Opinión

Liquidacionistas

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una de las características principales que tiene ya el proceso electoral de 2021 es el ataque sistemático al INE, lanzado principalmente desde el gobierno federal y su partido. Cuando el presidente de Morena habla de liquidar al árbitro y amenaza con juicio político contra la mayoría de los consejeros electorales, culpables de haber actuado conforme a la ley, es que estamos ante una situación peligrosamente inédita.

Actuar conforme a la ley significó bajar de sus candidaturas a varios aspirantes a puestos de representación popular, la mayoría de ellos de Morena, por no haber reportado sus gastos de precampaña. El más notable de ellos, por la polémica que causó su nombramiento y por sus actitudes provocadores, es Félix Salgado Macedonio, apuntado para contender por la gubernatura de Guerrero.

Es una campaña de amedrentamiento a las autoridades electorales. Y ya logró su primer objetivo: hizo que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, al tiempo que aseguraba que, efectivamente, el INE sí valoró los motivos de controversia y, efectivamente, Salgado Macedonio y otros habían incumplido con lo marcado por las normas electorales, no se atrevió a confirmar la sanción y pasó de nuevo la bola a la cancha del INE, con un remate envenenado.

En otras palabras, el TEPJF le dio la razón al INE, pero tuvo miedo de dársela totalmente, porque se le vendría encima la furia del partido en el poder, apoyado desde hasta arriba. Prefirió liquidar su papel como garante estricto de la Constitución.

Ahora el INE está entre la espada y la pared. Si ratifica que Salgado Macedonio no tiene la candidatura a Guerrero, se le va a armar gruesa. En primer lugar, en la organización electoral en el propio estado sureño: Salgado Macedonio ha declarado que, si no es candidato, simplemente no habrá elecciones en Guerrero, y tiene la capacidad de movilización para lograrlo. Si cambia la sanción por una menor, habrá dado muestras de debilidad en un momento crucial, habrá perdido credibilidad y será objeto de todavía más presiones, para que se comporte como árbitro parcial.

Pero no se trata sólo de una campaña de amedrentamiento. También es una campaña masiva de desprestigio al INE, que -a pesar de todo- sigue siendo una de las instituciones mejor evaluadas en el país. Esta campaña, llena de mentiras y caricaturizaciones, quiere hacer pasar como parcialidad cualquier decisión que afecte a Morena y como alfiles del PRIAN y el neoliberalismo a los consejeros que así votan.

Por el momento los ataques se han centrado en los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, tal vez porque son los más claros en sus análisis y refutaciones, tal vez porque son influyentes dentro del Consejo General, tal vez porque provienen de la izquierda democrática.

No importa que Córdova y Murayama no hayan estado en el Instituto en las elecciones de 2006 y 2012, tampoco importa que no vayan a estar en la de 2024, porque ya se habrá vencido su encargo. Son culpables por definición. Y, con ellos, el INE entero.

La intención es generar, al menos entre los lopezobradoristas más excitados, dos tipos de pre-juicios. Uno, que se prepara un fraude para evitar que Morena y sus aliados mantengan la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y ganen las elecciones locales. El otro, que, tal y como está, el INE no sirve para la autodenominada Cuarta Transformación del país.

En su caso, este caldo de cultivo es ideal para que, a partir de esos pre-juicios, se puedan armar movilizaciones para revertir resultados (el Tribunal ha demostrado ser presionable) y, posteriormente, para una contrarreforma electoral que permita tener un árbitro más a modo.

De lo primero no hay manera de dudar. Ya en las elecciones de 2015, el entonces líder nacional de Morena, Martí Batres, acusó de fraude todas las elecciones que no ganó su partido en el Distrito Federal. Donde triunfaron, es que prevaleció la democracia; donde no, el chanchullo y la estafa. Y aún habiendo arrasado en 2018, hay quien asegura que a Morena le arrebataron triunfos.

Pero el objetivo de fondo es lo segundo. La intención de inicio es desnaturalizar al INE. Pero, si los consejeros actúan de manera institucional y no se dejan, la intención es liquidarlo. Y ya lo han dicho con todas sus letras.

¿De qué se trata? De convertir a la autoridad electoral es instrumento dócil del gobierno. Hacer que el árbitro decrete cancha dispareja o se haga de la vista gorda ante las violaciones a las reglas de uno de los contendientes. Permitir que la voluntad popular expresada en las urnas sea distorsionada a la hora de asignar puestos de representación popular. Hacer de la democracia una pantomima. Como era el país hace medio siglo.

En ese sentido, al liquidacionismo del Tribunal electoral corresponde otro, todavía más grave, lanzado desde Morena y avalado, con silencios, inferencias y guiños, por el propio Presidente: el proyecto de liquidación de la democracia mexicana.

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