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Miniempresas: subsistiríamos 17 días sin ingresos, no 27 días

Tomando como referencia un análisis de la consultora financiera mundial J.P. Morgan, Crónica realiza visitas a pequeños establecimientos para lanzar a sus dueños el dardo trágico: “¿Cuánta vida tendrían sin ingresos?”.

Tomando como referencia un análisis de la consultora financiera mundial J.P. Morgan, Crónica realiza visitas a pequeños establecimientos para lanzar a sus dueños el dardo trágico: “¿Cuánta vida tendrían sin ingresos?”.

Miniempresas: subsistiríamos 17 días sin ingresos, no 27 días

Miniempresas: subsistiríamos 17 días sin ingresos, no 27 días

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
[ Primera Parte ]

Se truenan los dedos, sudan, estiran números, bajan la mirada o voltean a ver a sus empleados, decaídos, cuando se les pregunta cuánto tiempo podrían subsistir sin ingresos… Para ellos, los microempresarios mexicanos, no podría haber un dardo más doloroso en tiempos en que la pandemia del coronavirus ha paralizado la economía y obligado al cierre de establecimientos.

“Es como tenerle miedo al reloj, miedo a ir contando las horas y los días que podremos mantener vivo el negocio al que nos hemos entregado en los últimos años y que nos ha permitido mantener a flote a nuestras familias y a las de otros”, dice Ismael Cárcamo, dueño de Servicios Integrales de Materiales y Asistencia al Hogar (SIMAH), microempresa dedicada a reparaciones de plomería, gas, energía solar y electricidad, y de la cual dependen cuatro familias.

La famosa consultora J.P. Morgan, con presencia global en servicios financieros, ha compartido recién los resultados de un estudio sobre la vida promedio de una miniempresa sin ingresos, en medio de una crisis como la actual: 27 días, fue su conclusión.

Aunque su análisis se enfocó al ámbito típico de Estados Unidos, con un escenario diferente al de México en infraestructura y capacidad económica, el modelo sirvió a este diario para realizar un ejercicio similar en nuestro país, preguntando en decenas de pequeños negocios cuál sería el cálculo de subsistencia en caso de cerrarse, por completo, la llave de los ingresos.

Se consideraron los 12 rubros examinados por la consultora: restaurantes o fondas, reparación y mantenimiento en el hogar, venta al menudeo, construcción, venta al mayoreo, servicios personales, ferretería y herramientas, servicios de salud, manufactura tecnológica, servicios profesionales, reparación de tecnología y desarrollo de vivienda.

Conforme a esta consulta básica desarrollada en la Ciudad de México —cuyo objetivo no es generalizar—, en la cual se consideraron al menos dos opiniones de cada sector (30 entrevistas), el promedio de vida de un pequeño comercio en el país, sin entradas de dinero, fue de 17 días.

“Alargando la liga, contando las reservas en caja y los pedidos, duraríamos cuando mucho dos semanas, pero hay otros que ni eso. Para lo que nosotros hacemos necesitamos de negocios todavía más pequeñitos que trabajan aluminio, pintura, fibra de vidrio, tapicería, tornillería, herrajes, formaica y otros insumos. Si nosotros nos caemos, ellos también y su caída sería aún más mortal”, afirma Iván Rosas, dueño de Faproptic, la cual fabrica desde hace 15 años sillones, postes, mesas giratorias y otras unidades tecnológicas para el montaje de instrumental en el ramo óptico y oftalmológico.

De esta empresa, dependen de manera directa alrededor de 10 personas…

“Hasta hace un par de semanas teníamos 15 unidades pedidas, pero ya nos cancelaron 10. A todos los que tenemos pequeños negocios no nos queda más que aguantar los latigazos, ahorrar lo más posible y esperar un milagro. Yo tengo hijos en escuela privada, deudas con tarjetas de crédito; mi hermana y mi cuñado tienen un crédito hipotecario, y con esto, ¿a dónde vamos a parar?”.

Más allá de las previsiones de vida, está el sentir de quienes, en un breve lapso, ven cómo se desmorona el esfuerzo de muchos años; de quienes desearían no cerrar sus cortinas ni despedir a sus trabajadores o auxiliares, pero están forzados a hacerlo ante las penurias financieras. Detrás de las referencias numéricas, hay historias de agobio, horas de desesperanza y nubes negras…

“Estamos tratando de sobrevivir ofreciendo comida para llevar, pero no termina de arrancar, porque la gente no está saliendo a la calle y tampoco tiene dinero. A pesar de que es un establecimiento familiar, formado con ayuda de mis hijos, no pronosticaría una vida mayor a 8 días sin ingresos. Tal vez los restaurantes de cadena podrían durar más, para los que estamos abajo es más difícil: si no vendemos, no tenemos para comprar el mandado”, expresa don Ramón Pérez, dueño del restaurante Xochimilquito, ubicado al sur de la ciudad, el cual abrió hace cuatro años y cuya nómina es de seis personas.

