Para enseñar moral en el aula
Proliferan hoy los libros que nos ayudan a educar nuestras emociones (el más exitoso es La inteligencia emocional de Daniel Goldman) pero muchas veces se olvida que, aunque esencial, lo emocional es sólo una parte de la educación y que el objetivo de ésta es formar hombres completos, virtuosos, caracteres estructurados, buenos ciudadanos.
El autocontrol, la autoestima, el conocimiento de nuestras emociones, etc. son rasgos deseables en un buen ciudadano, pero sólo cuando tales disposiciones se subordinan a la estructura moral que la educación quiere construir. Tener un adecuado autocontrol y una buena autoestima no aseguran que nos vayamos a inclinar por la libertad, la justicia, la compasión y el bien en general.
En su Educación moral Emilio Durkheim sostiene que la moral es fundamento de la vida social. Esto, creo yo, es indiscutible. Pero para él, la educación moral era un empeño meramente racional. Afortunadamente cada vez aparecen más obras que tienden un puente entre la educación emocional y la educación moral, por ejemplo, Sensibilidades morales y educación de Van Haaften, Wren y Tellings, (Gedisa, 2001).
Estas estrategias, y otras más, se hallan descritas en una obra de Buxarrais, Martínea, Puig y Trilla publicada por la SEP en 1999 con el título La educación moral en primaria y en secundaria. Es muy recomendable. Hay otras obras con otros enfoques que sería difícil apuntarlas todas, pero es recomendable leer la Ética para Amador de Fernando Savater (Ariel, 2008), Los Valores de la educación de Victoria Camps y La educación y los valores de Adela Cortina (Biblioteca Nueva, 2009).