Opinión

Lozoya, un sibarita en prisión

Lozoya, un sibarita en prisión

Lozoya, un sibarita en prisión

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Emilio Lozoya ni la burla perdona. Lo atraparon en España, pero no en cualquier lugar de la península, sino en un barrio donde los millonarios, millonarios de Europa tienen sus casas de descanso, en la Costa del Sol. Se trata de La Zagaleta, un antiguo coto de caza cercano a Marbella que es un imán para la gente más rica del antiguo continente.

Tal parece que Lozoya no estaba huyendo, se estaba asoleando en una finca por la que hay que pagar millones para tomar bebidas refrescantes viendo el Mediterráneo. Es injusto decirles casas, son palacetes. El rumor es que Cristiano Ronaldo pasa algunos días de descanso ahí y también Vladimir Putin. O sea, celebridades, futbolistas de élite, empresarios y uno que otro, como Lozoya, prófugo de la justicia con una ficha roja de Interpol a sus espaldas.

Es cierto que no es sencillo entrar, pero también es verdad que está plagada de videocámaras por cada rincón. Ante esto, no es tan vil desear que le toque a Lozoya una celda fría e incómoda. El exdirector de Pemex está acusado de un sinfin de corruptelas, no me toca a mí adelantar si es culpable o inocente, pero lo cierto es que su comportamiento es el de un corrupto cínico que no se tentó en meter a su propia madre en sus enjuagues.

Lo que descorazona es saber que se trata de una persona que nació en pañales de seda. Su abuelo fue un acaudalado médico militar que llegó a ser gobernador de Chihuahua, Su padre, ya rico, fue parte del gabinete de Salinas de Gortari. A pesar de eso, se le acusa de instrumentar un operativo para saquear Pemex, lo cual es el colmo. Si la hizo que la pague y que pase un tiempo largo en una celda donde no pueda ni asolearse. Lo cierto es que la captura de Lozoya en España ocurre en el mejor momento para López Obrador.

Lo escribió muy bien Jorge Zepeda diciendo que la detención en España de Emilio Lozoya, el exdirector de Pemex vinculado a los escándalos de Odebrecht, viene de perlas al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que llevaba varios días sumido en el desgastante proceso de defender el sorteo de un avión (sin avión) y aguantar la indignación de las y los agraviados por declaraciones desafortunadas sobre el tema de los feminicidios.

La aprehensión del funcionario, símbolo de la corrupción del régimen anterior, y la posibilidad de que esto ­desencadene por fin una investigación sobre el expresidente Peña Nieto y su círculo íntimo, ayudará a poner en perspectiva las verdaderas batallas en las que está metida la 4T, más allá de los desgastantes escándalos coyunturales.

Es verdad, la gente, 30 millones de ciudadanos, votó por AMLO harta de los excesos del antiguo régimen. Muchos de esos ciudadanos están decepcionados por el personaje locuaz, barriobajero, gandallita y con un ego colosal en el que se ha convertido en tabasqueño en el poder, pero le siguen dando el beneficio de la duda porque creen que él si puede terminar con la impunidad de quienes acumularon bochornosas fortunas el pasado sexenio.

Lo que sigue es la responsabilidad de las autoridades de llevar a cabo un proceso impecable, sin errores, sin ensañarse pero señalando qué parte del patrimonio de Lozoya es mal habido. No se pide una cacería de brujas ni nada por el estilo pero si la hicieron que la paguen, que se atengan a las consecuencias de sus actos y, sobre todo, que regresen lo que se robaron.

jasaicamacho@yahoo.com
Twitter: @soycamachojuan