Opinión

Libros para sobrellevar pandemias

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El proceso de lectura es diferente y mutante. Uno mismo a lo largo de su vida atraviesa por varios estadios lectores, el que abandoné hace muchos años fue el de la lectura de “novedades”. No quiere decir que no las lea, pero casi nunca las compro a menos que de plano llamen mucho mi atención como el caso de El traidor de Anabel Hernández o el libro de Enrique Serna, El comprador de silencio, libro reseñado en este espacio que da cuenta de un siniestro modelo de negocio a través de la biografía de un personaje prototípico encarnado en el periodista Carlos Denegri; modelo de negocio que se institucionalizó y que algunos intelectuales abajo firmantes, no todos, se acostumbraron a ejercer de manera multimodal hasta que se les murió la gallina de los huevos de oro más ponedora.

A veces me pasa que compro una novedad y la leo varios años, lustros o décadas después, otras ocasiones descubro en mi librero títulos que ya no recuerdo cómo llegaron ahí. Tanto tiempo de exposición a las pantallas en cualquiera de sus facetas, me genera hartazgo y a veces mal humor. Para ponerme de buenas cojo un libro. No presumo velocidad porque tengo lecturas de trabajo y otras de interés periodístico, además de que pierdo mucho tiempo en Facebook, en series y películas o en un jueguito de dominó con el que cuenta mi teléfono y me hace la vida más amable cuando estoy en entornos aburridos. Con tantos distractores, en esta etapa de mi vida leo en promedio un libro por semana y cada vez que llevo a mis manos el ejemplar en turno alcanzo niveles de felicidad similares a los que me produce rodar en bicicleta o caminar sin prisa.

Este domingo voy a compartirles dos títulos, prescindiendo de la lectura de otras reseñas que probablemente estén en internet, porque dejaron de ser novedades, la primera, novela de Planeta, con casi veinte años de publicación, El secreto de los flamencos, de Federico Andahazi y Más gente así, relatos de Vicente Leñero, con casi siete años de que vieron la luz en un tomo de Alfaguara.

Más gente así

Tengo la impresión de que algunas de las historias reunidas en este libro ya las había leído en otros contextos: el que lleva por título “Una visita a Graham Green”, lo leí antes pero no me acuerdo dónde. Tal vez en la Revista de la Universidad, en la que aparte de colaborar con su entrañable columna, Vicente Leñero participaba a veces con otros textos más largos. Pero eso no importa. El hecho es que el compendio realizado por el escritor es buenísimo. Se trata de la prosa de un narrador con excelente memoria que no desperdicia nada y tampoco se pierde en circunloquios, ni siquiera en su relato “A pie de página”.

Irónico, crítico y conocedor de las entrañas del catolicismo y el mundillo literario, pistas en las que jugó de varias maneras, pero a las que miraba con una especie de desprecio resignado, Leñero tiene textos memorables que las recrea de frente o refilón. El que abre el libro: “Las uvas estaban verdes”, parece una radiografía de los entresijos del boom, sin tanta amargura como en la que en varios momentos y largas parrafadas le dedicó Donoso al movimiento. Leñero lo hace por medio de sus encuentros, que en realidad fueron desencuentros, con la figura idolatrada por muchos de sus representados aún vivos, me refiero a la agente literaria de casi todo el boom, Carmen Balcells, retratada con algunos dardos como este: “Además del dinero, […] disfrutó siempre del fervor incondicional de sus representados.”

“La muerte del Cardenal”, es una crónica puntual del asesinato de Juan Jesús Posadas Ocampo que describe el estado putrefacto de la alta jerarquía eclesiástica de manera elegante y jocosa que hasta uno llega a cobrarle afecto a muchos pillos de sotana a los que el señor todavía no llama a su reino. En cambio, “Herido de amor, herido”, describe las desventuras amorosas del Siervo de la Nación y su rival de amores, Matías Carranco.

Ninguno de estos relatos desmerece. Cuando los hizo, echó mano de diversos recursos literarios que fluyen como corrientes por este libro en el que se navega con placer.

El secreto de los flamencos

Después del éxito de su primera novela El anatomista, leída esa sí como novedad hace más de veinte años, le perdí la pista a este escritor argentino que volvió a encontrar campo fértil en el Renacimiento para darle contexto y animación a los personajes de El secreto de los Flamencos, novela de pocas páginas escrita con una narrativa binaria que alterna capítulos entre Florencia y una ciudad de Brujas en plena decadencia.

Como buen psicólogo, Andahazi inventa personajes prototípicos que le permiten recrear el Renacimiento que conoce bien. En esencia se trata de una novela policiaca construida con personajes extravagantes que se desenvuelven en medio de una serie de enigmas e intrigas que van cobrando forma y develando misterios hasta el último capítulo.

Hay algunos entrañables, como Greg, el mayor de los hermanos Van Mander, un ciego muy peculiar que conoce la preparación de la fórmula Oleum Pretiosum, que lo llevó a la ceguera. Creo no exagerar que después de Borges, las mejores descripciones literarias del mundo de los ciegos las encontré en varios pasajes de esta novela.

Otro hondo personaje de las páginas del libro es Juan de Dios Zorrilla, un eremita que conocía las fórmulas de los pigmentos base de la época y desarrollaba una peculiar relación fetichista con los materiales primarios o los procesos para obtenerlos. Custodiado por siete mastines en la última etapa de su vida, Juan de Dios Zorrilla va transformándose con el paso de los años y un testigo de esta metamorfosis es uno de los protagonistas de la obra, Francesco Monterga, maestro del joven Pietro de la Chiesa personaje en torno al cual se desenvuelven todos los acontecimientos de El secreto de los flamencos.

Ahora sí voy a buscar más libros de Andahazi, leí que hay uno llamado El libro de los placeres prohibidos, otra novela policiaca ubicada en el Renacimiento en la que parece ser que Gútenberg es el centro de la trama. La buscaré si no me topo en mi librero con otra sorpresa.

Por lo pronto si tienen ganas de leer, aquí hay un par de buenas opciones que superaron la prueba de las mesas de novedades.