Opinión

Metamorfosis del libro

"Metamorfosis de la lectura", libro de Román Gubern, establece una apasionante línea del tiempo sobre el origen y trayectoria del libro, la lectura y la escritura desde la prehistoria hasta nuestros días

Metamorfosis del libro

Metamorfosis del libro

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La cultura, como las tres religiones mayoritarias de occidente, se basa en el Libro, ya sea religioso o pagano, pero de presencia incuestionable, lo mismo cuando se habla de revoluciones científicas, sociales o artísticas, especialmente a partir del Renacimiento; sin embargo, en la época posmoderna se pone en duda su existencia, debido al amplio desarrollo de los usos visuales, cuyas diversidades y prácticas, nos enfrentan a la “patallización”.

En este contexto, Metamorfosis de la lectura, libro de Román Gubern, establece una apasionante línea del tiempo sobre el origen y trayectoria del libro, la lectura y la escritura desde la prehistoria hasta nuestros días; sin descuidar sus vinculaciones innegables con el desarrollo cultural, social, religioso y tecnológico de la humanidad.

El autor nos recuerda a san Juan el evangelista, quien afirmaba que “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, para establecer la analogía con el origen del lenguaje verbal humano, pues éste representa el punto de partida del Homo sapiens y su cabal escisión de la naturaleza material, para ascender a un mundo simbólico y mental, muy alejado, para entonces de sus congéneres chimpancés.

El otro gran tema es la distancia que media entre la oralidad y la escritura, pues abarca un lapso de aproximadamente 200,000 años de intercambio de mensajes cifrados en lenguaje no verbal y hablado, sin la acotación fonética que suponen los símbolos escritos. En estos ámbitos, se desarrollaron las cosmovisiones de los pueblos primitivos, sus rudimentos mitológicos, religiosos y los primeros descubrimientos como la domesticación del fuego, el uso de la rueda, la agricultura y la ganadería y, sobre todo, aparecieron los sistemas de gobierno primitivos, legitimados por las normas arcaicas.

Justo cuando la complejidad administrativa requiere de registros de memoria más estableces, surge la escritura. En Babilonia y Asiria hay anotaciones contables en tablillas de arcilla que datan de 3000 años antes de Cristo; en Egipto se escribe en las paredes de las tumbas de los faraones y en el papiro, y siglos más tarde, en la ciudad griega de Pérgamo aparece el “pergamino”, que será la piel curtida, especialmente de cabras y vacas que fungirá como soporte de la escritura hasta la aparición de la imprenta, en el siglo XV, cuando se produce el papel, bajo la técnica de los chinos, introducida en Europa por los árabes.

En este proceso, no debemos olvidar el prestigio de la piedra o el mármol como depositarios de la memoria y la escritura perennes. Según la Biblia, los mandamientos de la ley de Dios fueron dictados a Moisés, el escultor de la voluntad divina; el código de Hammurabi se conserva en tablillas cocidas, duras como roca y la piedra roseta, labrada en caracteres egipcios y griegos, es la puerta de entrada a la escritura de los faraones. La piedra en las culturas mesoamericanas fue esencial para inmortalizar su pasado.

La historia del libro, después de Gutenberg, parece de todos conocida. Este impresor holandés editó 120 ejemplares de la Biblia, y el costo fue tal que lo llevó a la ruina; sin embargo, su ejemplo cundió e inició el proceso de publicación de los libros incunables, con su trasfondo de cambio social. Gubern recuerda a Lutero, quien tradujo e imprimió el Nuevo Testamento y del mismo modo Calvino multiplicó las ediciones de sus Instituciones de la religión cristiana en el siglo XVI; obras que desmontaron el dominio medieval de la iglesia católica.

“La edición de libros es la más antigua de las industrias de comunicación de masas”

La influencia de la revolución de Gutenberg es tal que Gubern la resume de este modo: “La edición de libros es la más antigua de las industrias de comunicación de masas. Y el libro ha sido el vehículo por excelencia de la hegemonía cultural cristiana en la Edad Media, pero también de la reforma protestante, durante la Ilustración sembró la semilla de la Revolución Francesa y de las revoluciones democráticas en Occidente y luego del movimiento comunistas en el siglo XX, antes de expandir los provocativos interrogantes de la posmodernidad.”

Pero tampoco se deben olvidar los libros y autores que empujaron el desarrollo científico como el Discurso del método de Descartes, Filosofía natural y Principia matemática de Newton; Origen de las especies de Darwin o El capital de Carlos Marx, entre muchos otros que constituyeron una revolución del pensamiento y, sobre todo, de la técnica, que tuvo tres momentos estelares, según nuestros autor: la aparición de la máquina de vapor (siglo XVIII), del motor de explosión controlada, la electricidad y la química aplicada a la industria (entre los siglos XIX y XX) y, por último, el auge de la cibernética y la informática (segunda mitad del siglo XX) que no solo han modificado las comunicaciones, sino han impactado en el mundo laboral.

Las nuevas tecnologías han colocado a la humanidad frente a una pantalla; en la pantalla del cine, del televisor, de la computadora, la tableta o el celular, y pareciera haberse perdido el contacto con las cosas del mundo. La gente ha dejado de ver su entorno para fijar la mirada en un vidrio que congrega el Punto G (o el centro erótico del universo). Y ante esta vorágine, u hoyo negro fantasmal, el libro de nuestros ancestros ha sido arrastrado.

El periplo del libro, cuyos antecedentes vienen de la arcilla, la piedra, el papiro, el pergamino y el papel pareciera tomar un nuevo vehículo de transporte: la pantalla digital. Atrás quedó el sudor de la piedra o el mármol, y los pesados músculos del escultor; el olor de la piel o la lisura del papel, ahora todo es táctil. El e-book es el sucedáneo natural de esta hermosa bestia que llega al final de su carrera evolutiva y, sin embargo, quizá cuando despertemos, el libro aún siga allí, como el viejo dinosaurio de Monterroso.

Para Gubern, ambas envolturas, la de papel y la pulsión luminosa, habrán de convivir por muchos años, porque el libro de papel puede funcionar sin energía eléctrica, le basta la respiración, las conexiones neuronales, los latidos del corazón.