Opinión

Maestros y científicos

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La relación política entre el Sindicato Nacional que representa al magisterio del país y que lidera Alfonso Cepeda Salas, con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene una funcionalidad que ha sorprendido a muchos.

Gracias a la tradicional institucionalidad, hay diálogo, entendimiento y acuerdo entre ambas partes que sustentan avances importantes para mantener a flote el sistema educativo nacional, incluso  ante la  turbulencia de la pandemia.

Y para muestra ahí está la reciente basificación de más de 44 mil trabajadores de este gremio en la CDMX lo que representa certeza y confianza laboral, pero, sobre todo, le otorga solidez al sistema educativo, pues en lo que va del sexenio son casi 500 mil trabajadores de la educación del país los que han sido beneficiados con ese proceso.

Es el fruto de un largo proceso de negociación en la que ha habido buena voluntad de ambas partes. La representación sindical exige y se negocia ante la autoridad el reconocimiento de las plazas de trabajo y de los trabajadores que las ocupan y que han devengado ese derecho con su esfuerzo.

Claro que las relaciones políticas que la representación sindical construye son vitales y se convierten en un sustento que aterrizan en las mesas de negociación, de allí que la labor que ha venido desempeñando el dirigente del SNTE Cepeda Salas, consolida dichas relaciones para beneficio de sus agremiados que se ganan sus derechos trabajando.

El cartel de los científicos

Me consta que integrantes de las comunidades científica y cultural del país tenían altas expectativas en torno al triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador.

Escuché decir en charlas con amigos, reuniones familiares, compañeros de trabajo, que el triunfo de Morena equivaldría a una inyección de recursos y nuevas oportunidades para los creadores, en todos los ámbitos, cine, literatura, música, promoción cultural.

Meses después atestigüé como esos trabajadores culturales trataban de cobrar, sin éxito, algo de dinero que las autoridades no querían pagarles y desde entonces andan por ahí, como almas en pena, preguntándose cómo fue que las cosas salieron tan mal, por qué su candidato les dio la espalda siendo presidente.

Los vi tratando de llegar a fin de mes de repartidores alimentos, manejando ubers, dando clases particulares, pensando en irse a cosechar mariguana a EU. Algo similar ocurrió con los científicos, que también en bloque votaron por Morena, y que ahora, a tres años de la 4T, se preguntan porque el gobierno los quiere meter a la cárcel y los equipara, a ellos, los que coleccionan posgrados, con bandas del crimen organizado. Son, para la FGR, el cartel de los científicos.

La ofensiva no se limita a los integrantes del Consejo de Ciencia. Ayer un grupo de senadores de Morena pidió a la UIF investigue a la UNAM y a otras casas de estudios por el uso de dinero para pagar falsos investigadores, que despilfarran en el turismo internacional. De modo que no solo los científicos vinculados al Conacyt están en la mira de las autoridades sino los de todas las casas de estudio. El gobierno y su partido enloquecen.

Al interior de Morena hay algunas personas sensatas, o al menos me gusta pensar que hay universitarios distinguidos como la doctora Sheinbaum y el doctor Monreal que deben estar experimentando pena ajena. La pregunta que se hace en las redes es: ¿Una vez que tengan detenidos a los científicos con qué grupo seguirán?