Opinión

López Obrador, mi amigo poeta y el Minotauro

López Obrador, mi amigo poeta  y el Minotauro

López Obrador, mi amigo poeta y el Minotauro

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Un querido amigo mío, reconocidísimo poeta, en los primeros meses de 2018, me visitaba poquito antes de su clase y de la mía en mi oficina de Educación Continua de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Poco hablábamos de literatura en esos momentos. Su obsesión consistía en que Andrés Manuel López Obrador ganara la elección presidencial, mientras yo deseaba lo contrario. No, no soy del PRIAN, como inmediatamente me tildaría un “chairo”. Simplemente el comportamiento del tabasqueño en 2006, cuando según él hubo fraude en esas elecciones y ganó Felipe Calderón, debido a imaginados chanchullos orquestados por el presidente Fox y, claro, por el INE, fue esperpéntico. Había perdido contra Calderón por un pequeño margen, pero había perdido. Después de eso, organizó el largo plantón en Reforma y se autonombró presidente electo. El numerito resultó suficiente para que nunca fuera mi candidato a ningún puesto. Mi amigo, D, le llamaré, confiaba en que la única propuesta de izquierda para los comicios de 2018 pertenecía a Morena. Yo, en cambio no veía ningún planteamiento real de izquierda, porque no ofrecían un programa económico bien estructurado que cambiara a este país de tantísimos pobres. No explicaba el candidato de Morena los medios que utilizaría para alcanzar el fin establecido e identificarse como una izquierda moderna, incluyente, de pensamiento claro. Su máxima era “primero los pobres” y “barrer a la corrupción, de arriba hacia abajo, decía, como se barren las escaleras”. D, harto de mis críticas a su candidato, me anunció que el día de la elecciones votaría por Morena y que entonces habría cumplido con la Historia. Algo así. D es genial y anti cursi, así que seguro me dijo otra cosa, con ese significado, pero muy bien dicho.

D y yo no nos hemos encontrado en mucho tiempo. Primero porque nuestra Facultad estuvo varios meses “tomada” por un grupo de feministas, que querían erradicar para siempre la violencia del género en Ciudad Universitaria. Y después vino la pandemia.

Una mañana en que D me llamó por el celular, me preguntó que si yo había imaginado que el gobierno de López Obrador sería tan desatinado. D cambiaba por completo su concepto del ya presidente y lamentaba haber votado por él. Yo le contesté que nunca habría fantaseado con tantas decisiones tan desacertadas. Y esto ocurría al principio del régimen de la Cuatroté. Incluso, admito que su discurso, de cuando López Obrador “aceptó” la presidencia de la república, me pareció bueno. Citaba a los más importantes líderes de la izquierda contemporánea y pensé, que en una de ésas, seguría el camino trazado por ellos. Pero no, no sucedió así.

Primero canceló el NAIM por capricho, aludiendo a la corrupción que implicaba ese aeropuerto bien concebido, justo lo que necesitaba México, ahora con la consabida deuda millonaria que implicaba el derrumbar el proyecto. Tumbó el Seguro Popular que funcionaba bien y dijo que lograría un sistema de salud a la par de los de los países nórdicos. Bienesta, que se impuso en lugar del Seguro Popular, deja mucho que desear. La conducción de la terrible pandemia del Covid-19 ha sido desastrosa. En el diario El Financiero del 14 de abril, Raymundo Riva Palacio escribe en su columna:” Según el Instituto para las Ciencias de la Salud Global de la Universidad de San Francisco, en un reporte que preparó para la Organización Mundial de la Salud, de haber actuado con liderazgo (en Mexico), asertivamente, sin confusiones en el mensaje y buenas estrategias durante la pandemia (que no ha acabado todavía) habría 190 mil muertos menos”. Esto es brutal, es como uno de los círculos del infierno del Dante, a donde confluimos todos. El desabasto en medicinas, propiciado por un enfrentamiento del gobierno con las farmaceúticas, que tienen lo suyito, pero la salud depende de ellas, dejó a los niños con cáncer, como el gran ejemplo, sin suministro de medicinas. ¿Le importa esto realmente a López Obrador? No, su interés es maltratar a la prensa que no esta con él, reducir apoyos en ciencia y cultura, y gritar desaforadamente que el Tren Maya “va porque va”. A él le interesa el poder total.

¿Qué está pasando hoy por todos los dioses de todas las religiones? La nueva arremetida contra el Instituto Nacional Electoral, institución democrática y reconocida en otros países, se ha convertido en una ópera bufa. Defender a Félix Salgado Macedonio resulta abyecto, acusar al INE de antidemocrático es una medida porril, sin fundamentos, un amago esquizofrénico. La mayoría de diputados de Morena en la cámara de diputados, se sabe, se logró con un subterfugio anticonstitucional . El presidente no está dispuesto a perder esa mayoría en el Congreso de la cámara baja, por eso va con todo para afectar al INE. Preocupante y peligroso, porque se trata de atentar contra un organismo democrático (diga lo que diga el señor presidente). En mi caso, parafraseando al escritor estadounidense Paul Auster “para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión”. Así que el INE es un baluarte.

Para Andrés Manuel López Obrador, el pueblo (cualquier concepto de lo que es el pueblo para el presidente debería definirse) finalmente decide. Su moción, ante la negativa del INE de no aceptar la candidatura del Félix Salgado Macedonio por no presentar sus gastos de campaña, amén de la acusaciones de violador de mujeres, que todos en México conocemos, pero que el INE no puede 0argumentar como impedimento para clausurar su candidatura, deviene en lo verdaderamente antidemocrático. El presidente encubre a un indeseable y, como en el Tren Maya, debe pensar que la gubernatura de don Félix “va porque va”. ¿Por qué le interesa tanto? Lo ignoro. Dicen por ahí que por la vinculación de Salgado Macedonio, el toro, con el narcotráfico.

En resumidas cuentas, como en el mito griego, nos topamos con el laberinto del Minotauro, que se defiende a capa y espada, con insultos y bravuconería a la mexicana. No es el Minotauro borgiano que decide no defenderse sino el que espera, junto con su padrino el presidente, cómo vengarse.

No lo permitamos. Hay que defender al INE a como dé lugar o nos espera un gobierno dictatorial. Sería un tragedia.