Opinión

No seremos mejores humanos ni en medio ni tras la COVID-19

No seremos mejores humanos ni en medio ni tras la COVID-19

No seremos mejores humanos ni en medio ni tras la COVID-19

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Mi trato con ella fue esporádico. Si acaso poco más a nuestro

común inicio en el manejo de zoológicos tan diferentes.

Algunas veces coincidimos en programas de televisión, y en

otras me recibió en su territorio para realizar reportajes. Hace

no mucho ambas participamos en un civilizado debate

televisivo sobre la vigencia e inconveniencia de tales

confinamientos. Al final del evento, me sorprendió con una

amable invitación para conocer de cerca a su famoso grupo de

elefantes africanos. Agradecí la oportunidad pero ya no fui…

no al menos guiada por ella, ya que el pasado jueves y de

forma sorpresiva, esta matriarca, no solo de su familia

extendida sino de toda la TRIBU Africam Safari, se marchó a

otra dimensión desde donde seguramente seguirá pendiente

de sus seres queridos y de su pasión: la Naturaleza.

Descanse en paz Amy Louise Camacho Wardle

Dará pinta de negativo el título de la presente colaboración, pero, razones me sobran para afirmar que definitivamente la Humanidad no parecemos tener la menor intención de cambiar de hábitos y costumbres. Baste ver los hechos que documentan los diversos medios de comunicación o darse una vuelta por las diferentes redes sociales, para asentir que estoy en lo cierto y que particularmente por lo que toca a los animales no humanos -mi pendiente, preocupación y ocupación- las condiciones van para peor. Cada día más casos de patético maltrato, incluso a criaturitas recién nacidas, y ni qué agregar a la cantidad diaria de abandonos, ya no solo en el Espacio Público sino ahora, más que antes, en las propias casas donde perros y gatos aguardan inútilmente el regreso de sus “amos”, siendo que de forma premeditada los infelices planearon dejarlos. Animales jóvenes y otros muy viejos; de raza o multirraciales, da igual; sanos, enfermos y/o gestantes, son desamparados dizque porque ya no tienen forma de alimentarlos, o peor, bajo el consabido pretexto de que en el nuevo lugar donde rentarán no se los admiten, por lo tanto, dejarles a su suerte es lo que toca, apostando, los menos crueles, a que una alma caritativa terminará por rescatarlos, lo que sucede generalmente hasta que el hambre, la sed y sus transpiraciones delatan su presencia, asunto por cierto olímpicamente ignorado en las políticas públicas, y como así, asumido por la sociedad civil que ya sea conformada en asociaciones protectoras legalmente constituidas o de forma independiente resuelve la fatal circunstancia, además, sin contar con ningún apoyo, como no sean los dispersos donativos ciudadanos hoy más que nunca olvidados o si acaso restringidos a dar apoyo al prójimo humano. Y a lo anterior ha de agregarse la problemática de la fauna “silvestre” urbana que se encuentra en el limbo legal (zarigüeyas, cacomixtles, ardillas, roedores, reptiles y variedad de aves) y que al no contar con los desperdicios acostumbrados está “invadiendo” domicilios, amenazada con ser eliminada a palos o con venenos.

Están también los zoológicos que sobrevivían de las entradas y compras de recuerdos y golosinas por parte de sus visitantes y que con este largo encierro quedaron en ceros y bajo situación insostenible, pese a ofertar esquemas a los que tristemente la gente no está respondiendo. Así las cosas, son hartas las pancitas que demandan comida. La fauna cautiva con requerimientos especializados, y los animales domésticos y los de granja aceptando la que sea… un solo taquito al día… pero, por lo que corresponde a sus magulladuras emocionales y físicas, algunas tan dramáticas como los crueles cánceres que los invaden, no se les están pudiendo controlar a falta de medicamentos especializados porque no los hay, y si se llegan a encontrar su reventa es a precios exorbitantes. Si para los pequeños humanitos esto resulta difícil, imagínese para los otros animales. Para colmo…

Aunque la República Popular China sacó del listado de animales para consumo humano a los perros y por ello se esperaba que desde este año fuera cancelado el maldito Festival de Yulín, éste se celebró. Para aquellos que no tengan idea de lo que se trata, les resumo que para que esa carne canina que reina en la celebración cobre el efecto que buscan los orientales, primero hay colgar al perro y apalearlo para provocarle máximo sufrimiento. Después desollarlo vivo para terminar introduciéndolo, agonizante, a un perol con agua hirviendo para que las toxinas queden impregnadas al producto final. Mayor perversidad, imposible. Solicito cambio de Planeta.

producciones_serengueti@yahoo.com

marielenahoyo8@gmail.com