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Los puños de oro de Julio César Chávez

Al sol declinante de Pipino Cuevas, uno de los grandes ídolos de los años setenta, lo sucedía un nuevo campeón, al que muchos no vacilaron en calificar como el mejor boxeador que ha dado México: Julio César Chávez.

Los puños de oro de  Julio César Chávez

Los puños de oro de Julio César Chávez

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Al sol declinante de Pipino Cuevas, uno de los grandes ídolos de los años setenta, lo sucedía un nuevo campeón, al que muchos no vacilaron en calificar como el mejor boxeador que ha dado México: Julio César Chávez.

A semejanza de El Toro Valenzuela, Chávez venía de un hogar muy humilde, y de familia muy numerosa. Julio César se crió con otros 10 hermanos. Nacido por azar en Sonora, era sinaloense de pura cepa, iniciado en el amateurismo, tenía dos hermanos mayores ya metidos en el boxeo profesional. Tutelado por Ramón, El Zurdo Félix, su mánager, comenzó a ascender, a hacerse notar. Su primer título, el mundial peso superpluma del Consejo Mundial de Boxeo, lo ganó un 13 de septiembre de 1984, derrotando en Los Ángeles a Mario Azabache Martínez, mexicano también, y con ello comenzó una racha fulgurante que dominaría el resto de la década.

Rubén Castillo, Roger Mayweather, Rocky Lockridge y Juan Laporte intentan, sucesivamente arrebatarle el título. Todos fracasaron. En 1987, defiende el título ante un brasileño, Francisco Tomás da Cruz. Pelean en Francia, en un antiguo coliseo romano adaptado. Nueve veces, en aquellos años, el campeón mexicano mantuvo su título para delicia de una afición que lo seguía con el mismo fervor que en otros tiempos había idolatrado al amadísimo Ratón Macías. La diferencia es que El Ratón tenía un dejo de dulzura, y Julio César Chávez era el campeón internacional, de talante desenfadado y combativo que dejó una estela de triunfos al pasar del peso superpluma al ligero, y del ligero al superligero. Llegó, en la cumbre de su fama, al primer año de la nueva década, 1990, a protagonizar “La pelea del año”, donde se combatiría para unificar los títulos, contra Meldrick Taylor, el campeón de la Federación Internacional de Boxeo.

Aquellos años ochenta, en que los mexicanos tuvieron tantos campeones de renombre mundial al mismo tiempo fueron, sin duda, un paliativo anímico para tantas y tantas complicaciones que tuvieron.