Opinión

Los ingredientes del caos

Los ingredientes del caos

Los ingredientes del caos

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Referirnos a los días recientes únicamente como los de la escasez, desabasto, mala distribución de gasolina en varias zonas urbanas y metropolitanas del país; reducirlo todo a la enorme fila de una desesperada multitud de consumidores o dejarlo todo en la fácil explicación del daño colateral por el desmembramiento (no logrado aún), de bandas de ladrones de combustibles, es ver solamente algunos elementos del asunto, cuya raíz  se hunde en terrenos mucho más profundos.

El primer intento sobre el cual se debe hacer un análisis es la actitud del gobierno.

No hay una actitud del gobierno. Hay una actitud del Presidente quien ha tomado esto como una cruzada personal cuya justicia intrínseca, cuya naturaleza redentora, es suficiente para no considerar graves ni el desabasto, ni la escasez, ni las miles de horas perdidas en la espera de una manguera bondadosa cuyo chorro mitigue la sed de los automóviles.

Mientras el Presidente nos convoca casi con el guerrerense consejo de poner a la Patria por encima de todo, otros dicen, mi tanque es primero, no obstante lo cual rechazan toda rebeldía y se consuelan escuchando la radio en la interminable fila para llegar después de cuatro o cinco horas a la negativa del servicio: ese coche fue el último. Ya se acabó.

Y sobre la honestidad y deshonestidad de los expendedores y concesionarios de la gasolina, se podría escribir un tratado de muchas páginas. Son, a veces, el penúltimo eslabón del huachicol.

Muchos se quejan por la desinformación, por no saber dónde ni cuándo ni cuánto se podrá cargar el sediento automóvil, pero no se puede pedir organización en algo cuyo origen es la desorganización, la falta de planeación, debida en parte al desconocimiento técnico de los recién llegados y, por la otra, a esa urgencia enfermiza de hacerlo todo a la trompa talega, sin la cautela necesaria para tirar el agua sin echar también al niño de la bañera.

Pero así es el gobierno. Heroico, pero impreparado. Lleno de aparentes buenas intenciones, pero ajeno a la capacidad de organización de una respuesta eficiente y duradera ante los problemas.

Todo se convierte en un  desafío personal.

—“No nos vamos a cansar, a ver quién se cansa primero, pero me canso ganso de que vamos a poner orden”.

Pero mientras el Presidente juega vencidas con una terca realidad, hay cosas preocupantes en el entorno petrolero, fuente y origen de todo este desmadre.

La gasolina es importada; es decir, viene de afuera. Por eso es muy difícil entender cómo ante un problema de escasez, los barcos transportadores del combustible llevan meses y meses surtos en las costas del Golfo y del Pacífico. Es una información insuficientemente explicada:

(Reforma).- Mientras algunos estados del País continúan sin combustibles, 29 buque-tanques que transportan combustibles se encontraron hasta ayer fondeados o incluso ya atracados, según cifras de la SCT, pero sin poder descargar su contenido debido a problemas de logística.

Notas Relacionadas

“El contenido de los buques equivale a 6 millones 63 mil barriles de fluidos petroleros, como gasolina, diésel e incluso turbosina, según los reportes de las diferentes administraciones portuarias que hay en el país.

“Esa cifra equivale a un tercio de la última producción mensual de petrolíferos reportada por Pemex, la correspondiente a noviembre pasado”.

Por otra parte, en medio de la abundancia de declaraciones y proclamas patrióticas, ha faltado información real. ¿Cómo entender primero aquello de los ductos ordeñados como una cortina de humo para encubrir la verdadera naturaleza de la manipulación de los ductos (27 de diciembre), con la escasez originada por el cuarto sabotaje a una línea entre Tuxpan y Azcapotzalco?

El cuarto sabotaje contra la Cuarta Transformación.

Pero eso no explica los tanques secos en Michoacán, Guanajuato o Jalisco.

Otro añadido a este conflicto, cuya expansión amenaza con extenderse más allá del consumo cotidiano de automovilistas y transportistas, es el fracaso internacional de algunas gestiones de Petróleos Mexicanos y la descalificación internacional de la calidad de los nuevos funcionarios de la empresa, cuya deuda es la más grande del mundo para un consorcio de esta naturaleza. Hoy, Pemex debe tanto como en su tiempo la Hacienda Pública de México en los años 70.

Cito la misma fuente y reproduzco:

“Estamos bastante decepcionados por la falta de una estrategia cohesionada y de comunicación coordinada entre Pemex y el soberano, a lo que se suma una aparente desconexión con la percepción del mercado”, señalaron analistas de la firma de servicios financieros Jefferies en una nota a sus clientes.

“Jim Craige, cotitular de inversión de la firma Stone Harbor Investment Partners, que posee parte de los 83 mil 900 millones de dólares en bonos de deuda de Pemex en circulación, señaló́ que el director financiero de la petrolera, Alberto Velázquez, falló en las reuniones.

“No mostró un entendimiento de la compañía y no impresionó para nada”, aseveró el inversionista.

“Es problema de Andrés Manuel López Obrador porque él lo eligió. Tiene que irse”, apuntó”.

Con este tipo de apreciaciones, reflejadas en la desconfianza del mercado y los acreedores, el rendimiento de los bonos por 5 mil 400 millones de dólares de Pemex con vencimiento en 2027 subió́más de 40 puntos base después de que directivos de la Empresa Productiva del Estado y una delegación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se reunieran esta semana con inversionistas en un hotel y posteriormente con analistas en el centro de la ciudad estadunidense”.

Pero si por una parte se complican las compras y por otra los financiamientos... y el manejo de la deuda y los bonos se ponen en duda; si en el interior, la empresa es víctima de un saqueo cuyo combate golpea progresivamente a los consumidores, las cosas están muy lejos de ser positivas, al menos en el corto plazo.

Hay, como se ve en este somero recuento, factores locales cuyo estallido ya se produjo con motivo de la justificada acción contra los “huachicoleros” (sobre cuyos vínculos con los Zetas o el cártel del bajío, en su vertiente de la Nueva Generación jalisciense, como de Santa Rosa, nada se dice oficialmente), y ha generado una crisis doméstica, dentro de otra invisible: la económica, financiera y de operación improvisada del sector de la energía cuya cabeza, la señora Rocío Nahle, poco ha brillado en las semanas recientes, como no sea para proseguir en infatigable lagoteo a los aciertos de su patrón y jefe, las cosas no parecen halagadoras.

La deuda de Petróleos Mexicanos es insostenible. Y por lo visto, su operación, también.

Y en ese sentido se debe analizar otro elemento: el de los trabajadores sindicalizados, a quienes poco se ha reconocido y sí se ha culpado mucho de la crisis. De ésta y de otras crisis anteriores.

El sindicato petrolero hoy tiene la capacidad de distribución de combustible más grande del país. Es propietario de 3 mil 500 “pipas”, frente a las apenas mil 400 de la empresa nacional. Sin ellos no se podría recurrir a “fuentes más seguras de distribución”, como llamaron a los carros cisterna, al comienzo de la escasez, los funcionarios de Pemex para justificar el cierre inoportuno de los vulnerados, los cuales son saboteados una vez reabiertos, con lo cual se cierra el círculo de las explicaciones inverosímiles, así vengan de la boca del señor Presidente de la República.

Quizá la necesidad de contar con el sindicato para enfrentar esta crisis (grande o pequeña así se le debe llamar, como también se debe llamar desabasto a la falta de producto y escasez a su venta racionada), haya movido al presidente López Obrador a limpiar en público la imagen de Carlos Romero Deschamps a quien su gobierno (ha dicho: no persigue.

Es obvio, faltó, quizá, el adverbio de tiempo, todavía).

Dijo Adolfo López Mateos en 1960: “No habrá en la industria eléctrica ni “merinos” ni ladrones, porque contamos no sólo con la energía del gobierno, que habremos de poner en juego, sino con la lealtad de los trabajadores…”

Lo hizo en referencia a Jaime Merino superintendente de Pemex en Poza Rica, pillado en fraude de juguete junto a las cantidades de hoy. Se hizo sinónimo del robo.

Hoy se promete frenar la corrupción. Hace 59 años no fue posible. Ahora ojalá sí lo sea.

rafael.cardona.sandoval@gmail.com

elcristalazouno@hotmail.com