Opinión

Marcos Fastlicht Sackler, empresario y activista

Marcos Fastlicht Sackler, empresario y activista

Marcos Fastlicht Sackler, empresario y activista

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Mientras todo se debate entre conservadores y liberales, fifís y chairos, gobierno y oposición, parece que estamos perdiendo de vista lo esencial, el fondo, el por qué de los problemas que tenemos como nación. Por supuesto no todo es negativo, pero temas como la violencia, la corrupción y la perdida de valores cívicos echaron una raíz tan fuerte que no sólo debemos preguntarnos qué persona o qué partido ganará la presidencia, las gubernaturas, las alcaldías o la mayoría en el congreso, sino que es más trascendente cuestionarnos si habrá una transformación en los ciudadanos, sus hábitos y su actitud hacia la transformación que todos decimos querer, hacia el republicanismo.

En el más reciente libro del prestigiado abogado y activista Ulrich Richter, El Ciudadano Republicano y La Cuarta Transformación, prologado por el empresario Marcos Fastlicht, subraya “que el ciudadano es el actor principal de la política, sea quien sea el líder político, el mandatario o presidente en turno". Las expectativas de los electores, al menos desde el 2000 hasta la fecha, han estado puestas al cien por ciento en los líderes políticos, muchos que han prometido acabar con malas prácticas, reformar instituciones, consolidar el estado de derecho e impulsar el crecimiento económico, sin que a la par se visualice en los ciudadanos mexicanos actitudes de cambio, sin haber una aportación concreta en el hacer o dejar de hacer para poner la parte que sí nos toca.

Cierto es que en México ya hay una sociedad que demanda cada vez más sus derechos, pero la mayoría sigue sin asumir mayores compromisos con las obligaciones más básicas como habitantes, como parte de una sociedad y de un espacio físico. La casa de muchos parece ser de la puerta de su casa hacia adentro, todo lo demás es ajeno, afuera de aquélla es problema de nadie, pero lo es de todos.

El déficit de ciudadanos es el problema de México, dice Richter Morales en su más reciente libro, definiendo al ciudadano como aquel que respeta las reglas de convivencia. En momentos donde casi todos, medios, analistas, políticos, partidos, voltean a ver a los gobiernos como culpables de todo, Richter voltea al ciudadano y apela al desarrollo y descubrimiento de las virtudes republicanas para transformar a nuestro país, independientemente de quién gobierne, así como ha de reestablecer la educación cívica de manera oficial, proponiendo un programa concreto para hacerlo.

También exhorta a la participación ciudadana por varias vías, una de ellas la eminentemente política, transitando de la democracia representativa a la democracia participativa, ésta que sin duda es parte de la visión política del presidente López Obrador y que Ulrich Richter enfatiza como parte de esa transformación necesaria. Para este propósito se suman al plebiscito, referéndum y a la iniciativa ciudadana, figuras como la consulta popular que hoy ya es un derecho pero es nugatorio por lo complejo de sus requisitos y la revocación del mandato que esta semana fue aprobada en el Congreso y que cambiará radicalmente la forma de gobernar y la vinculación entre gobernante y gobernados.

El gobierno por su parte jamás podrá deslindarse de darnos lo que es inherente al Estado, la justicia y la seguridad, debiendo además basarse en el interés común y no en el personal para que haya república. Es entonces, como propone El Ciudadano Republicano y la Cuarta Transformación, hora de invertir en hacer y hacernos ciudadanos republicanos, es la reforma estructural que apremia, y quizá así los grandes problemas de México empiecen a superarse.

@AMaximilianoGP

maximilianogarciap@gmail.com