Opinión

PND 2019-2024 Y PSB 2020-2024. Entre el discurso y la brecha de pertinencia

PND 2019-2024 Y PSB 2020-2024.  Entre el discurso y la brecha de pertinencia

PND 2019-2024 Y PSB 2020-2024. Entre el discurso y la brecha de pertinencia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Ángel Mundo López*

Carlos Ricardo Aguilar Astorga**

La publicación del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (PND) (http://bit.do/fJwQK), evidenció la separación existente en México entre decisores y planificadores, es decir, entre políticos y técnicos. Como se recordará, a raíz de la publicación de dicho documento el Presidente denunció una especie de intromisión neoliberal por parte del extitular de Hacienda, Carlos Urzúa (http://bit.do/fJwPs). Al leer el documento se evidencian dos formas de entender el proceso de planeación: por un lado, plantear escenarios difíciles de alcanzar en el efímero plazo que representa un sexenio dados los retos, y otras, posiblemente conservadora y apegadas a los postulados de la Nueva Gerencia Pública, pero no por ello, menos realistas en términos operacionalizables.

Tras la publicación del PND, la administración Federal contaba con un plazo de seis meses para hacer lo propio con los distintos sectoriales, especiales e institucionales; no obstante, algo que se esperaba para finales del 2019, pero que terminó extendiéndose, en diversos casos hasta el mes de junio de 2020. El Programa Sectorial de Bienestar 2020-2024 (PSB), fue publicado oficialmente el día 26 de junio y, aunque en este caso no se ha denunciado la participación de diversos actores en la redacción de dicho documento, es un hecho constatable.

Pese al gran retraso en su publicación, el PSB presenta una redacción desordenada y sumamente repetitiva, como si no se tuviera conciencia de que algunos argumentos ya habían sido expuestos. Así, los apartados Análisis del Estado Actual, Antecedentes Históricos, y también las justificaciones de algunas Líneas de Acción Prioritarias, describen la responsabilización de los gobiernos genéricamente denominados como neoliberales, de la lamentable situación que en materia social experimenta la mayor parte de la sociedad en el país.

El problema aquí no es que dichos gobiernos no tengan responsabilidad, sino que la reiteración termina haciendo difícil y poco fluida la lectura de otros aspectos que deberían ser medulares, v.g., estrategias y metas.

Reconociendo que se trata de un documento normativo y no recreativo, hubiera ayudado un proceso de corrección de estilo que facilitara la comprensión de algunos conceptos, como los apoyos económicos con pertinencia cultural (pp. 300 y ss.); que unificara sustantivos, para no hacer alusión en una parte a los jóvenes, y en otras a “personas jóvenes”; evitando sinsentidos y contradicciones, como cuando se afirma que se va a “garantizar la necesidad de alimentos” (sic) (p. 22), o cuando, en un momento se ensalza y posteriormente se responsabiliza a los pueblos originarios de proteger y preservar, pero también de agotar los recursos naturales (p. 18).

La economía del lenguaje no es una cualidad de la presente administración, al menos no una que se haya hecho presente en el PSB, sin embargo, llama la atención que la exhaustividad no se haya utilizado para desagregar los objetivos planteados por esta administración en materia de bienestar, pues muchos de sus enunciados agrupan diferentes verbos que no necesariamente implican acciones relacionadas, por ejemplo, “impulsar y fortalecer organismos del sector social…” (p. 31), “contratar y capacitar a técnicos agrícolas…” (p. 32), o bien “incentivar y reconocer los saberes…” (p. 35). En estos casos hubiera sido recomendable colocar sólo un objetivo por cada una de las acciones.

Llama la atención también que, aunque el discurso gubernamental está plagado de triunfalismos (http://bit.do/fJzaQ), en el PSB se recurra a circunloquios que evaden el establecimiento de metas o la promoción de acciones efectivas, incluso se abdica de la utilización de una de las palabras comodín en esos casos (“coadyuvar”), proponiendo, “Fomentar la incorporación…” (p. 33), “promover la creación” (p. 33) o “Impulsar medidas de protección…” (p. 34), en lugar de comprometer metas más concretas: incorporar, crear o proteger, respectivamente.

Aunque pudiera parecer que los problemas a los que hacemos referencia son menores, debemos recalcar que se trata de un documento que, hipotéticamente, debe servir de referencia para la instrumentación de acciones, no obstante, también es necesario reconocer que el PSB, tenía como propósito ofrecer un contenido programático, a las líneas de acción que ya estaban delineadas en el PND, sin embargo, en muchos de los casos terminó reproduciendo tanto aciertos como debilidades.

Pese a ello, es menester reconocer la existencia de propuestas novedosas, como la búsqueda por establecer un Sistema Nacional de Cuidados (p. 24), pues, como bien se sabe, los estados de bienestar más desarrollados son aquellos que asumen el cuidado de las personas que lo requieren como una obligación estatal, conduciendo a una desfamiliarización o desmercantilización (en el sentido establecido por Esping-Andersen), es decir, reduciendo las cargas de la familia o desligando su acceso de una relación de tipo mercantil, lo que representaría un importante alivio para las familias o particularmente para las mujeres, que son quienes cargan la mayor parte de estas responsabilidades, no obstante, la propuesta resulta contradictoria al recodar que diversas medidas impulsadas por el gobierno conducen al debilitamiento de las incipientes redes de servicios que en los últimos años se construyeron en este país, como con las estancias infantiles o los albergues para mujeres aquejadas por la violencia.

Otro asunto no menor es que, a más de 18 meses de actividades, algunas acciones que habían sido consideradas prioridad para este gobierno se encuentren todavía en proceso de proyección, como una acción a instrumentarse a futuro, aunque se plantee como “lo antes posible” (PSB: 28), como es el caso del Consejo Nacional para la Construcción de la Paz, aunque paradójicamente las facultades militares parecen estar en ascenso.

Si bien es cierto que las prescripciones establecidas en nuestro país para dar cauce al proceso de planeación responden a los postulados de la Nueva Gerencia Pública que colonizaron casi todas las áreas del gobierno en materia de planeación, monitoreo y evaluación, preocupándose más por mantener una concordancia entre objetivos y metas pero desatendiendo el contacto y la comunicación con la sociedad para identificar sus problemáticas, este gobierno no parece ofrecer una mejor alternativa, como lo evidencia el PSB, pues no se ofrece claridad ni mucho menos pertinencia en muchas de las acciones, cuantimás cuando la opción predominante es la entrega de transferencias económicas que, lo mismo parecen servir para campesinos que para jóvenes, para adultos como para infantes, para la materia ambiental como la de seguridad, algo que, como se puede ver, no parece ayudar a reducir la brecha de pertinencia en la relación problemas/soluciones.

*Profesor-investigador del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)

**Profesor-investigador del Departamento de Procesos Sociales de la Unidad Lerma de la UAM