Opinión

Los fallos del INE y las opiniones del Presidente

Los fallos del INE y las opiniones del Presidente

Los fallos del INE y las opiniones del Presidente

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Tiene razón el Presidente cuando dice que México es un país con uno de los menores índices de analfabetismo político, no de otra manera el día de ayer muchos mantuvimos estrecho contacto en la redes para ver cómo iba ese proceso en el que estaba en juego, más allá de tecnicismos, dotar de un partido político a un expresidente que en este momento tiene mucho menos credibilidad desde antes de que capturaran por narco o protector de éstos a su secretario de seguridad. Dicho de otro modo, hubiera sido un despropósito, aunque técnicamente los ajustes de las tuercas legales lo permitieran. Y aquí dejo de lado, sin otorgarle algunos grados mínimos de verosimilitud, la teoría del complot de posibles investigaciones sobre el INE por parte de una fiscalía que ha demostrado ser autónoma e ir venciendo sus vicios con el talento y probidad del fiscal Gertz Manero en colaboración con instancias federales.

Hay otro ángulo de mira que me interesa de la sesión del viernes: la falta de una discusión que contemplara la lectura social que se hacía del culmen de ese proceso y que va más allá de los cuestionables abajofirmantes de ese partido, apoyado por una recalcitrante ultraderecha, en asambleas que parecían velorios de familias poco numerosas y de escasos amigos.

Cuánto ganaría el país si entre los consejeros privara un debate político a partir de la exigencia de una sociedad con altos grados de politización y en cuya pluralidad hay expresiones muy claras que mayoritariamente opinamos: hubiera sido un despropósito político otorgar presupuesto público a un partido oscuro, palabra que me recuerda que debo leer el libro de Olga Wornat.

Por fortuna queda el recurso estatutario que le sale muy bien a Lorenzo Córdova, quien sabe jugar rudo con la técnica y podría haberle escurrido el bulto al TRIFE, como un pase de torero, según otra teoría del complot, también con algunos grados de verosimilitud, de John Ackerman. El hecho fue que el antes relajado presidente del INE, ofreció la minuta ejecutiva de su decisión en su cuenta de tuiter, algo así como una piedrita de las mini tablas de Moisés versión electoral que carga para todos lados como un celoso pípila de la legalidad en los bueyes de mis compadres. Explica Lorenzo Córdova en su tuit: “En virtud de que hay un 8.2% del ingreso en el que el @INEMexico no tiene claro su origen, decidí votar en contra del registro de la organización México Libre como partido político nacional.” Desde luego Calderón enfureció y quien quiera seguir su telenovela puede acudir a su cuenta de twitter porque le pese a quien le pese, estamos viviendo un momento, en el que por lo menos desde las esferas de los tres poderes, y sobre todo desde la del poder ejecutivo, existe una completa libertad de expresión y esa incluye la de cualquier ciudadano.

Un expresidente tiene todo el derecho a opinar de política de manera torpe como Fox, o inútil, como Calderón, personaje que no goza de ninguna simpatía social, más allá de los espejismos generados por sus manejadores de redes en Twitter que han sido objeto de polémica y son nocivos propagadores de odio social.

De algo así han acusado, y apuesto que lo seguirán haciendo, al presidente una fauna compuesta por boots, zoombies, articulistas de opinión: algunos intachables, la mayoría no, todos monotemáticos; así como abajofirmantes que no tienen ya ninguna credibilidad, y otros que todavía conservan algo de ella pero van en banda como los desplegados de la CTM pero al revés.

Si antes los intentos de acallar la libertad de expresión provenían de las entrañas del sistema, ahora es desde una periferia que no quiere mirarse en el espejo de su propia crisis. No quiere, o lo que ve es tan feo que prefiere reunirse en círculos concéntricos, tomando en cuenta que el exterior es de muy estrecho diámetro, para autoengañarse en terapias medio esquizofrénicas repitiendo que estamos viviendo uno de los peores momentos de la democracia del país, cuando muchísimos opinamos justamente lo contrario.

Supongo que en el TRIFE más que buscar los retruécanos del tecnicismo, leyeron el despropósito que supondría privar de la libertad de expresión al presidente de la república y el derecho a la información al que tenemos millones de mexicanos “regulado” antes por quienes ahora quieren privarnos de él.

El dicho de que la vida pública es cada vez más pública, es una realidad, no una frase populista como insisten a bastonazo o paraguazo limpio los indignados del “círculo rojo” (Aguilar Camín Dixit) o del “mundo liberal” (Enrique Krauze Dixit); conservadores para AMLO y muchos que pensamos de manera similar.

Si la lectura de Ackerman fuera correcta, si nuevas cartas de abajofirmantes quisieran una vez más interrumpir las mañaneras o impulsar chicanadas para hacerlo, supongo que el Trife dará respuestas ponderadas: sería un despropósito otorgarle el registro a Mexico Libre por los antecedentes de sus impulsores, porque ha sido acusado de robo de nombre como lo recordó hace poco Julio Astillero y puesto que van de por medio nuestros recursos públicos; también lo sería negar la opinión del presidente en asuntos políticos que nos competen a todos porque una resolución en sentido censor incrementaría el agudo proceso de infodemia que padecemos.

El mensaje que dio AMLO el sábado desde Campeche es el de un político que conoce el suelo que pisa y la historia del país. El consejo que le dio a Calderón es posible que le saque más ronchas a una minoría, pero no será esa minoría, que no ha sido conculcada en ninguno de sus derechos para expresarse, la que pretenda conculcar nuestro derecho a estar bien informados y será nosotros quienes decidamos si es Letras Libres, Reforma, la mañanera o los youtuberos a quienes les creemos.

Aunque lo dijo socarronamente, con un humor contagioso para un porcentaje que oscila entre el 56% y 70% de aprobación, según el medio, el patrocinador y la casa encuestadora, la posibilidad de que Calderón acuda a victimizarse a instancias internacionales como la OEA (experta en encuestas a modo que legitiman golpes de estado o fraudes internos instrumentados por su presidente como es sabido) existe, pero no tiene futuro.

La derecha está perdida y el riesgo de que tomemos un sesgo radical de ultraderecha es poco probable. El país y la gente pensante de derecha tienen que construir sus alianzas con mediadores menos incendiarios y más hábiles, pero si no se mueven seguirán haciéndolo con espectros chocantes, como Felipe Calderón.

Twitter: @dgfuentess

dgfuentes@gmail.com