Opinión

Más sobre vacunas anti-COVID y trombosis

Más sobre vacunas anti-COVID y trombosis

Más sobre vacunas anti-COVID y trombosis

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La semana pasada llegamos al trágico número de 3 millones de muertes por COVID en el mundo, sobre un total de 143 millones de casos reportados, para una mortalidad que se mantiene alrededor del 2%. Es claro que se trata de una enfermedad con mucha facilidad de transmisión, pero afortunadamente no tan grave como la generada por otros virus, por lo que la inmensa mayoría de los casos se resuelven favorablemente.

Si analizamos los casos reportados (coronavirus.jhu.edu/map.html), los lugares uno al seis los ocupan, en este orden: Estados Unidos, India, Brasil, Francia, Rusia y el Reino Unido, mientras que si nos vamos a muertes reportadas del 1 al 6 encontramos a Estados Unidos, Brasil, México, India, el Reino Unido y Rusia. Nuestro país es el único que no está en la primera lista, pero si en la segunda, lo que muestra cómo la poca aplicación de pruebas no permite reflejar el número de casos reales.

¿Cuántos casos habrán ocurrido realmente en nuestro país? Si asumimos que en México la mortalidad en pacientes con COVID es similar a la mundial, o sea del 2 %, y tomamos en cuenta el número oficial de muertes por COVID, entonces el número de casos en nuestro país debe andar por ahí de 10 millones. Sin embargo, si le agregamos la mortalidad reconocida como asociada al COVID, reportada al pasado 20 de abril (coronavirus.gob.mx/exceso-de-mortalidad-en-mexico) que es de 316,344, sugiere entonces que en México hemos tenido alrededor de 15.5 millones de casos, muy superior a los 2 millones trescientos mil que se han reconocido.

Lo único que puede frenar a la pandemia es la vacunación masiva de la población, para la cual se han generado diversidad de vacunas que ya se están aplicando en el mundo, desafortunadamente con una disparidad que duele, como dijo John Donne, “porque estoy ligado a la humanidad, por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti”.

La meta de vacunar a toda la humanidad se ve difícil y se ha complicado en semanas recientes por una campaña de desinformación y de lo que podría ser un juego sucio entre compañías y/o la propaganda mal intencionada de los antivacunas. Por unos reportes de trombosis asociados a las vacunas de adenovirus de AstraZeneca y de Johnson & Johnson (J&J), se ha frenado en Estados Unidos y algunos países de Europa la utilización de estas vacunas en lo que se averigua más al respecto. Esto ha generado incertidumbre y en algunos casos miedo a estas vacunas.

Los casos de trombosis reportados son de un tipo raro de trombosis que es la de los senos cavernosos del cerebro, conocida como trombosis venosa cerebral (TVC). El cerebro tiene una serie de conductos venosos que le permite drenar la sangre interna y la superficial en algunos senos venosos que a su vez drenan la sangre en las venas yugulares. Estos se pueden tapar con un trombo y producir un cuadro que pone en peligro la vida.

La revisión de la literatura sobre este problema muestra que es raro y ocurre generalmente en mujeres jóvenes. La mitad de los casos asociados al período de parto o puerperio. Con el advenimiento de metodologías finas para diagnósticos vasculares cerebrales el problema se puede detectar a buen tiempo y tratarlo, con lo que la mortalidad se ha reducido, de casi el 100 % hace 50 años a menos del 5 % en la actualidad. La mitad de los casos son agudos, se instalan en horas y, a la otra mitad les lleva entre siete y 30 días. Se manifiesta por dolor de cabeza intenso, datos de déficit motor o focalización y puede haber convulsiones.

Con la vacuna de AstraZeneca se han reportado en Europa 168 casos en 34 millones de vacunas aplicadas, para una tasa de 5 por cada millón vacunados. Los reportes con la de J&J son 6 casos en 6.8 millones de vacunados, para una tasa de 0.88 por cada millón de vacunados. Esto es por tanto una eventualidad extremadamente rara.

Un estudio reciente que analizó 513,284 casos de COVID reveló que la tasa de trombosis venosa cerebral en los siguientes 15 días del diagnóstico de COVID fue de 39 por millón. O sea, que es mayor el riesgo de desarrollar una TVC si se contrae COVID, que con la vacuna (https://osf.io/a9jdq/). Adicionalmente, contraer COVID tiene, como ya vimos, una mortalidad del 2%. Es decir, de 20,000 por millón, mucho peor que el 5 por millón para desarrollar TVC.

Como lo he comentado en editoriales previas, cualquier cosa que quiera uno hacer en millones de gentes, inevitablemente va a traer algunos efectos secundarios no deseables, que generalmente tienen que ver con la predisposición genética para desarrollarlos.

El hecho de que la TVC se vea en mujeres jóvenes, sugiere que puede haber un fenómeno autoinmune en el que por predisposición se genera una reacción a algún componente de la vacuna, que activa al sistema plaquetario, algo que recuerda el síndrome antifosfolípido que se ve generalmente en mujeres jóvenes que hacen trombosis arteriales. De hecho, las TVC asociadas a la vacuna se han visto acompañadas de disminución en el conteo de plaquetas (trombocitopenia), probablemente porque la activación de éstas por un lado genera el trombo y por otro lado, las consume. Lo que no tenemos idea es porqué ocurre particularmente esto en los senos cavernosos del cerebro.

Según un análisis reciente de la Universidad de Duke (launchandscalefaster.org/covid-19/vaccinemanufacturing), las vacunas de AstraZeneca y de J&J son las que más dosis van a aportar para cubrir la necesidad de vacunar a todos en el mundo. De particular importancia es que este análisis muestra que justo estás son las vacunas que pueden adquirir los países con menores recursos, porque son las menos caras.

Suspender el uso de estas vacunas sería un error y complicaría la meta de lograr la vacunación universal lo antes posible. En tal caso lo que se podría hacer es procurar que en las mujeres jóvenes se utilicen preferentemente otras vacunas.

Dr. Gerardo GambaInstituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán eInstituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM.