Opinión

Medicina digital

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La tecnología ha modificado todas las áreas del funcionamiento humano cambiando las formas en las que nos relacionamos con el mundo. Por esta razón, quiero detenerme y reflexionar sobre cómo el acto médico ha sido modificado debido al total flujo de información y a los dispositivos inteligentes.

Para organizar esta reflexión, puntualizaré:

Pensemos en nosotros mismos, el principal motivo de búsquedas en línea es la salud. En cuestión de temas médicos domina, por mucho, la discusión sobre cómo bajar de peso, los suplementos alimenticios, el mejoramiento del sueño y la prevención de enfermedades. Es más, 2 de cada 3 de las personas googlean acerca del médico que les ha sido recomendado y con el que sacaron una cita antes de llegar al consultorio. Cerca del 60% de los pacientes realizan búsquedas sobre los medicamentos o procedimientos que les sido prescritos al salir del centro de salud. Ya no existen los pacientes que confían ciegamente en la consulta magistral del médico, todos están informados. El verdadero reto es que la información sea confiable y segura.

La tradición era que los médicos llenáramos la agenda gracias a la publicidad de boca en boca de pacientes y familiares satisfechos con nuestros servicios. Ahora, la medicina se ha visto invadida por los conceptos del marketing digital, las páginas web con los servicios que se ofrecen, los directorios médicos con comentarios y clasificaciones por estrellas (cinco estrellas = excelente servicio), agendas interactivas que permiten hacer citas sin hablar con la asistente, pago de anuncios en buscadores para aparecer más altos en los resultados y publicidad en redes sociales y apps que localizan al especialista más cercano a casa. Ya nadie busca doctores en la sección amarilla.

En los 90´s y 2000´s, había que montarse en servidores complicadísimos que sólo podían tener universidades o instituciones gubernamentales de salud para poder hacer los programas de telemedicina. Ahora, existen múltiples plataformas que se pueden prestar para realizar consultas a distancia o el seguimiento de la evolución de los pacientes. Ya no existen los “beepers” y el contacto con el médico es prácticamente 24X7 por redes sociales o apps específicas que permiten comentar urgencias y dudas sobre el tratamiento. Un tratamiento exitoso actual incluye la retroalimentación constante entre médico y paciente.

No sé cómo sea en otras especialidades del conocimiento humano, pero en el caso de los médicos, actualmente nuestros perfiles en redes sociales no son personales, son de facto, perfiles profesionales. Cualquier opinión que vertamos escrita o en video sobre un tema médico tiene el potencial de viralizarse y de ser tomada como “oficial” ya que el que lo dice es un doctor. Esto abre un debate inacabable sobre los manuales de buenas prácticas de difusión de conocimiento médico en línea. Todos los médicos debemos de saber que somos potenciales influencers de nuestra área de conocimiento en tiempo real.

Una vez realizada una consulta médica, la tecnología nos permite acceso a un universo nuevo de posibilidades de seguimiento. Podemos tener entrada a la información genética de las personas. Existen legislaciones sobre el expediente electrónico que contiene los datos completos de cada paciente, y que se puede compartir con todos los involucrados al cuidado de su salud. Es posible que mi historial de búsquedas en línea se convierta en un patrón de emociones y pensamientos que son valiosos para realizar diagnósticos. Con mis compras en línea de medicamentos, puedo aproximar del apego al tratamiento farmacológico. Los wearables y otros devices están transmitiendo información todo el tiempo, desde variables cardiovasculares, hasta los pasos que se dan, los esfuerzos de activación física y patrones de sueño. Es más… ¡Mi historial de canciones en plataformas digitales bien podría decir si estoy deprimido o estoy contento!

En conclusión, el internet cambió al mundo, pero también está cambiando el acto hipocrático de una forma que no es ni buena ni mala, es y hay que adaptarnos y aprovecharlo para el mejoramiento de nuestra salud.