Opinión

Movilidad, educación vial y el retorno a clases presenciales

Movilidad, educación vial y el retorno a clases presenciales

Movilidad, educación vial y el retorno a clases presenciales

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El debate ante la posibilidad inminente de que millones de estudiantes de todos los niveles regresen a clases presenciales, nos coloca en una situación paradójica de entusiasmo por el deseo y necesidad de participar en la nueva normalidad educativa, y de incertidumbre por no saber exactamente cómo y de qué manera integrarnos a esa realidad tan cambiante e impredecible que ha dejado a su paso el covid-19.

Hoy, los viejos conceptos y las practicas vetustas resultan inviables para actuar de manera coherente ante la nueva escuela mexicana que dinamizará de manera inédita a una ciudad-comunidad que no descansa por el constante desplazamiento de personas y mercancías que requiere una nueva movilidad, acorde con el cambio en el comportamiento y en el modo de vida de las personas, es decir, de una movilidad sustentable como eje del dinamismo social.

Tras el comienzo de la pandemia, Apple y Google diseñaron herramientas de monitoreo de la movilidad, sobre todo en las ciudades, con el fin de ofrecer información actualizada sobre los cambios provocados por las medidas de control de la enfermedad en los hábitos de desplazamiento de los ciudadanos. Derivado de ello, se observó que en un principio la población tuvo una respuesta favorable ante los llamados a quedarse en casa; en los primeros meses del confinamiento, como consecuencia prevista, hubo una reducción importante en la movilidad para el transporte de pasajeros en todas sus modalidades, tipos, rutas y destinos.

Sin embargo, incluso en medio de los peores registros pandémicos de finales de 2020, ésta y otras medidas se fueron relajando al paso del tiempo, del hastío o por la necesidad de recobrar una interacción humana ante la nostálgica temporada navideña. Así, la movilidad peatonal recuperó alrededor de 40 puntos porcentuales, lo que implicó que ésta regresara a niveles muy cercanos a la normalidad conocida antes de la pandemia.

Con relación a la movilidad vehicular, en los primeros meses de la pandemia, ésta permaneció en niveles incluso inferiores al tránsito peatonal; posterior el automóvil volvió a ser el principal medio de transporte, siendo octubre el mes con mayor tránsito automovilístico, llegando casi al 70% del nivel reportado antes del Covid-19, de acuerdo con cifras de los Informes de Tendencias de Movilidad de Apple.

De cualquier forma, es innegable que la pandemia del Covid-19, si bien redujo en sus inicios los niveles de tráfico, hoy, ante la saturación del transporte público, aunado a las condiciones sanitarias marcadas por la semaforización, el automóvil sigue siendo el medio de transporte con mayor nivel de movilidad, ya que representa uno de los que brinda mayor comodidad y seguridad.

Cabe señalar que, en años recientes, por distintos rankings globales, la Ciudad de México ha sido catalogada como una de las urbes más pobladas del mundo, con altos niveles de tránsito automovilístico indisciplinado, insuficiente acceso a estacionamientos y con un transporte público con mayor saturación en horas pico. Recientes datos del INEGI, indican que en la capital del país hay registrados 6 millones 84 mil 903 vehículos; de ellos, en promedio diario, circulan 4.7 millones, tomando en cuenta las restricciones regulares del programa “Hoy no Circula”.

A unos días del regreso a clases presenciales, la recuperación de la movilidad va en aumento; al concretarse el retorno de la actividad escolar, el tránsito vehicular en la capital del país superará en mucho el 13 % que mostraba a mediados de mayo, en comparación con el nivel que se tenía antes de la pandemia, y, con ello, como en otras ciudades de la República, volverán los problemas y conflictos propios de este fenómeno urbano.

De ahí la relevancia de fomentar la movilidad sustentable que permita el traslado de forma accesible, eficiente, segura y equitativa para todas las personas, evitando las afectaciones y deficiencias que han caracterizado al sistema de transporte público, para lo cual se necesitan políticas públicas y toma de decisiones racionales que impacten positivamente a este sistema, así como el compromiso consciente, personal y colectivo, para el cuidado de la salud, del entorno inmediato y del medio ambiente en general.

El retorno a clases y a la nueva normalidad demanda, por una parte, un buen trabajo y operación de la ingeniería social para consolidar ciudades más conectadas, limpias y seguras, en un marco de movilidad sustentable que pueda brindar una mayor calidad de vida; y, por la otra, incrementar los aprendizajes en el uso del desarrollo tecnológico que permita contar con una mayor información para la toma de mejores decisiones, y, coadyuvar así, a la generación de nuevas modalidades de transporte, con más eficacia, eficiencia y calidad.

Nuestras ciudades y comunidades requieren de nuevas herramientas de movilidad, cimentadas en los avances tecnológicos que den respuestas oportunas a posibles contingencias derivadas de situaciones cotidianas, como los accidentes automovilísticos, o en circunstancias de emergencia, como la pandemia que hoy padecemos.

Sin duda, el mundo urbano, con el aprendizaje del Covid-19, se orientará al aprovechamiento de nuevas áreas de oportunidad y de las experiencias de cada persona, para hacer de ellas auténticas promotoras de una movilidad más sostenible. Cierto que hay avances en este sentido, sin embargo, la educación vial y peatonal debe ser un elemento fundamental en el desarrollo de competencias para mejorar las relaciones y conductas viales; la utilidad del transporte público y privado; el adecuado uso de las zonas de movilización y desplazamiento; el respeto a las normales legales, y, en general, el desarrollo de una cultura vial que a su vez haga del espacio público de movilidad urbana una gran escuela de civilidad y ciudadanía.

El trayecto por recorrer no puede hacerse en solitario, sino con una participación ciudadana decidida y determinante, capaz de unificar voluntades y multiplicar esfuerzos, con una comunicación y coordinación tales que permita asumir sin temores y con plena consciencia la nueva normalidad que hoy, como agentes de cambio, sin duda, nos ha tocado construir en colectivo.