Opinión

No es recesión, es estancamiento

No es recesión, es estancamiento

No es recesión, es estancamiento

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Si nos apegamos a las definiciones técnicas (mismas que presentan diversos enfoques) de la recesión económica (caída de la economía durante dos trimestres consecutivos), México no está en recesión conforme a los datos que fueron publicados hace unos días. ¿Es un respiro a nuestra economía? Tal vez sí. ¿Es una buena noticia el crecimiento económico del segundo trimestre del 0.1%? No, bajo ningún escenario.

Por eso no tenemos permitido posturas de triunfalismo, no está bien crecer al 0.1%, no es suficiente para atender las necesidades más apremiantes. Esto lo sabe el propio Jefe del Ejecutivo. Tampoco se le puede crucificar por usar esa información a favor de su gobierno en declaraciones como “esto demuestra que podemos crecer”, debido a que así lo han hecho otras administraciones, pero tampoco se trata de extremismos.

Estos datos no demuestran otra cosa que el estancamiento de la economía, y en mucho explican el porqué de nuestras cifras en materia de pobreza.

En los últimos 10 años, entre 2008 y 2018, con datos del aún Coneval, las personas en situación de pobreza aumentaron de 49.5 a 52.4 millones. Es cierto, estas cifras corresponden a otros gobiernos y a otras historias, pero al menos en la actualidad, en cuanto a política social, no estamos siendo testigos de esfuerzos diferentes, es decir, no estamos apreciando elementos que dirijan la mira al crecimiento (y desarrollo económico), que permita mejorar las condiciones de empleo de la población (cabe aclarar que si existe algún factor que permita reducir la pobreza y no contenerla, es el acceso a un empleo estable y bien remunerado, que genere dos cosas: seguridad social e ingreso suficiente).

Si a esto se le suman las amenazas externas como los estragos de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que comienzan a vislumbrarse como verdaderos en el horizonte, nuestro panorama no luce alentador, aunado a que tampoco se ve un golpe de timón que pretenda ganar confianza con los inversionistas, que no se ve que la llave del gasto público se abra, que la austeridad se sigue entendiendo como el santo grial de la administración pública, todo con cargo a la gente y de seguir así no es posible imaginar un mejor futuro, no es posible no pensar en el fracaso del modelo propuesto.