Opinión

Nuevo trumpismo mexicano

Nuevo trumpismo mexicano

Nuevo trumpismo mexicano

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una de las batallas que libró, y ganó, Donald Trump en su campaña electoral de 2016 fue poner a la migración en el centro del debate político de su país. Apelando a prejuicios raciales y estereotipos culturales, logró generar una masa crítica entre votantes blancos sin estudios, que se sentían desplazados de sus privilegios, para que esta vez sí acudieran a las urnas, y votaran por el republicano.

Esa batalla fue, más que nada, ideológica y cultural. Y el triunfo de Trump dio carta de ciudadanía a actitudes xenófobas extremas. No eran meras excepciones, como se creía, erróneamente. Salieron a la luz y no será fácil extirparlas.

Con plena consciencia, Trump ha utilizado una y otra vez la cantaleta del muro y la del peligro de la migración, en las repetidas ocasiones en las que se ha encontrado en aprietos. No es casual que la embestida de los aranceles contra México haya ocurrido cuando se ponía caliente el tema de la trama rusa en su elección. Las seguirá utilizando, porque ya está en campaña de reelección y porque sabe que es terreno fértil.

Así como en Estados Unidos los demócratas se sorprendieron al encontrar lo enraizados que estaban el nativismo y la xenofobia entre los electores; en México, luego de la crisis de los aranceles, nos estamos topando con un espejo no precisamente favorecedor en esa materia.

Las tres encuestas más recientes (de Consulta-Mitofsky, Parametría y El Financiero) dan cuenta de un creciente sentimiento antiinmigrante, que choca con nuestra visión idealizada de un país abierto, tolerante y solidario. Los números que manejan los tres distintos encuestadores son muy parecidos, así que hay la consistencia suficiente como para sacar conclusiones.

De acuerdo con la encuesta de El Financiero, amplias mayorías, superiores al 60 por ciento, aprueban cerrar nuestras fronteras a los migrantes, deportar a los centroamericanos indocumentados, militarizar la frontera sur y detener la migración hacia Estados Unidos.

La encuesta de Parametría señala, además, una tendencia: en cinco meses, el ­desacuerdo con que el gobierno mexicano permita la entrada a caravanas migrantes pasó del 32 al 58 por ciento. Hay que acotar que la encuesta se realizó antes del acuerdo entre México y Estados Unidos y que, en ella, también se da cuenta de un aumento en la percepción de que están llegando muchos centroamericanos a México.

Esta misma tendencia se deja ver en el tracking poll que realiza ­Consulta-Mitofsky. En noviembre de 2018, una mayoría absoluta de mexicanos estaba por ayudar a los migrantes “protegiéndolos y proporcionando ayuda humanitaria”; en julio de 2019 esa proporción cayó a 33 por ciento, y ahora la mayoría absoluta está a favor de “presionarlos para que se regresen a sus países”. Cuando se señalan las amenazas de Trump, un aplastante 71 por ciento está porque el gobierno de México endurezca sus políticas hacia los migrantes.

Para redondear el panorama, la opinión mayoritaria de los mexicanos acerca de los tres países del triangulo norte de América Central es negativa: 55 por ciento para Guatemala, 60 por ciento para El Salvador y 67 por ciento para Honduras. Aquí, evidentemente, no se trata de una calificación a sus gobiernos, sino a las sociedades en su conjunto.

Creo que la conclusión es sencilla. La mayoría de los mexicanos estuvo conforme con la ola migratoria en tanto no sintiera que afectara su bienestar personal. La amenaza de Trump significó una afectación potencial a ese bienestar, y eso bastó para que la opinión pública diera un vuelco espectacular.

Lo interesante es que, en este vuelco, hay incómodos compañeros de cama. El rechazo a los migrantes pasó de ser una cosa típica de los ciudadanos conservadores y se convirtió en una opinión transversal, que cruza las preferencias políticas.

Eso sólo significa una cosa: que una parte del electorado morenista que antes favorecía la ayuda a los centroamericanos, ahora está a favor de militarizar la frontera y hacer que los migrantes vuelvan sobre sus pasos. Ahora son tres de cada cinco ciudadanos que se identifican con ese partido. El cambio de política de parte del gobierno de AMLO es aquí la clave: hay quien lo seguirá ciegamente vaya donde vaya.

Las diferencias entre la supuesta izquierda y la abierta derecha son ya, nada más, que la segunda sigue insistiendo, absurdamente, que el gobierno de López Obrador está manteniendo a los migrantes y quejándose del dinero con el que México intenta apoyar proyectos productivos y de empleo en la región centroamericana.

Por lo demás, es posible ver cómo en nuestro país se repite, ahora contra hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, la misma cantaleta de “nos quitan los empleos”, “son sucios”, “los mantenemos con nuestros impuestos”, “son delincuentes” que utiliza contra los mexicanos la extrema derecha estadunidense.

Difiero de quienes dicen que el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur es el nuevo muro de Trump. Es una frontera demasiado porosa, y siempre habrá manera de cruzarla.

El nuevo muro de Trump está en las mentes y los corazones de la nueva mayoría de mexicanos que, envueltos en un nacionalismo región 4, se volvieron antiinmigrantes de la noche a la mañana.

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