El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva salió ayer de la cárcel por primera vez para acudir al entierro de su nieto Arthur, de siete años, fallecido de una meningitis el viernes.

Es la primera vez que autorizan a Lula a abandonar la celda en la que está preso desde abril de 2018, y aprovechó para asegurar que demostrará su inocencia y honrará al niño.

“Su pronunciamiento antes de despedirse nos emocionó a todos. Contó que su nieto venía sufriendo bullying en la escuela y que los compañeros le decían que su abuelo estaba preso por ladrón”, relató el principal líder del Movimiento de los Sin Tierra (MST), Joao Pedro Stédile, un aliado histórico de Lula.

“Entonces, dirigiéndose al (cuerpo del) nieto, se comprometió a luchar de todas las formas para que la Justicia lo reconozca como inocente;  en el cielo, él tendrá mucho orgullo del abuelo que tuvo”, agregó Stédile.

Lula participó en el velorio de su nieto y en la ceremonia de cremación en el cementerio Jardín de la Colina de Sao Bernardo do Campo, ciudad del área metropolitana de Sao Paulo en la que comenzó su carrera política y en la que tiene residencia.

En la ceremonia, Lula estuvo custodiado en todo momento por la policía federal, y le acompañaron parientes, amigos y líderes políticos como Dilma Rousseff, además de una multitud de seguidores.

En enero falleció un hermano de Lula, y las autoridades penitenciarias le negaron el derecho a acudir al entierro porque no había tiempo para preparar el dispositivo. Luego la justicia dio la razón al expresidente, pero era tarde.