Metrópoli

“Me llueve sobre mojado, era dueño, pero incendio y COVID me convirtieron en chalán"

Es una historia del 63 aniversario de la Meche, el mercado de la Merced, punto emblemático de la ciudad y que, antes de que a todos nos lloviera en lo mojado, debía ser renovada

“Me llueve sobre mojado, era dueño, pero incendio y COVID me convirtieron en chalán

“Me llueve sobre mojado, era dueño, pero incendio y COVID me convirtieron en chalán"

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“Tras reponerme del incendio que acabó con mi negocio, ahora el COVID-19 me arrebató lo poco que me quedaba”, cuenta Don Toño, quien angustiado dice que no ve la luz al final del túnel.

La noche del martes 24 de diciembre del 2019 se registró un incendio que consumió varios locales del popular Mercado de la Merced, y para Luis Antonio Flores, a quien sus amigos y conocidos le dicen Don Toño, ese sería el día en el que recibiría un golpe del cual no ha podido reponerse hasta ahora.

Originario de Apizaco, Tlaxcala, Toño jamás corrió con la suerte de poder ir a la escuela, cuenta que su último grado de estudio fue la secundaria, a los 16 años cuando decidió abandonar los estudios para dedicarse a trabajar en el campo, con su padre.

“Nunca tuve un padre amoroso y menos una madre que se preocupara por mí, lo único que se hacer es trabajar el campo”, comenta.

Aunque su niñez no fue nada sencilla, el hombre, cuenta, acuñó con gusto el oficio que le enseñó su padre, pues, aunque él siempre quiso ser doctor, sabía que jamás tendría la posibilidad de cumplir su meta.

“Zanahoria, papa y hasta pera, en las tierras de mi padre se daba de todo, pero fue debido a sus problemas económicos que tuvo que vender todos sus terrenos”.

Fue hasta los 30 años que Toño decide casarse con novia Karina; ambos optan por emprender una nueva vida en la capital del país, para buscar un mejor futuro. Aunque al principio no todo era miel sobre hojuelas pues, narra, tuvo que hacer todo tipo de trabajos para poder ahorrar lo suficiente y emprender su propio negocio.

“Tuve que aprender a ser albañil, pintor y hasta costurero, la vida en la ciudad no se compara para nada en el campo y yo tenía que hacer de todo para darle de comer a mi familia”, señala melancólico.

Los años pasaron y el fruto de su esfuerzo dio resultados, Toño junto lo suficiente para poder abrir su negocio de verdulería, aunque al principio las ventas eran pocas y la ganancia era nula, esto no desmotivó al matrimonio pues durante más de 11 años atendieron el negocio con la esperanza de dejarles una herencia a sus hijos.

“Fui víctima de robos, de extorción y de amenazas y ni aun así renuncié a mi changarro, es lo único que podía dejarle a mi familia”, dice con voz quebrada Don Toño.

Bastó el incendio de aquel 24 de diciembre para arrebatarle lo que con mucho esfuerzo y sacrificio había logrado.

“Lo más difícil, sin duda, es ver como el patrimonio que con tanto esfuerzo logré conseguir quedó hecho cenizas, pues con la pérdida de mi mercancía las deudas comenzaron a crecer”.

El tiempo pasó y al igual que muchos locatarios don Toño inició la reactivación de lo poco que quedaba de aquel negocio soñado. Aunque en repetidas ocasiones pensó en abandonar su local y volver a su natal Tlaxcala, Toño invirtió lo último de sus ahorros para sacar a flote el barco que lentamente se hundía.

“Pensé que lo peor ya había pasado, que con mi familia y con la ayuda de Dios saldríamos adelante, dicen que Dios aprieta, pero no ahorca y, creo que me está poniendo una prueba muy fuerte”, cuenta angustiado.

Y es que solo tres meses después una nueva crisis llegaría para atormentar a la familia Flores; sin previo aviso, el COVID se apoderó del mercado, comenta que diariamente se reportaban personas enfermas. Debido a la edad y vulnerabilidad de su esposa tuvieron que cerrar el negocio.

“Primero fue la quemazón, nos pusieron las tablas entonces la gente no podía atravesar, haga de cuenta que mis clientes se quedan del otro lado y luego la pandemia me afectó porque dejé de vender y todos mis clientes se fueron”.

Lleno de deudas y sin nadie más a quien acudir Don Toño vendió lo poco que le quedaba de su mercancía a uno de sus compañeros, paso de ser el dueño del local a convertirse en chalán para poder seguir obteniendo algún ingreso que le ayude a mantener a su familia.

Ahora, en pleno aniversario número 63 de este concurrido mercado, Don Toño recuerda con nostalgia sus primeros días como comerciante lo que lo motiva a seguir adelante.