Opinión

Los objetos y la poscrítica

Los objetos y la poscrítica

Los objetos y la poscrítica

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El Coloquio Latinoamericano de Arte No-Objetual y Arte Urbano, 1981 y la exposición, Fetiches Críticos. Residuos de la Economía General, 2011, (ver Artgenetic 3DIC2011), son ejemplos que marcan desde arte de América Latina el debate sobre objetualidad y posturas críticas.

Pertinente caso de la tensión entre crítica institucionalizada y producción objetual y performática son Wendy Cabrera Rubio y sus exposiciones La Historia la Escriben los Vencedores, 2017, en Biquini Wax EPS, que trató migración y colonialismo norteamericano, o Apocalipto, 2019, junto a Josué Mejía en la galería Nordenhake donde abordaron la creación gubernamental y privada de la identidad mexicana al apropiar lo indígena y prehispánico; así como su muestra en Kurimanzutto, Salón de Arte Panamericano, 2020, sobre pintura abstracta mexicana y su relación con el intervencionismo de EU durante la Guerra Fría.

El concepto del Cuchillo de Fantomas de Melquiades Herrera implica la simultánea lectura culta y popular de los objetos, y se articula con lo discutido por Gregory L. Ulmer en El Objeto de la Poscrítica, 1983, donde el collage-montaje cubista derrumbó el contrapunto entre signo y significado, anulando así las oposiciones duales necesarias para ejercer la crítica. Esto ha devenido en la institucionalización de la crítica con artistas como Andrea Fraser, Walid Raad, Harun Farocki, The Camel Collective, The Otolith Group, Raqs Media Collective, etcétera.

En un entorno donde el capitalismo regula todo, este sistema se fortalece con la crítica, entre más tomamos conciencia y nos oponemos al neoliberalismo, más formamos parte de él. Si la institucionalización en museos es un mercado paralelo a la producción objetual de galerías y ferias. ¿Al artista sólo le queda entregarse sin reserva a estas economías?; para la izquierda, esto resulta una esquizofrenia simultáneamente conservadora y subversiva, pero sobre todo, jugar en estos mercados del arte es una necesidad incómoda de la que todos no hemos podido – ni queremos – escapar.

Twitter: @artgenetic