Opinión

Ocultamiento y negación

Ocultamiento y negación

Ocultamiento y negación

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

"Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos."

Martin Luther King Jr.

El racismo es un sistema de dominación relacional que se actualiza al tiempo que se deconstruye para perpetuar los vicios del tribalismo de los antiguos bajo el disfraz de organización y progreso. Elimina la solidaridad y sobrevive a través de formas de discriminación como el prejuicio étnico, el clasismo y la xenofobia. Se enmascara con humor y se banaliza con la reproducción de estereotipos que, matizados o embellecidos por la imagen digital, entibian el ardor de sus consecuencias sobre la colectividad.

En la sociedad positivista y científica del siglo XIX el racismo creció a partir de la desposesión, por medio de operaciones de ocultamiento y negación. Cuando se revisa la historia del mestizaje en México, por ejemplo, no se piensa en afrodescendientes e indígenas, a pesar de sus aportaciones a la cultura y a la libertad. José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, Juan N. Álvarez han sido algunos personajes que los libros de texto han decidido ‘blanquear’ para evitar anclajes identitarios con la tercera raíz.

El trabajo de los esclavos que llegaron a América estableció las bases para el desarrollo de Occidente, sin embargo, las ideas de ‘civilización’ criminalizaron o mencionaron a los afrodescendientes como si de animales se tratase. La pintura los convirtió en iconos del exotismo, la servidumbre y la miseria. Se vendieron tarjetas de felicitación con mensajes de odio, aparecieron infames criterios de clasificación biológica y se les obligó a vivir en situaciones infrahumanas entre circos, zoológicos, plantaciones y construcciones de rascacielos. La marca de hierro incandescente señalaba su condición de regimentados. La base del capitalismo ha sido la esclavitud.

Los sistemas raciales conformados por símbolos, mitos y conflictos heredados generación tras generación, han sido proyectos internacionales que sostienen la urdimbre oligárquica y consolidan a las élites a través de la legitimación de la desigualdad. Blindan a la hegemonía contra todo germen revolucionario porque normalizan la segregación.

Marx infirió la función del racismo en el afianzamiento del Estado y argumentó que, en Estados Unidos hubo grupos —religiosos, militares y organizaciones económicas— que, a pesar de sus relaciones conflictivas y antecedentes históricos contrapuestos, se unieron en un régimen jerárquico que propició la unión de blancos a costa de la opresión de los afroamericanos.

Los blancos pobres fueron manipulados por medio de beneficios como el reparto de tierras y el acceso a la educación adoctrinadora, lo cual facilitó el acatamiento de las reglas birraciales que, entre otras vilezas forzaban al matrimonio endogámico, la división de letrinas y la censura de toda contribución científica y tecnológica proveniente de afrodescendientes.

Cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un transporte público para que un hombre blanco pudiera sentarse, ignoraba las fuerzas que había puesto en marcha. Otras mujeres afroamericanas habían intentado ejecutar actos de rebeldía en Estados Unidos pero la sociedad las había detenido a golpes. A diferencia de los incidentes anteriores, la negativa de Parks para someterse a una ley injusta inició un capítulo crucial para el movimiento en favor de los Derechos Civiles: el boicot a los autobuses en Montgomery.

Las presiones se habían gestado durante años para hacer frente a las prácticas que trataban a los afroamericanos como ciudadanos de segunda clase. Incontables miembros de la sociedad se reunieron cerca de las paradas de autobús para caminar en grupos hacia sus lugares de trabajo; otros hicieron de sus autos viejos, taxis clandestinos. La participación superó por mucho las esperanzas de los líderes del boicot quienes acordaron que era necesario elegir un portavoz, función que recayó en Martin Luther King Jr., Doctor en teología, Pastor Bautista y combatiente por los derechos civiles.

El 21 de diciembre de 1956, después de que la Suprema Corte de los Estados Unidos de América declarara la inconstitucionalidad de las leyes que exigían la segregación racial en los autobuses, todos los ciudadanos pudieron abordar los transportes en igualdad de condiciones. No obstante, los disturbios se intensificaron. Durante esos días, King fue arrestado en numerosas ocasiones, su casa fue bombardeada —con su esposa e hija dentro—, fue sometido a tortura, a espionaje por parte del FBI a cargo de J. Edgar Hoover, quien para extorsionarlo —y con el objetivo de frenar su lucha por el voto, los servicios de salud y la alfabetización—, recolectó evidencias de la infidelidad matrimonial de King, suceso que marcaría el inicio de una depresión que acompañaría al líder hasta su muerte.

El soñador irredento fue honrado con el Premio Nobel de la Paz a la edad de 35 años. La profundidad de sus discursos lo encumbró como uno de los más grandes íconos de la resistencia pacífica y sus palabras impregnadas de valentía y libertad resuenan todavía en las laderas y en las montañas, en cada rincón de la tierra.

La resistencia frente al Estado racial fue continuada por mexicanos y nativos americanos pero la configuración global, derivada del colapso de los imperios coloniales europeos al término de las grandes guerras, ocultó la faceta más evidente del racismo para aparentar su evolución hacia modelos de sociedades de racismos no marcados, que encubren el hartazgo de indígenas y migrantes de cara a los autoritarismos de las pintorescas democracias posmodernas.

Las formas contemporáneas de tecnología fomentan la transmisión del imaginario racial por medio de representaciones simbólicas volcadas en modas, estilos de vida o superestrellas que promocionan el 'multiculturalismo corporativo' para atraer mercados globales que estimulan la apropiación de tradiciones en pro de la reconstrucción de arquetipos raciales que unen a partidarios de 'racismos disimulados' y que afirman que las diferencias entre estratos se deben a limitaciones culturales y biológicas, al mérito individual y a la productividad como medida del valor de los seres humanos.

En el contexto actual, las luchas por los barrios y comunidades representan de fondo una preocupación por la exclusividad. La nueva economía busca mano de obra barata y propicia la migración masiva en busca de trabajo. El reto será crear sociedades equitativas más allá de las fronteras ideológicas que suponen los conceptos de raza, clase, género e identidad nacional.