La generación millennial se sitúa para unos entre 1978-1995 y para otros entre 1981-2004. Esta indefinición se corresponde con los alcances de artistas millennials, quienes no han logrado discursos sólidos que conecten investigación estética y formal con su entorno social, cultural y político.

A pesar de antecedentes como Teresa Margolles, una de las mejores artistas globales en usar como material escultórico al cuerpo humano al conectarlo al entorno de violencia social y de guerra al narco calderonista, los millennials mexicanos no han entendido la relación entre contexto social y transformación de procesos estéticos históricos o creación de nuevos.

Desde Juan Acha hasta Irmgard Emmelhainz y Cuauhtémoc Medina, los temas sociopolíticos han desplazado a lo estético, abuso denunciado por Benjamin H.D. Buchloh en Formalismo e Historicidad, 1977-96, e institucionalizado en México desde la muestra, Yo sé que tú Padre no Entiende mi Lenguaje Modelno, MUAC, 2014-15, y globalmente en Prince·sse·s des Villes, 2019, Palais de Tokyo, París, curaduría condescendiente sobre ciudades tercermundistas caóticas pero creativas y donde Biquini Wax EPS presentó una obra colectiva de pobre discurso estético que al usar figuras de caricatura para referir como Naftalgia la liberalización del mercado y la economía mexicana que con el TLC se suaviza y auto-neutraliza al infantilizar su comentario político crítico, regresando así al arte latinoamericano al exotismo periférico de exhibiciones como Magiciens de la Terre, 1989.

En el entorno actual posglobal del brexit y Trump ¿las generaciones pos-millennials estarán ávidas por asimilar arte del siglo XX?, ¿será un desesperado giro ante la indiferencia millenial de procesos estéticos y formales?, ¿qué sigue después de los Formalismos Zombies, el Networking y los Espacios Independientes dependientes? Aun con algunas probables excepciones millennials ¿no hay un relevo para Mario García Torres, Gabriel Orozco o Teresa Margolles?, ¿el talento se brinca una o varias generaciones?

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