Opinión

Los cálculos internacionales de mortalidad por COVID

Los cálculos internacionales de mortalidad por COVID

Los cálculos internacionales de mortalidad por COVID

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En investigación clínica consideramos a la muerte como un dato duro, porque cuando hacemos estudios clínicos o poblacionales y analizamos si el individuo bajo estudio ha muerto o no, si te dicen sus familiares que murió, lo más probable es que en efecto murió, mientras que si te dicen que aún vive y/o hablas personalmente con el sujeto, lo más probable es que, en efecto, esté vivo.

Sin embargo, cuando suceden muchas muertes es imposible conocer el número con exactitud. Eso ocurrió en el temblor de la Ciudad de México en 1985. Nunca supimos cuantas gentes murieron, pero fueron miles. Algo así, pero de proporciones épicas, está sucediendo con la mortalidad por COVID.

Esta semana han salido a la luz dos estudios que muestran que la mortalidad por COVID es mucho mayor de lo que se tiene oficialmente registrada. Un estudio fue publicado en línea el 6 mayo por el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de Seattle, Washington (http://www.healthdata.org/) y el otro en el número del sábado 15 de mayo de El Economist.

El problema empieza porque en todos los países se reporta la muerte debida a COVID solo cuando el paciente tuvo un cuadro clínico compatible y prueba positiva para detección de SARS-CoV-2. Por este motivo, para acercarnos a conocer la mortalidad por esta enfermedad nos hemos basado en lo que denominamos el exceso de muerte.

El exceso de muerte es el número de muertes que ocurren en una región, ciudad o país determinado, cada semana, más allá de las que se esperaba que ocurrieran, de acuerdo a lo sucedido en la misma semana del año, de los tres o cinco años anteriores. Si uno ve las curvas de las muertes ocurridas en cada semana del año en México durante 2015 a 2019, son idénticas. La gráfica a partir de abril del 2020, sin embargo, es aparatosamente diferente.

Con los análisis reportados por el IHME y el Economist estamos aprendiendo que los reportes del exceso de mortalidad tampoco parecen muy precisos, porque hay una diferencia enorme en la velocidad y acuciosidad de estos reportes en diferentes países. Mientras más rico y avanzado es un país, el reporte es más cercano a la realidad. Mientras más pobre y atrasado, el reporte es más lejano.

El IHME es una institución con mucho prestigio localizada en Seattle, Washington en Estados Unidos que tiene muchos años dedicada al análisis de diversas variables y elementos que tienen que ver con la carga de enfermedad de cada país del mundo. En sus reportes uno puede ver como han cambiado las cargas de enfermedad y las causas de muerte país por país a lo largo del tiempo.

Los resultados del IHME calculan que a la fecha deben de haber ocurrido 6.9 millones de muertes por COVID. Es decir, el doble que las 3.3 millones oficialmente reconocidas. Para México estiman que han ocurrido 617,127 muertes, que representan tres veces más que las 217,294 oficiales. En algunos países la diferencia entre lo calculado y lo oficial no es tan grande (Estados Unidos 905,289 vs 574,043), mientras que en otros es aparatoso (Egipto 170,041 vs. 13,529).

La propuesta del Economist es todavía más impresionante. Esta influyente revista muestra un cálculo en el que dicen que las muertes ocurridas en el mundo por COVID deben andar entre 7.1 y 12.7 millones, con un estimado central de 10.2 millones. Tres veces más que las oficiales.

En las regiones más pobres del mundo como en África, en partes de Asia y en América Latina, es en donde las diferencias son más grandes entre lo calculado y lo reportado. En América Latina y el Caribe calculan que el exceso de mortalidad es de 1.5 a 1.8 millones de defunciones por COVID, número muy superior a lo que reporta la región que es alrededor de 600 mil.

Si bien los números que arrojan y las metodologías utilizadas por ambos reportes son diferentes, coinciden en que la mortalidad por COVID es mucho mayor de la que se reconoce oficialmente. Hay variación en la mortalidad entre países, ya que existen diferentes promedios de edad en la población de cada uno y acceso a servicios de salud con calidad. Así mismo, hay diferencias entre la primera y la segunda ola, particularmente en países avanzados en donde hay más ancianos y la primera ola se llevó a los más vulnerables.

Los resultados muestran que las olas de COVID se han movido de un lugar a otro en el mundo, por lo que en ciertas épocas una región del mundo es más afectada que otra. Estos datos reafirman la necesidad de que los programas de vacunación lleguen a todos lados. Es un riesgo para todos que existan regiones del mundo con pocas vacunas porque, mientras más se replica el virus y se transmita entre diversos miembros de la población, la probabilidad de que se generen mutaciones es mayor y por supuesto de que alguna de esas cepas resulte más virulenta, con mayor capacidad de infectar o hacer daño o, lo que sería una verdadera pesadilla, que resultara resistente a la inmunidad generada por las vacunas, lo que nos regresaría casi como al principio.

La vacunación masiva es lo único que puede romper está cadena, ya que cada vez que el virus se transmita a un individuo vacunado, su capacidad de replicación se verá muy limitada, con menos probabilidad de transmisión y, por lo tanto, con cada individuo vacunado termina una cadena de contagio.

Nota: el viernes pasado el gobierno de la CDMX anunció en base a un estudio dudoso, mal hecho y aún no publicado en una revista seria, que la ivermectina tuvo efecto en prevenir las hospitalizaciones por COVID en la CDMX. Les urge un curso de investigación clínica para que entiendan que solo los ensayos clínicos controlados pueden arrojar resultados confiables. Concluir la utilidad de un medicamento sin un ensayo clínico controlado, es como buscar las llaves donde hay luz, no en donde se cayeron.

Dr. Gerardo GambaInstituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán eInstituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM