Escenario

Niña sola: Una historia que hace sentir el terror de los feminicidios

Dirigido por Javier Ávila, el documental acerca al espectador a las causas y consecuencias de un asesinato, desde los testimonios de la madre y hermana de la víctima

Dirigido por Javier Ávila, el documental acerca al espectador a las causas y consecuencias de un asesinato, desde los testimonios de la madre y hermana de la víctima

Niña sola: Una historia que hace sentir el terror de los feminicidios

Niña sola: Una historia que hace sentir el terror de los feminicidios

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En el estudio La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2016, que presentó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se habló de un alarmante dato: Siete mujeres son asesinadas cada día en nuestro país. El cineasta Javier Ávila se adentra en esta alarmante tormenta social para usar el cine en favor de generar consciencia a través de su primer largometraje documental Niña sola.

El cineasta toma un caso del promedio, éste ocurrió en septiembre del 2016. El documental cuenta como tras el asesinato de Cintia, de 19 años, su madre (Arcelia) y su hermana mayor (Bertha) comienzan a explorar sus propias vidas, marcadas por relaciones de pareja abusivas. Ambas tratan de encontrar una explicación al crimen y un nuevo sentido a sus vidas.

“El documental surge porque a finales del 2016, en Tijuana hubo una oleada bastante grave de feminicidios que tuvieron mucho impacto en los medios de la región. Tuvimos acceso a los archivos de investigación y encontramos la historia. Nos acercamos con Arcelia y nos dimos cuenta de que ella tenía muchas ganas de hablar de lo sucedido”, dijo Pamela Rendón, productora del documental, en el marco de su presentación en el Festival de Cine de San Andrés Cholula.

“La película muestra cómo se llega al punto máximo de la violencia de género que es el feminicidio, que es el asesinato de Cintia, pero también existen otros tipos de violencia, que es la que vive Arcelia durante 10 años, y Bertha, cuando ésta cuenta lo que ocurre en una fiesta, con su pareja, donde narra una violación”, agregó la productora, quien estuvo acompañada por Nancy Mora, directora de la Revista Encuadres, especializada en séptimo arte.

En una entrevista anterior, Javier Ávila, el director del filme expresó su preocupación por el tema, enfatizó que el país se encuentra en un estado permanente de alerta, “uno como hombre nunca sentirá el miedo que ellas sienten. Soy muy consciente de eso y no pretendo decir cómo son las cosas. Mi perspectiva no es la de una mujer, pero todos somos parte del problema. Yo me siento parte del problema por ser hombre. Es preocupante que los hombres no sientan remordimiento, es una enfermedad”.

Durante la presentación en el certamen poblano, Pamela Rendón explicó que el filme tiene claro su propósito: “Nos damos cuenta que al contar este caso hacemos una pequeña aportación para que se interesen en los muchos otros que existen, porque a diario las mujeres sufrimos violencia, se encuentran mujeres muertas en los ríos o incluso hay maltrato cotidiano, en este caso queríamos mostrar cómo se puede afianzar la violencia a lo largo de los años, en la voz de Arcelia”, dijo.

Agregó que no se trata de responsabilizar al género masculino por completo, sino que hay que reflexionar sobre cómo se conciben las agresiones: “La violencia es una realidad que vivimos y que tenemos que asumir porque, así como Javier da una visión de lo que pasa, debemos poner el tema de que muchas veces las mujeres  (la) normalizamos”, dijo.

“A veces es por no quedarse sola, o el qué dirán, por causar celos o no ser madre soltera, que toman una compañía cualquiera, y eso repercute en la convivencia con la familia o el inicio de cualquier otro tipo de violencia de género. Las mujeres están en riesgo de entrar en un juego que se vuelve cada vez más macabro cuando se habla de poder”, añadió la productora.

En un inicio, las imágenes nos distancian un tanto de la historia. Escuchamos la voz de Arcelia, pero apenas vemos su rostro. Los sonidos y las imágenes no hacen intento de manipular nuestras emociones, en su lugar, nos colocan firmemente en el ambiente; hacen la historia inseparable del lugar donde transcurre. El filme no cae en el morbo del caso, sino en la reflexión a través del lenguaje cinematográfico y aunque tiene un villano directo lleva la metáfora a algo más allá:

“Javier dijo que no quiso ponerle una cara a Omar porque Omar puede ser cualquiera, puede ser un hombre o una mujer que esté permitiendo o provocando la violencia. Tal vez no es un documental con una narración tan convencional pero invita a esa reflexión. Cuando alguien sale de ver la película nos ha dicho que sienten un hueco en el estómago, y creemos que eso es lo que te debe provocar, para saber que somos humanos, porque ese hueco es lo que te hace pensar, porque hay dolor ajeno que causa ese hueco”, dijo Pamela.

“Cuando Javier supo del caso y quiso adentrarse en el feminicidio, nunca quiso que fuera un filme de corte policiaco. No quiso que apareciera una persona muerta ni algo tan explícito. Quería hacer una atmósfera que llevara al espectador a una especie de sentimiento o un estado emocional de vacío y a partir de eso comenzar a construir la historia”, añadió.

Es por eso que el lugar también juega un papel fundamental en el filme, “lo que hizo fue hacer un collage de la ciudad que nos diera un panorama de dónde se llevaron a cabo los hechos sin explicarlo mucho. Decidió que hubiera una disociación de lo político y lo explícito para convertirlo en algo metafórico y atmosférico. Hay una vinculación entre la imagen y lo que ocurre, con alguna catarsis emocional, con el sentido de la casa o el conejo —que fue el único testigo— que tienen mucho que ver con lo que en realidad pasó”, comentó.

Finalmente, la productora hizo énfasis en que otro de los propósitos es conseguir entendimiento: “Cuando nos enfrentamos a historias como éstas y nos empezamos a cuestionar por qué pasó, por qué se permitió o comenzó a avanzar, es cuando realmente nos ponemos en los zapatos de las víctimas y es ahí cuando podemos generar el cambio (…) Más allá de Omar, lo que queremos es reflexionar sobre lo que nosotros aceptamos, y que hay un machismo ejercido desde las mujeres y los hombres, y debemos buscar la forma de decir ‘¡Ya!, esto no está bien’”, concluyó.