Opinión

Nuevo Centro de Exterminio

Nuevo Centro de Exterminio

Nuevo Centro de Exterminio

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Karla Quintana dio información para documentar el desconsuelo: se encontró, en las inmediaciones de Nuevo Laredo, un nuevo centro de exterminio. Un sitio donde bandas del crimen organizado ejecutaban y cremaban a sus víctimas. Karla, que es la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, usó este término, “centro de exterminio”, que remite en el imaginario colectivo a pasajes diabólicos del nazismo.  En el lugar todavía hay grandes tambos que servían para transformar cadáveres en cenizas. Funcionaba hasta hace poco, pues los tambos, dicen las crónicas periodísticas, todavía están calientes.

Este episodio de terror tiene una precuela. El grupo de la Comisión Nacional de Búsqueda dio con el crematorio clandestino como parte de una investigación sobre la denominada Carretera de la Muerte, un tramo relativamente corto de la carretera que conecta a Monterrey con Nuevo Laredo, en la que más de 77 personas han desaparecido, sin dejar rastro, en lo que va del año. Una historia que ni siquiera los guionistas de la Dimensión Desconocida se atrevieron a fraguar.

Los investigadores se preguntan si las docenas de desparecidos terminaron en el Centro de Extermino, lo que sería todavía más desconcertante porque no se trata de sicarios de bandas rivales, sino de ciudadanos comunes y corrientes que transitaron por esa carretera cuando los matarifes andaban de cacería. ¿Si los desaparecidos no terminaron en el Centro de Exterminio a dónde los llevaron?

El caso de la carretera trascendió fronteras. Entre los desaparecidos hay al menos siete ciudadanos norteamericanos. El FBI ya se sumó la investigación. La versión que corre allá es que los agentes americanos ya tienen operando drones sobre la carretera para esclarecer el misterio. Sospechan, ni modo de culparlos, que policías mexicanos están implicados y que ellos, los uniformados, detienen los autos en la carretera, levantan a las personas y las entregan a los sicarios a cambio de una propina jugosa.

Se dice poco, pero familiares de los ciudadanos estadounidenses desaparecidos en ese tramo carretero han mandado cartas pidiendo ayuda al presidente López Obrador que ni los lee ni los oye. México es un país de desaparecidos y de fosas clandestinas. Son nuestras señales de identidad a nivel internacional. Aquí nos hemos ido acostumbrando al horror. Las noticias sobre el tema casi siempre se van a páginas interiores.

Karla Quintana lo sabe mejor que nadie porque su trabajo consiste precisamente en tratar de encontrar a los desaparecidos. Una misión casi imposible entre otras razones poque muchas de las autoridades involucradas, en especial de entidades con presencia intensiva del crimen organizado, no tienen voluntad política de encontrar a los desaparecidos. Esto solo puede lograrse si se dota de recursos suficientes a las comisiones locales que tienen contacto diario con los familiares de los desaparecidos. Los gobiernos de los estados no dan dinero y sin recursos la búsqueda se complica.

En el país hay, en diversas morgues, 37 mil cuerpos sin identificar y más de 91 mil carpetas de personas desaparecidas. No se conoce la identidad de los muertos ni la localización de los desaparecidos, lo que constituye un drama del que nadie se hace cargo. Casi sobra decir que hay total impunidad y que los asesinos todavía andan por ahí, acaso operando otro centro de exterminio.