“Tengo amigos del ramo que ahora están yendo diario a la Central de Abastos y lo que compran hoy es lo que apuestan vender mañana, pero no cuadran los números y hay que pagar renta y servicios, ésos no esperan. Para que un negocito como el mío saque sus gastos mínimos se tendrían que vender 70 comidas, y estamos vendiendo 15. Si los clientes no vienen, habría que pensar ya en vender lo que se pueda o, tristemente, cerrar”.

Las voces rescatadas por Crónica están relacionadas al perfil descrito por el INEGI como micronegocios, definidos así porque su personal ocupado es menor a 10. De acuerdo con los propios datos del Instituto registrados en los Censos Económicos 2019, el 95 por ciento de los establecimientos o empresas en nuestro país es de este tipo.

Se censaron a lo largo de la República 6 millones 269 mil 309 negocios, de los cuales 5 millones 955 mil 843 se ajustan a la etiqueta de micros. Pese a su tamaño, aportan casi el 38 por ciento del total de mexicanos empleados y más del 14 por ciento de los ingresos económicos a nivel nacional.

El listado de J.P. Morgan abarca también los servicios profesionales, por lo cual este diario recabó testimonios de profesionales cuya realidad tampoco es halagüeña…

“En la cuadra donde vivo una cafetería cerró a los 5 días por falta de ingresos, un taller a los 8 y la señora de los jugos dejó de vender a los 2, ahora el lavacoches va de casa en casa para llevar el chivo, como dice. El denominador común es que todos iban al día. El dentista de mi mujer también cerró y un doctor amigo debió incrementar visitas a domicilio y duplicar horarios para sufragar los gastos”, cuenta el abogado Alberto Woolrich, quien dirige desde hace varios años un despacho en la materia y es presidente de la Academia de Derecho Penal.

—¿Y cuál sería la situación de un despacho como el tuyo? —se le pregunta.

—Ya hice las deducciones: no aguantaría más de 60 días, pero se debe a los años que llevo; otro abogado de mi generación que se dedica a lo familiar calcula más o menos lo mismo; los que no resistieron son los abogados jóvenes, quienes apenas comenzaban: la primera renta se los comió. Conozco cuatro casos que debieron entregar oficinas este mes. Según nómina y gastos se puede establecer un estimado, pero la media no supera los 30 días.

Ante las jornadas adversas, el médico Raymundo Hernández parece encomendarse a la sagrada Madonna, con el niño en brazos. En honor a esa virgen, nombró así: Madonna, a la pequeña clínica donde trabaja junto a otros ocho especialistas en salud.

“Quisiera ser optimista, pero una clínica como la mía no podía resistir más de una semana sin un solo peso, por los gastos propios del ramo hospitalario como luz, agua, teléfono, compra o renta de instrumental y sueldos —narra el doctor Hernández—. La gente no quiere asistir a la instalación, por temor a un contagio. Han incrementado las llamadas telefónicas, una especie de interconsulta, consultando dudas sobre el coronavirus, refiriendo males respiratorios o con la pregunta insistente de: ¿hay gente esperando?”.

“Los costos los estoy bajando considerablemente, y si alguno de mis pacientes no tiene dinero, lo acepto, ya habrá después mejores días. Sé que muchos andan mal económicamente y el deber de un médico es ayudar, más aún en tiempos infortunados; ser sensible hacia el otro, aunque el castillo propio se esté derrumbando”…

LOS DATOSMicros (95% de los establecimientos): de 0 a 10 empleados, y aportan 37.8% del personal ocupado y 14.2% de los ingresos.Pequeños (4% de los establecimientos): de 11 a 50 empleados, aportan 14.7% del personal ocupado y 16.1% de los ingresos.Medianos (0.8% de los establecimientos): de 51 a 250 empleados, aportan el 15.9% del personal ocupado y 21.9% de los ingresos.Grandes: (0.2% de los establecimientos): más de 250 empleados, aportan el 31.6% del personal ocupado y 47.8% de los ingresos.

* Se censaron 6 millones 269 mil 309 establecimientos, en donde trabajan 35 millones 463 mil 625 personas.

Fuente: INEGI