Opinión

¿Lo normal, lo deseable?

¿Lo normal, lo deseable?

¿Lo normal, lo deseable?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Pensadores de enorme prestigio, considerados como clásicos de la ciencia política, como los italianos Gaetano Mosca y Vilfredo Pareto, y el alemán Robert Michels (fallecido en Italia) contribuyeron y desarrollaron, desde sus visiones particulares, con lo que ahora conocemos como teoría del elitismo. Dichos autores articularon estructuras de pensamiento sobre el elitismo para estudiar y entender a las minorías gobernantes, la circulación de las élites y su comportamiento político en los sistemas democráticos, así como su incidencia en la distribución del poder, la riqueza y el bienestar, entre otros conceptos, que son centrales para la ciencia política contemporánea.

No es este el espacio para analizar, ni tampoco para referirse con el grado de precisión que merecen estos sistemas filosóficos e intelectuales postulados por estos teóricos, pero baste con tomar prestada la idea general sobre quiénes ostentan el poder y cómo distribuyen la riqueza y los recursos. Dada la agudeza de sus postulados, formulados a caballo entre los siglos XIX y XX, éstos, sus ideas, fueron utilizadas de manera equívoca por los movimientos populistas del momento, destacadamente el fascismo, también nacido en la Italia de ese periodo, a partir del argumento de que en efecto la democracia es una especie de ilusión, ya que al final, en realidad, siempre surge o existe una clase o un grupo gobernante que se enriquece o se empodera, diríamos ahora, por encima del grueso de una sociedad determinada, y así sucesivamente hasta que es desplazada por otra nueva.

El desenlace en la realidad todos lo conocemos, el fascismo se consolidó y dio lugar a un autoritarismo inédito, pero si algo ha quedado claro a lo largo de la historia, es que los personajes y movimientos autoritarios acaban por distorsionar a su conveniencia cualquier edificio de ideas y cualquier obra intelectual. Pareto murió en 1923, Michels en 1936 y Mosca en 1941. La democracia, incluso la ilusión de ella, se colapsó ante el avance del estado fascista para desgracia de la historia y de la Italia de ese momento, ya que además alentó el surgimiento paralelo del nazismo.

Con ello en mente, es más fácil entender lo que con mucha razón apunta Noam Chomsky si bien referido al caso estadounidense. Este otro prestigiado pensador contemporáneo, sostiene que la pasada elección presidencial, celebrada a inicios del mes de noviembre de este año, reveló la extrema fragilidad del sistema democrático norteamericano, aunque era evidente que ese país se asemejaba cada vez más a una oligarquía en la cual los más ricos estaban ya en control de las decisiones fundamentales del gobierno, gestando aún antes la crisis democrática. (en Brooks, David, “American Curios”, La Jornada, 30nov2020, www.jornada.com.mx)

El autor del artículo citado, David Brooks, va incluso más allá, al señalar que “el asalto neofascista encabezado por Trump es el ataque más brutal contra las instituciones y procesos democráticos, y más que ello, sobre las fuerzas progresistas dentro y fuera de este país, en tiempos recientes.” Ello en clara referencia al ambiente postelectoral de incertidumbre que el mandatario estadounidense se encargó de crear con su consabido estilo de hacer pasar las mentiras por verdades, y aunque el resultado ha sido saldado en días recientes por las instancias electorales correspondientes, dicho autor sugiere que es previsible que Trump nunca conceda el triunfo y clame que el entrante, es un gobierno ilegítimo al que intentará desestabilizar mediante “el asalto anti-democrático -que- no se acaba con el fin de la presidencia del magnate.”

Volviendo al argumento central de los padres de la teoría del elitismo señalado anteriormente respecto de la distribución del poder, la riqueza y el bienestar, resulta sorprendente por su cauda de actualidad, el argumento de Brooks sobre que “el 0.1 por ciento más rico ha duplicado su fortuna desde el comienzo del neoliberalismo hace cuatro décadas y ahora controla el 20 por ciento de la riqueza nacional”. Es claro que ese autor habla de Estados Unidos, aunque el argumento sugiere la posibilidad de extenderlo a otras latitudes también, y cita un informe de la Rand Corporation que afirma que “unos 47 billones de dólares fueron trasladados de las clases trabajadoras y medias (90 por ciento de la población) a los más ricos de 1975 a 2018.”

Una última nota para acabar de citar a Brooks y concluir esta colaboración. La promesa del regreso a la “normalidad”, nos dice, es lo que nos llevó (se refiere al caso estadounidense) a Trump, “normal son cuatro décadas de salarios estancados y creciente desigualdad… normal es también la creciente corrupción de la política por el gran dinero.”

gpuenteo@hotmail.com