Opinión

Metro de la CDMX: amor y odio

Metro de la CDMX: amor y odio

Metro de la CDMX: amor y odio

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El Metro es un emblema de la Ciudad de México. Las personas pasan muchísimo tiempo, más del que quisieran, usándolo. Mañana, el Sistema de Transporte Colectivo Metro cumple 50 años de trasladar a millones de personas.

La ciudad es caótica, hostil, y uno de los mayores problemas que tiene es su movilidad. Sin el Metro la ciudad colapsaría, pues diariamente transporta a 5.5 millones de usuarios a través de sus doce líneas.

Durante años fue mi medio de transporte. En el Metro cruzaba toda la ciudad, desde el norte hasta el sur, para ir a la Universidad. En él leí, dormí, comí, lloré, reí. También ahí aprendí la cantaleta “al mirar llegar los trenes no se aviente para entrar, si en diecisiete segundos no ha podido ni se meta, ni se baje la banqueta que se puede rostizar” (léase cantando).

Tengo muchas experiencias ligadas al Metro. Cualquier habitante de la ciudad y sus alrededores seguramente tiene una anécdota positiva o negativa. Desde hace más de cuatro años sufro una fobia al Metro, sobre todo al de la Ciudad de México. No puedo subirme sola sin sufrir un ataque de pánico. Espero un día superarlo. A veces lo extraño. Otras veces no. Porque ya no es como lo recuerda Chava Flores “ni grandote, rapidote y limpiote”, ahora ya no hay tanta diferencia con el camión de su compadre Jilemón.

En estos últimos años ha tenido un desgaste considerable en mantenimiento y funcionamiento, se necesitan nuevos trenes y vagones, las estaciones se inundan fácilmente, hay exceso de ambulantes y se ha convertido en un foco para las agresiones, el acoso sexual  y otros delitos, como robos y secuestros.

Subirse en hora pico es un suplicio, y no sólo para los ansiosos como yo. Cualquiera puede experimentar un ataque de pánico cuando se detiene el tren en medio de cada estación. En época de lluvias puede convertirse en parque acuático y es necesario entrar con chaleco salvavidas o saber nadar. Con calor, uno conoce el fuego del infierno. Hay tantas personas en el andén y los vagones que podría ser el escenario perfecto de una película de zombies.

Sin embargo, el Metro es esencial para la movilidad capitalina. El gobierno tiene que rescatarlo, mejorarlo, ampliarlo, hacerlo más seguro para las personas. Durante muchas administraciones ha estado abandonado. La corrupción lo ha debilitado. Saqueado.

La Ciudad de México necesita también ampliar otros transportes de apoyo al Metro como: Metrobús, RTP, tren ligero, autobuses, la red de ecobicis y ciclopistas. El transporte público es la única forma de mejorar la movilidad en esta gran ciudad, aunado a otras políticas públicas y privadas como: creación de fuentes de trabajo en las periferias de la Ciudad y el Estado de México, trabajo desde casa, así como horarios de escuela y trabajo que eviten las concentraciones en determinadas horas.

50 años después, el Metro necesita una cirugía mayor. Tiene que ser otra vez eficiente en una ciudad que cada vez se expande más. Que el Metro no muera nunca. Es nuestra columna vertebral para recorrer nuestro querida y odiada CDMX.

Twitter: @wendygarrido
wengarrido@gmail.com