Opinión

Los primeros ochenta años de El Colegio de México

Los primeros ochenta años de El Colegio de México

Los primeros ochenta años de El Colegio de México

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El 8 de octubre se fundó El Colegio de México, Institución pública de excelencia en la investigación y la docencia, cumplió ochenta años como comunidad académica fundada por Alfonso Reyes y Daniel Cossío Villegas, dos grandes intelectuales mexicanos. Una historia vinculada íntimamente con el cardenismo, la migración republicana española y el asilo político a mentes brillantísimas del humanismo hispánico.

Los miembros de la comunidad de El Colegio de México, quienes somos profesores de tiempo o de asignatura, egresados y/o estudiantes, miembros de la Junta Directiva, personal administrativo de apoyo y asociaciones colaboradoras, acudimos a la convocatoria por los medios virtuales a la celebración de este aniversario y a la distancia refrendamos la convicción de que cualquier camino hacia una mayor justicia y desarrollo económico esta construido en el estudio y el trabajo. El conocimiento útil socialmente es producto de la rutina de una investigación cuidadosa y certera, una divulgación constante y una enseñanza con rigor.

Nuestra Presidenta, la Dra. Silvia Giorguli fue la anfitriona del Presidente de la República en un acto extraordinario por dos motivos: reunió al poder político representado por el Presidente de la República con los científicos sociales más connotados -acudieron a la ceremonia los centros de investigación públicos más importantes del país, incluso aquellos que han manifestado un distanciamiento con la 4T- y en los discursos se confirmó que el pensamiento crítico -no sometido a la coyuntura de la política- es lo que permite formar permanente generaciones de investigadores y servidores públicos comprometidos con el colectivo, con el imaginario que es México.

La Dra. Giorguli destacó la naturaleza pública de la institución. El Colegio de México, aunque es una asociación civil no perteneciente a la administración pública federal, recibe transferencias presupuestales porque es importante, indispensable en cualquier sociedad democrática y plural, que haya espacios de reflexión crítica no sometidos a ningún poder político, ni económico. Está separado estructuralmente del gobierno y del sistema de centros de investigación coordinado por el CONACYT, lo que lo dota de autonomía efectiva. La independencia académica se ha consolidado con una distancia prudente de las mieles del poder. En su seno, conviven las formas más diversas de pensamiento con respeto y tolerancia.

Los ex presidentes de El Colegio de México, los doctores Andrés Lira y Javier Garciadiego, dieron cuenta de su fundación y evolución. Ambos narraron el proceso de transformación de un centro de estudio especializado en humanidades a una institución de formación de formadores y de personas que han dirigido e influido en las organizaciones públicas y privadas del país. Logros, vicisitudes y retos para los próximos ochenta años.

El Presidente se comportó como lo hubiera previsto Daniel Cossío Villegas y fue un fiel reflejo de su estilo personal de gobernar. Intentó dar una clase de historia en la casa de los historiadores y sugirió líneas de investigación a los investigadores.

La comunidad de científicos sociales y humanistas reunidos presencial y virtualmente en esta celebración es una expresión de su fortaleza y compromiso con México, que es independiente de la forma en que decida organizarse el gobierno presupuestalmente. Los círculos académicos investigan, enseñan y forman cuando hay recursos o cuando estos escasean. El saber tiene un valor en si mismo y la satisfacción que produce es superior a la acumulación de riquezas y poder.

Ochenta veces ochenta años. Esa es una cifra milenaria. El conocimiento lo es y en éste se sustenta la mayor sublimidad del hombre y su creatividad. La evocación de ese deseo de trascender con el saber acumulado se encuentra en cada estudiante e investigador, pero sólo fructifica hasta que se transmite y divulga. En este sentido, las piedras bellamente dispuestas que contienen el espíritu colectivo de El Colegio de México se transformarán en ruinas, pero su compromiso con la verdad con un impacto social dejará una obra milenaria que seguramente será recordada por las ideas y acciones de los miembros de sus comunidades presente y futuras. La evocación presidencial de la obra de sus fundadores es una clara muestra de la popularización del pensamiento generado en El Colegio de México.

Cada vez que recorro los espacios de El Colegio de México cuando voy a dar mis clases y me integró a esa gran comunidad académica físicamente, renuevo el orgullo de pertenencia a esta institución y al gremio nacional de investigadores a que se refirió la Dra. Giorguli.

Los investigadores y docentes de cualquier institución de educación superior somos un vehículo de generación y trasmisión del conocimiento y esa función por si misma es valiosa. La celebración de los ochenta años de El Colegio de México es un reconocimiento a quienes dedican su vida al trabajo académico, por eso hay que multiplicarlo ochenta veces ochenta.