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PISA: “para que la gente conozca lo fregado que está el país en educación”…

Eduardo Backhoff fue representante de México ante el programa coordinado por la OCDE. Sirve, dice, para que el gobierno le preste atención al tema por un momento, pero, por ignorancia, lo ven como si fuera Dios y olvidan calidad

PISA: “para que la gente conozca lo fregado que está el país en educación”…

PISA: “para que la gente conozca lo fregado que está el país en educación”…

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

(Primera parte)

Rechazar evaluaciones en educación, como en cualquier otra materia, “es como navegar a ciegas, sin brújula”, dice Eduardo Backhoff Escudero, quizá el hombre más avezado en la prueba PISA (Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos), coordinada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la cual mide competencias en matemáticas, ciencias y comprensión lectora en estudiantes de 15 años.

Como investigador del tema, le ha dado seguimiento desde el año 2000, cuando se aplicó por primera vez; ha participado en el grupo de especialistas internacionales para elaborar los cuestionarios y de 2013 a 2018 fue representante de México ante el programa. A la par, fungió como presidente de la junta de gobierno del ya desaparecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, entre 2017 y 2018).

Aunque le tocó ser la voz institucional de nuestro país en este rubro, su defensa no es recalcitrante; le rehúye a la polarización y prefiere el análisis…

En los últimos días, PISA ha sido tema candente en el escenario público: se propagó la idea de su suspensión en el país, aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió su continuidad.

Conocedor del proceso y de los tiempos, Backhoff señala, en efecto, una parálisis en los preparativos, aunque ese retraso u omisión no pone en riesgo la participación de México en la prueba.

Situado en la mesura, habla para Crónica de los claroscuros de esta evaluación, y de los retos.

“Siempre son útiles las evaluaciones nacionales externas al propio gobierno y a la política, para eso se crean los organismos autónomos, para la rendición de cuentas. Y en segundo término, vienen las evaluaciones internacionales. Son preferibles las independientes a la SEP, porque si la institución se va a evaluar a sí misma, no sirve, no puede ser juez y parte”.

-¿Qué es lo bueno de PISA?

-Que la educación recibe atención del público y del gobierno al menos por un momento, que la SEP se pone un rato las pilas con la idea de mejorar, y se crean políticas, programas y presupuestos en ese sentido.

-¿Y lo malo?

-Que la hizo el primer mundo para el primer mundo, y ya después metió al tercer mundo, al cual se mide con una vara muy alta; que los gobiernos, por ignorancia, ven la evaluación como si fuera Dios, y lo que dice es lo que vale. Y lo peor: que los resultados no se utilizan para mejorar, sino para compararse con otros y echarse culpas. Importa en qué lugar apareciste, y quiénes están arriba o debajo de ti, y se olvida el propósito fundamental.

-¿Cuál?

-El de mejorar la educación. Se ha convertido en un ejercicio pasajero de cada tres años: todo mundo critica al gobierno, pero no se sale de ahí. México lleva dos décadas haciendo evaluaciones y prácticamente tiene los mismos puntajes. Las políticas educativas las debe dictar el país, no un organismo internacional como OCDE que tiene intereses económicos y comerciales, no necesariamente educativos ni sociales. Se ha convertido en varita para dictar políticas de gobierno.

-¿Al menos políticas buenas?

-No, a veces muy mal hechas, al vapor; a veces se reducen a pronósticos irrealizables: ´la próxima vez subiremos tantos puntos´. ¿Cómo es posible que en 20 años no se ha subido nada? Y en el sistema, todo se centra en pasar la prueba, sin importar si el estudiante aprendió o no. El efecto nocivo es enseñar para la prueba: los profesores buscan subir la puntuación como sea, y eso implica hacer trampa, dejar copiar a los estudiantes, hacer cursos exclusivos para contestar PISA o ENLACE, es lo más perverso.

-Después de 20 años de aplicaciones, ¿los resultados han incidido en mejorar la educación en el país?

-No se puede probar que haya mejorado, porque además no ha mejorado, aunque al menos ha ayudado a que gobiernos y autoridades educativas se preocupen un tiempo, y que la población esté enterada de lo fregado que está el país en la materia, como en otras: salud, justicia, pobreza… La mejoría no depende de una prueba, sino de la eficacia de las políticas públicas. Tampoco podemos decir que es un simple negocio: ahí están los datos, y son los funcionarios y gobernantes quienes deben aplicarse, y no simplemente pasar la marejada de las mentadas de madre cuando salen los resultados y luego seguir haciendo lo de siempre. Todas las políticas públicas han fracasado. PISA no debe ser la única evaluación, habría que darle prioridad a las nacionales independientes; si no hay nada, es como navegar a ciegas, sin brújula.

-¿Y qué hay de las nacionales?

-Las había, pero el gobierno las eliminó cuando desapareció el INEE, primer organismo autónomo borrado del mapa. La última se llamaba PLANEA. Habría que rescatarla, ya está hecha, son evaluaciones desde preescolar hasta bachillerato, y la pandemia se volvió excelente justificación para dejarla de aplicar.

Las evaluaciones internacionales para el sector educativo de los diversos países no fueron ideadas por OCDE, sino por una organización internacional conocida como IEA por sus siglas en inglés (International Association for the Evaluation of Educational Achievement), la cual comenzó a operar desde la década de los 60´s del siglo pasado. Un alemán, de nombre Andreas Schleicher, quien ahora trabaja para PISA, propuso a la OCDE su realización cada tres años, a partir del 2000.

“PISA se ha vuelto como el sello mundial de la calidad educativa -describe Backhoff, integrante de la junta de gobierno del INEE de abril de 2013 a abril de 2017, cuando asumió la presidencia del organismo-, pero sus estándares nos quedan grandes a los países del tercer mundo, miden lo que ellos llaman alfabetización en matemáticas y comprensión lectora, algo así como el mínimo, pero en realidad son pautas altísimas”.

-¿Y al menos esa vara alta ha servido de algo?

-Pues en México los puntajes prácticamente se han mantenido igual: por ejemplo, el 60 por ciento de la población de 15 años no tiene las nociones básicas en matemáticas. Y en las poblaciones indígenas, el porcentaje sube al 80. Son muchos los retos…