímenes, del gravísimo desabastecimiento de medicinas que ha afectado a los niños enfermos de cáncer, del desempleo formal, de una economía que, de acuerdo con el INEGI, se esperaba que su actividad en agosto fuera igual a la de mayo, y eso haría cuatro meses de estancamiento, por no hablar del austericidio, de cómo subieron los costos del Tren Maya y del Aeropuerto de Santa Lucía, de que la pobreza extrema aumentó, de acuerdo con el Coneval, de 7% a 8.5%, es decir, se arrojó a la pobreza extrema a 2.1 millones de personas más que las que había cuando comenzó el sexenio del presidente López Obrador (sus programas sociales no ayudan mucho), brincándonos todo eso, las noticias de todos los días en relación a los altos funcionarios del gobierno lopezobradorista, aunado a las ocurrencias sin fin, del primer mandatario, nos mantienen a muchos ya sea expectantes, encrespados,  en un grado importante de perturbación e incluso con el alma divertida.

El primer mandatario se quejó hoy, por ejemplo, de cómo la viruela traída por los conquistadores españoles, disminuyó sustancialmente la población de los pobladores originarios,  por lo que la emprendió contra la España colonizadora y su idea de que la Conquista sirvió para civilizar a las milenarias culturas mesoamericanas. Dijo que en tres siglos de Colonia los españoles no fueron capaces de crear una vacuna. No hubo adelantos, sólo la Universidad y la imprenta, entre otras cosas que ya no nombró. “Lo que ahora llevó un año, la vacuna contra el SARS Cov 2”, no pudieron los colonizadores producirlo en 300 ".

Fue en Inglaterra, a finales del siglo del siglo XVIII, en mayo de 1796, que el  médico rural y poeta, Edward Jenner  descubrió la vacuna antivariólica. Caray con los españoles tan atrasados y dándose ínfulas. Fuera de que España no se había industrializado como otros países europeos ni había desarrollado la ciencia y la medicina como los ingleses, las colonias comenzaron a independizarse poco años después. Resulta, pues, muy chistoso el reclamo del presidente mexicano a los españoles del pasado lejano.

En relación a la ciencia, retomo ahora la ofensiva penal del gobierno y, en concreto del doctor Alejandro Gertz Manero, contra 31 científicos y exfuncionarios del Conacyt. La directora de este organismo, la doctora Elena Álvarez-Buylla, prohibió el traslado de fondos al Foro Consultivo Científico y Tecnológico, una asociación civil que recibía recursos del propio Conacyt,  y solicitó un proceso judicial contra el exdirector, el doctor Enrique Cabrero, y contra la doctora Julia Tagüeña, excoordinadora del Foro. Pronto, la Corte declaró que no había nada que imputarle a los dos científicos. Sin embargo, el asunto llegó a manos del doctor Gertz Manero, fiscal General de la República, a quien recientemente el Sistema Nacional de Investigadores, incrustado en el Conacyt, le otorgó el máximo nivel como investigador, el III. Esto suscitó toda clase de inconformidades. El doctor Gertz Manero no se encuentra  trabajando en una entidad académica y además se comprobó que había plagiado en uno de sus libros. Lo demostró el gran doctor en letras Guillermo Sheridan, reconocido escritor e investigador.

El fiscal ha pedido treinta y un órdenes de aprensión, encabezadas por Enrique Cabrero y Julia Tagüeña, por quien muchos ponemos la mano en el fuego, lo mismo que por el doctor Cabrero. Como opina una amiga mía, investigadora de excelencia en el Cinvestav, esto es una vileza. A los 31 científicos los acusan de delitos de peculado, uso ilícito de  atribuciones y facultades, utilizar recursos de procedencia ilícita y crimen organizado.

Muchos han escrito sobre esto, indignados. Yo insisto en que todos debemos manifestar nuestro absoluto desacuerdo.

Conocí a Alejandro Gertz Manero hace muchos años. Fui maestra de su hija Posky en Kinder, en el Jardín de Niños Pepita Gomís . Mi hermana Pepita y yo nos hicimos amigas de la primera esposa de Gertz Manero, una mujer bella por dentro y por fuera. Vivían ella, Posky y  el ahora fiscal en una castillo que se había traído piedra por piedra de España. Se ubicaba en la colonia Roma. Gertz Manero era atento, muy serio, inabordable. Estoy segura que su mujer me dio a leer un libro de su suegra. Yo entonces estudiaba la licenciatura en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, mi casa siempre.

Añísimos después, llamé al doctor Gertz Manero para solicitarle un favor para mi cuñado Héctor Suárez. Se comportó muy amable.

¿Será posible que este hombre sea hoy el que desea ver recluidos a treinta y un científicos mexicanos en el Penal del Altiplano de Alta Seguridad? ¿Es una venganza por no haber obtenido el máximo nivel del Sistema Nacional de Investigadores hasta ahora que lo cobija la Cuatroté o es el odio que le despiertan al presidente López Obrador la academia y un Claustro de científicos vinculados con la sociedad?

Sea como sea, no lo podemos permitir de ninguna manera.