Cultura

“León-Portilla tenía como ideales al amor, la poesía y el trabajo”

Ascensión Hernández agradece el recuerdo a su esposo. Su legado es la recuperación de un mundo que se daba por perdido: las lenguas originarias de México, señala el Premio Crónica Juan Villoro

“León-Portilla tenía como ideales  al amor, la poesía y el trabajo”

“León-Portilla tenía como ideales al amor, la poesía y el trabajo”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

"Su vida estuvo comprometida con estos ideales: trabajo, amor y poesía; y con sentido de trascendencia sintetizado en lo que llamó flor y canto, llenando de contenido a esta metáfora nahua que simboliza la belleza y el arte, la única forma de decir palabras verdaderas en la tierra”, comentó Ascensión Hernández Triviño, sobre su esposo, el humanista Miguel León-Portilla (1926-2019), fallecido hace un año.

Durante la presentación del libro Cinco lienzos para mi maestro Miguel León-Portilla, escrito por el poeta nahua Natalio Hernández, la también investigadora de la UNAM agradeció a El Colegio Nacional el recordar a uno de los filósofos más importantes del siglo XX.

“Es un libro especial porque en él se reconoce el amor de discípulo al maestro, quiere decir que no siempre el discípulo se confiesa ante el maestro y menos con poesía llenas de belleza y canto, así que agradezco mucho que Natalio haya preparado este libro”, dijo.

Hernández Triviño se refirió a la obra como si fuera un cuadro con una pintura rodeada por líneas de tinta negra y roja.

“En el cuadro hay cinco figuras que son los cinco lienzos y en cada uno se presenta un diálogo entre un tlamatini, un sabio, y su discípulo, un poeta. De repente, Natalio abre el cuadro y comienza la poesía, primero una elegía muy bella dedicada a Miguel como sabio, con palabras de los viejos recogidas por Sahagún y modeladas conforme al arte nuevo de hacer poesía que tiene el propio Natalio”, indicó.

Conforme avanza el libro, Natalio y León-Portilla se encuentran, se hablan, piensan juntos y acuden a ceremonias donde toman la palabra.

“Son amigos y la amistad acerca a la gente, la humaniza y nos iguala. Natalio cuenta en una de sus pinceladas cómo sucedió esto y cómo poco a poco se van sintiendo colegas, acuden juntos a congresos, se escuchan mutuamente y de pronto el poeta siente que el tlamatini ya es su amigo, su colega, su hermano mayor”, expresa.

Para la investigadora, ambos recitan a sus viejos, a sus huehues, “a sus antepasados con la belleza de la palabra hecha flor y canto, y con la palabra de Nezahualcóyotl. Así es como el hermano mayor y el sabio van apareciendo en los cinco lienzos que Natalio colorea con amor y sabiduría, como un tlacuilo poeta”.

En el cuadro central hay líneas que guardan pensamientos de los amigos de su esposo: Eduardo Matos Moctezuma y José María Muriá.

“La línea trazada por la mano de Matos Moctezuma es sobre los valores personales de Miguel, su búsqueda de la verdad, las verdades del espíritu. Eduardo recuerda su amistad con él, que comenzó en 1978 cuando se descubrió Templo Mayor, caminaron juntos para dar a conocer la riqueza del patrimonio cultural de México”, dijo.

En ese caminar, agregó Hernández Triviño, “se hizo una dualidad entre el arqueólogo y el historiador, entre el sabio de las piedras y el sabio de los signos escritos”.

Una segunda línea es la trazada por José María Muriá quien perfila a un estudioso inquieto y andariego que se ocupa del pasado y de regiones lejanas. Y la tercera línea que cierra el cuadro es la dibujada por su hija María Luisa León-Portilla.

“Ella traza una línea muy profunda, la del sentido de vida de su padre en torno a tres ideales básicos. El primero, el amor de Miguel a su país; el segundo, el trabajo académico hecho con dedicación y siempre con mucha emoción; y el tercero su familia: su mujer, hijos, nietos y también los perros”, externó.

VOZ AL INDÍGENA. Natalio Hernández, autor del libro presentado ayer de manera virtual, afirmó que el mejor homenaje que las personas pueden rendirle a Miguel León-Portilla es imaginar y construir, en el siglo XXI, una mexicanidad incluyente.

“Una mexicanidad que recupere las raíces ancestrales, nuestras lenguas milenarias y que de la mano con la lengua española que también ya es un idioma nuestro y de las lenguas extranjeras que se estudian en las universidades, podamos construir una nación incluyente. Que lo indígena deje de ser un tema sectorial, deje de ser un tema marginal”, expresó.

Para el escritor y Premio Crónica, Juan Villoro, el legado de León-Portilla es el trabajo de recuperación esencial de un mundo que se daba por perdido, un proyecto de restitución de las lenguas originarias de México.

“Gracias a él, las lenguas encontraron la posibilidad de seguir escribiendo en los más de 60 idiomas que se hablan en México, idiomas que nunca han contado con el apoyo que merecerían a pesar de figuras como Natalio Hernández y Miguel León-Portilla. Hablar de las lenguas originarias es hablar de algo que sigue estando en peligro, pero que se defiende gracias a esos trabajos esenciales”, indicó.

Por último, el arqueólogo y Premio Crónica, Eduardo Matos Moctezuma, señaló que el autor de Visión de los vencidos supo penetrar a través de los códices, documentos y arqueología en el pasado de México, tanto prehispánico como colonial.