Cultura

Maestros decimeros recuerdan sus inicios en la música tradicional

Bartolo Rivera narra con décimas cómo fueron sus primeros cantos en 1955. Galvino Montealvo cuenta que en 1966 se le abrió la puerta cuando le regalaron un violín.

Bartolo Rivera narra con décimas cómo fueron sus primeros cantos en 1955. Galvino Montealvo cuenta que en 1966 se le abrió la puerta cuando le regalaron un violín.

Maestros decimeros recuerdan sus inicios en la música tradicional

Maestros decimeros recuerdan sus inicios en la música tradicional

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Del 29 de diciembre de 2019 y hasta el primero de enero del 2020 se llevó a cabo la 37 edición del Festival del Huapango Arribeño y de la Cultura de la Sierra Gorda en el municipio de Xichú, Guanajuato. Durante esta festividad de fin de año tuvo lugar un conversatorio en donde poetas decimeros hablaron de la tradición de la música de huapango, sobre la música y las composiciones del siglo anterior y sus semejanzas y diferencias con lo que se hace en el siglo XXI.

En esta ocasión dialogaron el maestro Bartolo Rivera, del municipio de Xichú, Guanajuato; y Galvino Montealvo, de Ríoverde, San Luis Potosí. Rivera comentó que comenzó a trabajar el arte de poesía cantada en el año de 1955, y que este comienzo lo memorizó en unas décimas: “Bernal se llama la tierra mía, donde nací y en donde yo fui criado, bajo el aprecio, bajo el cuidado, de un padre y madre que yo tenía. / Un documento me hace entender, es un pedazo de papel mocho, en mil novecientos y treinta y ocho, la luz al mundo yo vine a ver, sobre la tierra donde llegué a ser, de niño un joven cuando creciera, y aquel paisaje que me veía, con sus aromas me deleitaba, con un verso les platicaba, el cual se llama la tierra mía. / El señor cura Carmen Espino dictó mi nombre Bartolomé, cuando en la iglesia me dio la fe, para que amara a mi dios divino, que me había puesto sobre un destino que ya muy pronto confesaría, pasado el tiempo se llegó el día que nunca he hablado y que no olvidara, y que en un verso les platicara, Bernal se llama la tierra mía”.

Mientras que don Galvino dijo que él comenzó en el año de 1966, cuando un padrino suyo le regaló un violín, y ya para el año del 67 decidió que ése era su destino y no el del basquetbol, deporte que practicaba. Galvino tocaba en la agrupación de su padre, pero también llegó a tocar el violín con Tacho Hernández, conocido músico de su región con el que también tuvo varias topadas. “Recuerdo que mi padre y don Tacho murieron en 1986, y ahí se me acabaron mis maestros”.

Hay que recordar que Bartolo Rivera fue uno de los maestros del decimero Guillermo Velázquez, líder de Los leones de la sierra, por ello Rivera recordó que cuando escuchó por primera vez las composiciones de Guillermo, en 1977, le manifestó que era muy bueno para “ese destino. Yo le pregunté si alguien le había enseñado antes, y Guille me dijo que Pánfilo Alvarado le había enseñado, y ahí entendí, ya que Pánfilo fue el primero que se dio cuenta del reglamento de esto de la poesía. Cada vez que nos encontrábamos yo le decía que le siguiera, y así pronto tendría todo un material propio, porque los que nos dedicamos a esto comenzamos con material que no es nuestro”.

Entre el público se encontraba Guillermo Velázquez, quien rememoró en verso cómo conoció a Bartolo: “Con don Bartolo Rivera anduve muchos caminos, arbustos, robles, encinos, me miraron a su vera, con mi quinta huapanguera, y los ojos bien abiertos, a secretos descubiertos, que me confió su memoria, vinculados a la historia, de poetas vivos y muertos”.