Opinión

¿Nueva normalidad o mundo mejor?

¿Nueva normalidad o mundo mejor?

¿Nueva normalidad o mundo mejor?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El regreso a la nueva normalidad puede ser una gran decepción a menos que se adopten medidas para sentar las bases de un sistema político, económico y social renovado que no sea solamente normalmente nuevo. Son muchas las materias pendientes aún antes de la pandemia, pero como se ha hecho hincapié en varias colaboraciones, son las crisis que traen a relucir lo peor y lo mejor. Parafraseando a los estudiosos de la historia, solamente las coyunturas de crisis contribuyen a delinear cursos de cambio. Ello deja abierta la posibilidad de que el cambio pueda ser positivo, negativo, o bien una combinación compleja de factores en ambos sentidos. Da la impresión de que son escasos los actores políticos que lo entienden tanto en lo internacional como en lo nacional, lo cual se explica en parte por la creciente polarización que prevalece en el mundo en detrimento de la confianza como valor común.

En un reciente artículo, el ex primer ministro socialista de Australia, Kevin Rudd, sostiene que Estados Unidos y China saldrán significativamente disminuidos de esta crisis de COVID-19, lo cual tendrá importantes consecuencias para el orden mundial ya que, en sus palabras, no habrá nadie dirigiendo el tráfico, permitiendo el avance de varias formas de nacionalismo rampante por encima del orden y la cooperación en el sistema internacional. (“The coming Post-COVID Anarchy”, Foreing Affairs, 15mayo2020, www.foreingaffairs.com) La tensión subyacente respecto de la lucha por las vacunas y los medicamentos para enfrentar decididamente la COVID-19 es apenas un indicativo de esas tendencias contradictorias. El alentador esfuerzo de la ciencia y la medicina para trabajar conjuntamente puede ser secuestrado por el egoísmo de determinados intereses políticos en ese marco de desorden y falta de cooperación, parafraseando a Rudd.

Desde un cierto punto de vista, puede ser argumentado que no existe una hoja de ruta clara que concite voluntades para transformar esta lamentable y desesperanzadora pandemia que ha puesto a la sociedad internacional sobre las rodillas, en algo nuevo y vigoroso. Una mirada atenta en estos meses de emergencia sanitaria advertirá que existen propuestas en todos los órdenes del quehacer político, económico, social y cultural para buscar construir algo mejor a partir de la crisis sanitaria. Probablemente una que merece especial atención es la del secreta­rio general de la ONU, quien constituye una especie de pontífice laico. António Guterres como no podría ser de otro modo, se ha pronunciado por el multilateralismo como la mejor herramienta para consolidar los esfuerzos globales. En marzo hizo un llamamiento al alto al fuego en los conflictos internacionales para concentrar la atención en la lucha contra la pandemia en todo el mundo. Más recientemente, ha sugerido una hoja de ruta consistente en tres puntos principales: 1) una respuesta sanitaria comprehensiva y coordinada de largo alcance, bajo la guía de la OMS, con énfasis en la solidaridad hacia los países en desarrollo; 2) la ela­boración de políticas y paquetes de estímulos para atender las devastadoras dimensiones sociales y económicas de la crisis en complemento al control de la propagación del coronavirus, con particular atención a las mujeres, los adultos mayores, los niños, las personas de bajos ingresos y otros grupos vulnerables. En esa medida ha llamado al G20, el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales a brindar mayores apoyos a esos países y grupos sociales. Y, 3) la recuperación de la crisis debe conducir a la creación de economías y sociedades más equitativas, inclusivas y sustentables, con los derechos humanos ocupando un lugar central, lo mismo que el medio ambiente y el combate a las inequidades de todo tipo. En suma, el secretario general de la ONU ve una oportunidad para reconstruir mejor y diferente.

Suena bien, per no será fácil. Por varias semanas, por ejemplo, el Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) ha intentado sin éxito adoptar medidas para enfrentar la pandemia, dadas las diferencias persistentes principalmente entre Estados Unidos y China en relación con el papel de la OMS. Las diferencias de ambos países con respecto a dicha organización internacional son de sobra conocidas. Al ser el CSONU el máximo foro encargado del mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, políticamente una decisión suya daría respaldo decidido al llamamiento del secretario general para cesar globalmente las hostilidades y abriría el camino de la cooperación en el resto de los foros multilaterales. Tal vez sea tarde para ello, pero no demasiado.

gpuenteo@hotmail.com