Opinión

Morena atrapado en su grilla

Morena atrapado en su grilla

Morena atrapado en su grilla

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Es muy triste que el presidente de la república no cuente con un partido político que se halle a la altura del triunfo de 2018, para contrarrestar el golpeteo de múltiple y variada intensidad de una oposición que se conforma desde varios frentes, algunos chocarreros, pero no por ello potencialmente peligrosos por la beligerancia sin propuesta de la que dan muestra todos los días. Me centro en dos entes de terror Frena y México Libre. Imanes de una prensa con agenda que el propio presidente se ha encargado de sobredimensionar y objeto de silencio, salvo el de algunos periodistas viscerales que hasta partidos políticos trataron de formar, porque se trata de movimientos indefendibles con líderes desprestigiados y seguidores violentos. Aún así llama la atención la ausencia de crítica ante las consignas de odio, las pancartas que con toda la ignorancia del mundo comparan la política de Calles con la de “López” y el oscuro financiamiento que les permite sembrar inquina.

Conforme se vayan acercando las elecciones intermedias veremos más regresos a la arena política de personajes como Ricardo Anaya, se irán sumando “nuevas” organizaciones como la de Gustavo de Hoyos y Claudio X González que pretenden generar credibilidad política a través de nuevos empaques que si tuvieran octágonos estarían tapizados de ellos por su alto nivel tóxico.

El rechazo al proyecto político que desde la presidencia y algunos estados y congresos locales se articula en torno a la 4T, proviene de sectores que han perdido privilegios de grupo o facción, y aunque su esfera de influencia es menor, porque ya no forman parte de consejos, ni de grupos que inciden en políticas de estado, ni de jugosos emolumentos que con algunas variantes para taparle el ojo al macho o a la hembra, siempre recaían en los mismos clubes de Lulús y Tobis, todos los días entrenan contra una pera de box que tiene la figura de AMLO. No se cansan, aunque muchos den golpes de ciego, a pesar de tener el objeto de su animadversión al alcance de sus guantes. Desde el punto de vista simbólico resulta práctico y cómodo, depositar en la figura presidencial todo el impulso a los cambios que se han puesto en marcha en este gobierno contra el que se está construyendo un discurso de odio o de victimización al que le apuestan desde el interior del país, pero también desde del exterior. El intolerante, el dictador, el que no sabe hablar, el peligro para México, etcétera.

Desde el interior del partido se impulsa un pensamiento cómodo y reduccionista, cada vez más demagógico, que no por cierto deja de resultar chocante por el uso politiquero que muchos dirigentes e incluso algunos militantes le dan. Este pensamiento desprecia a la base engrandeciéndola desde la demagogia: la fuerza de Morena está en sus bases y sus simpatizantes. Eso es cierto, pero la lucha por la dirigencia del partido ha demostrado que las cúpulas sólo quieren a la base para tareas menores del partido porque los puestos de representación que estarán en juego el próximo año son objeto de una grotesca disputa mafiosa que no hace diferente a Morena de otros partidos.

La forma impolítica en la que la señora Bertha Luján desconoció la pertenencia de Gibrán Ramírez a Morena, encontró conveniente eco en los resultados de la primera encuesta del INE, aunque a Mario Delgado (que se toma cafecitos con Lorenzo Córdova) y a Yeidckol Polevnsky, también les vino muy bien esa encuesta amañada que dejaba fuera de la contienda a un contrincante sin intereses ni padrinos y explicada por Gibrán en dos artículos de opinión.

Ese balde de agua fría contra el único aspirante con fuerza que tenía un proyecto político, que recorrió el país y que prometió dotar de recursos al Instituto de Formación política del partido, recursos que le fueron escamoteados por Yeidckol, fue el primer acercamiento a las entrañas de ese nuevo PRD en gestación que, como todos los partidos políticos mexicanos, lleva los genes de autodestrucción política en su sangre. A este grupo conocido como “los puros” le aterró la posibilidad de que un joven sin pertenencia de facción y con una sólida formación intelectual, pudiera dirigir Morena, lo mismo que al señor Mario Delgado que en la siguiente encuesta de marras resultó empatado técnicamente con los puros o porfiristas. El hecho es que su vetusto Frankeistein hizo un berrinche porque no aseguró el hueso, aunque gracias él, “haiga sido como haiga sido”, lograron colocar en la secretaría a Citlali Hernández.

También es lamentable que ni siquiera se haya dado un intento de debate entre los tres aspirantes más reconocidos por otras encuestas y los propios comentaristas de redes sociales: Mario, Porfirio y Gibrán.

El silencio cómplice o tímidamente crítico de muchos militantes ante las pugnas entre los dos grupos que con cuatro años de anticipación ya se están disputando la presidencia de la república es elocuente. Lo que les importa a ambas tribus es tener el control de las candidaturas y si en éstas hay alguna que otra que salga de la base, bien, si no es lo de menos. A estos grupos les tiene sin cuidado los ataques que sufre el proyecto transformador todos los días, están por el control de los recursos del partido y la repartición de los puestos de elección popular. En ese sentido son parte de la oposición a la 4T y con sus puñaladas traperas lo demuestran. Aprovechan el capital político de AMLO, pero lo dejan solo cuando se trata de fortalecer el partido desde la base.