Opinión

Liliput ante Gulliver

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Para los expertos en temas de armamento nuclear, el anuncio del gobierno estadunidense de retirarse del Tratado para la Eliminación de Misiles de Corto y Medio Alcance (Tratado INF) es un tema de preocupación en materia de proliferación de armas nucleares y de su amenaza a la paz mundial. Por ejemplo, Joseph Cirincione, presidente de Ploughshares Fund, una fundación dedicada a la paz y la seguridad globales, percibe la influencia del consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca en dicha decisión, a quien considera literalmente un asesino en serie del control de armamentos.

Cirincione sostiene que para dicho funcionario y otros como que piensan como él, los acuerdos internacionales como el INF son parte de los esfuerzos de los Liliputienses globales para amarrar al Gulliver estadunidense. Sugiere que en la mente de esos funcionarios, Estados Unidos debe tener máxima flexibilidad y múltiples opciones militares para preservar su seguridad e intereses en el mundo, y que debe protegerse con su poderío militar y no con pedazos de papel, en referencia a los tratados internacionales (“John Bolton is a serial arms control killer”, The Washintong Post, 1febrero2019, www.washingtonpost.com).

Para dicho experto, Bolton ha tenido que ver en el pasado con el retiro estadunidense del Tratado de misiles antibalísticos  de Richard Nixon, el Marco acordado por Bill Clinton para Corea del Norte y el Acuerdo Nuclear con Irán de Barack Obama, a lo que habría que sumar ahora esta iniciativa para socavar este acuerdo insignia de la era de Ronald Reagan, pensado y negociado en su momento para detener la carrera armamentística nuclear durante la guerra fría.

En este escenario, llama la atención que la decisión estadunidense cuenta con el apoyo de la Alianza Atlántica, a la cual el propio presidente estadunidense ha denostado en repetidas ocasiones. De hecho, el Secretario General de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, publicó en su cuenta de Twitter que la OTAN respalda totalmente la suspensión de la participación estadunidense y su anuncio de retirarse del tratado, y que Rusia debe utilizar el periodo de 6 meses antes de la denuncia del tratado para ponerse al corriente en su incumplimiento de las obligaciones contraídas con base en dicho acuerdo.  La respuesta rusa ha sido inmediata y también ha decidido cesar su participación en el INF. El presidente ruso ha amenazado con responder “de manera simétrica” si bien dejó en claro que su país no se implicará en una carrera armamentista costosa para su país.

Cabe sugerir que esta reciente decisión estadunidense podría no parecer tan sorpresiva si se revisa el tipo de cooperación que ha prevalecido a lo largo del último año al menos, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el cual en ocasiones puede servir como termómetro del grado de hostilidad o negociación que prevalece en el sistema internacional. Así las cosas, los temas contenciosos y de franco enfrentamiento entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, particularmente entre Estados Unidos y Rusia, han proliferado y ya no incluyen solamente los desacuerdos respecto de la crisis en Siria, que ha entrado en su octavo año. Los temas divisivos incluyeron las situaciones en Yemen, Oriente Medio, particularmente en Gaza y su situación humanitaria, el uso de un agente tóxico en Salisbury, Reino Unido, la renovación de mandatos de operaciones de paz en Haití, República Centroafricana y Sahára Occidental, y más recientemente  la crisis en Venezuela, entre otras cuestiones. En 2018, varias de las decisiones del Consejo de Seguridad se vieron ­paralizadas. Por ejemplo, se registró el uso en 3 ocasiones del llamado derecho de veto, 4 resoluciones no fueron adoptadas ante la falta de votos suficientes, y se adoptó un número menor de resoluciones que en años anteriores. (“In Hindsight: The Security Council in 2018”, Security Council Report, www.securitycouncilreport.org)

Ante ese panorama, parece evidente que el marco normativo internacional en materia de armamento nuclear es parte de un rejuego más amplio de reconfiguración de las relaciones de poder en lo internacional frente al papel que han jugado las potencias tradicionales, específicamente de Estados Unidos, de cara a la prevalencia de ciertos actores con peso global y regional como Rusia y del surgimiento paulatino de países como China, que ha venido redimensionando su papel de jugador con creciente capacidad global.

De momento, la siguiente parada a ojos de los expertos en materia de armamentos es el futuro del Tratado entre Estados Unidos y Rusia sobre medidas para mayor reducción y limitación de armas ofensivas estratégicas, conocido como New START, el cual limita el número de ojivas nucleares desplegadas por dichos países, que expiraría en 2021. Las actuales tensiones no son promisorias a una renegociación adecuada de este tratado.

gpuenteo@hotmail.com