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“Papá, ¿a qué hora será el desfile?”

“Papá, ¿a qué hora será el desfile?”

“Papá, ¿a qué hora será el desfile?”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“Papá, ¿a qué hora será el desfile?”, pregunta un niño en el metro de la Ciudad de México. Es la Línea 3 muy temprano, a las 10 de la mañana. “A la 10 dicen que empieza”, contesta. “No, pues no voy a ver nada, hubiéramos salido más temprano”, dice el niño con desilusión.

Minutos después una señora busca entre los demás pasajeros a alguien que sepa si la estación Zócalo estará abierta. “Creo que sí, sólo cerrarán dos accesos”, le dicen, “pero a lo mejor hay bronca por los campesinos que quieren bloquear”.

El desfile es un evento en el sentido estricto. Aunque no se ha lanzado una gran campaña de convocatoria, lo anunciado por AMLO ha llamado la atención. Trenes, personificaciones, caballos y más.

A las 9:00 am, sobre Paseo de la Reforma en el tramo que va del Caballito a la Glorieta de Colón, se ven en sus puestos a policías auxiliares y de tránsito con los cordones marcando los sitios hasta los que la gente podrá acercarse.

El niño y su padre se han perdido en la multitud, pero seguramente descubrieron que han llegado muy a tiempo para ver mucho. A las 11:00 am la expectación es palpable, en las banquetas de Paseo de la Reforma. La vanguardia tarda en llegar y lo que la anuncia es música revolucionaria lejana. Las personas, algunas de ellas ya cansadas de esperar, dan muestras nuevas de ánimo y colocan sus celulares para hacer tomas de fotografía o video.

Aparecen huelguistas de Río Blanco y Cananea y nada menos que el anarquista Ricardo Flores Magón, Francisco I. Madero y los jinetes del maderismo. Zapata viene detrás, viene con el Ejército del Sur. Francisco Villa está con sus Dorados y uno de ellos controla al caballo para acercarse a la multitud y saludar de mano.

APARECEN ESCENOGRAFÍAS TRANVIARIAS. Es un evento también porque es evidente que la gente está contenta de ver un espectáculo como este.

“Viva México, viva México” y si los adultos se contienen, los niños presentes sí que gritan animosamente.

Hay exámenes de padres a hijos (nadie certificó que los adultos tuviesen las respuestas correctas desde un principio): “¿quién es ese?”, le dicen a un chavalín que mira el paso de un grupo de jinetes. Los acompañantes a veces corrigen acertadamente; otras, inventaban y los niños, crédulos, sonreían.

“Tómame una foto cuando pasen esos sombrerudos por aquí”, pide una niña. A otro niño le ha parecido muy feo el olor de los caballos (o sus subproductos).

“Foto pa’l Face”, menciona una joven a sus amigos y se hace una selfie.

Es el momento en el que el jinete villista se acerca a los presentes y les toca las manos a la manera de los deportistas.

Alguien, muy estricto, recrimina que faltaron “adelitas”, “ellas no iban a caballo, ellas iban a pie siguiendo a los soldados a todos lados, pero siempre a pie”. Comenta que quizás esa imprecisión histórica se debe al impacto del feminismo contemporáneo. Culmina su comentario entre mirada fieras, pero no hay bajas que lamentar.

EL DESFILE TERMINA APROXIMADAMENTE A LAS 14:25 HRORAS. Ha sido un gran evento en el sentido de que los habitantes de la Ciudad de México, turistas y “Godínez" que han trabajado este 20 a cambio del puente largo, han disfrutado en serio de un espectáculo nunca antes visto; se divirtieron y les recordaron un pedacito de la historia revolucionaria, de ese México que se nos iba olvidando poco a poco.