Con el ánimo más guerrero que nunca (comercialmente hablando), el presidente de EU, Donald Trump, llegó a la Cumbre del G7 en Biarritz (Francia), lanzando amenazas al anfitrión, Emmanuel Macron, de que impondrá aranceles al vino francés, si el país europeo insiste en gravar a los gigantes tecnológicos de EU. “Si lo hacen, impondremos aranceles como nunca han visto”, advirtió el republicano, reafirmando así su estrategia de chantajear al mundo con diferentes guerras comerciales, como hace ya con China. Macron conoce de sobra el mal humor de Trump, su alergia a las cumbres multilaterales y su carácter impredecible. En la Cumbre del G7 de 2018, celebrada en Canadá, retiró la firma del texto a última hora porque le disgustaron las palabras del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en la rueda de prensa final. Para calmarlo, le ofreció una lujosa cena en el faro de Biarritz, sólo para ellos y sus esposas, luego de la foto oficial con los líderes de Japón, Alemania, Gran Bretaña, Canadá e Italia, los otros miembros del G7. La cena, como no podía ser de otra manera, estuvo regada con vinos franceses. Lo que haya sobre la mesa —la guerra comercial, el regreso de Rusia al G7 o una respuesta internacional a los incendios en la Amazonia— tendrá que esperar al día de hoy. Mientras tanto, un total de 68 personas fueron detenidas en las protestas que se desarrollaron este sábado contra la cumbre en esa ciudad vascofrancesa.