Opinión

Polarización, elecciones y revocación

Polarización, elecciones y revocación

Polarización, elecciones y revocación

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Pablo Xavier Becerra Chávez*

El proceso electoral 2020-2021 inicia formalmente en los primeros días de septiembre, pero parece que en los hechos ya ha iniciado. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado el banderazo no solamente al Tren Maya, sino también a la confrontación que debe culminar en la jornada electoral del primer domingo de junio de 2021.

El día 31 de mayo, el Presidente dijo en un video con motivo del inicio de la “nueva normalidad” lo siguiente: “El año próximo vienen las elecciones para renovar el Congreso, ahí la gente va a votar si quiere que regrese el conservadurismo, que regrese la corrupción, que regresen los privilegios. El pueblo es libre y yo voy a respetar siempre el mandato popular” (Político.mx, 31 de mayo). Extraña forma, por decir lo menos, de anunciar la elección del año próximo: como una confrontación entre su gobierno y el regreso del conservadurismo, la corrupción y los privilegios. Para él todos los partidos opositores representan lo mismo, el regreso del pasado obscuro, opuesto al presente luminoso que representa su gobierno. Pero el problema es que ese mensaje lo difundió en su calidad de Presidente de la República y no como miembro de su partido. Si hubiera dicho eso en un evento de Morena, como militante de ese partido, no habría problema, pero lo dijo como Presidente de todos los mexicanos.

AMLO vive en una confusión permanente entre su condición de Presidente de la República y su condición de militante o dirigente real de su partido. Utiliza todos los foros a su disposición para mezclar sus dos facetas en el objetivo que actualmente se ha fijado: polarizar al máximo la situación política. En lugar de comportarse a la altura de los retos de la situación actual, caracterizada por la combinación de tres crisis muy graves (la sanitaria, la económica y la de seguridad pública), que requieren la consolidación de un liderazgo inclusivo, capaz de convocar y dirigir a la nación hacia su resolución, ha aprovechado la situación para polarizar hasta el extremo.

En el mismo video del 31 de mayo AMLO le dice a sus “adversarios” que hacen manifestaciones en su contra (el día anterior hubo pequeñas manifestaciones en varios estados solicitando su renuncia) que “no coman ansias”, que él mismo estableció las reglas para que a la mitad de su gestión se pueda realizar una consulta para la revocación del mandato. Remató diciendo “Que sigan articulándose nuestros adversarios conservadores, con todo respeto muy corruptos, porque no quieren perder sus privilegios, muy individualistas con poco humanismo por qué no les importa el otro, no les importa el prójimo, pero en fin esa manera de pensar conservadora la respetamos y respetamos el derecho a disentir”. Llama la atención que el presidente dice respetar el derecho a disentir pero llama a sus opositores conservadores, corruptos (eso sí, con respeto) e individualistas. Además afirmó que si la consulta le confirma seguir al frente de la presidencia no se reelegirá porque es un demócrata convencido de la no reelección.

Ya desde meses atrás AMLO había insistido en que se reformara la Constitución para realizar la revocación de manera coincidente con la elección intermedia. La oposición no estuvo de acuerdo y el mismo senador Ricardo Monreal dio carpetazo al asunto. Pero ahora AMLO insiste que en 2022 se hará la consulta para la revocación, lo que en sentido estricto no es cierto. Solamente habrá consulta para la revocación del mandato en 2022 si se solicita en los términos del artículo 35 constitucional. Si nadie lo solicita, no habrá. De todas formas AMLO fue electo para un periodo de seis años, sin la posibilidad de reelección, no porque él sea demócrata y no sea partidario de la reelección. Simplemente porque así lo establece el artículo 82 constitucional.

De acuerdo al 35 constitucional, la revocación puede ser solicitada por la ciudadanía, en un número equivalente al menos al 3% de la lista nominal de electores, distribuido en al menos 17 entidades (y en cada una de ellas debe satisfacerse el requisito del 3%). Si se convocara hoy tendría que usarse el corte de la LNE al 27 de marzo del actual año, que es de 90’036,367. El 3% de esa cantidad es 2’701,091. Los detractores de AMLO que quieran solicitar la revocación, o en su caso sus simpatizantes que quieran permitirle hacer campaña para lograr su ratificación de mandato deben obtener ese apoyo. Ah, y además distribuirlo en al menos 17 entidades con su 3% respectivo. Sin embargo, aún no se aprueba la ley reglamentaria respectiva, que según el segundo transitorio de la reforma publicada en DOF el 20 de diciembre de 2019, debía estar aprobada en 180 días después de esa fecha. Sabemos que normalmente el legislativo incumple los plazos que él mismo se establece. De cualquier forma, de acuerdo con los transitorios tercero y cuarto de dicha reforma, la consulta se estaría realizando en los primeros días de marzo de 2022. Pero entonces, debe quedar claro que la revocación no es automática, debe ser solicitada.

Para agudizar la polarización, el 6 de junio, en el contexto del conflicto con el gobernador de Jalisco, AMLO declaró “o se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país; se está por la honestidad y por limpiar a México de corrupción o se apuesta a que se mantengan los privilegios de unos cuantos…nada de medias tintas y que cada quien se ubique en el lugar que corresponde, no es tiempo de simulaciones, o somos conservadores o somos liberales…” (El Universal, 6 de mayo). Blanco o negro, buenos contra malos, liberales contra conservadores. Esa es la visión del presidente, eso es lo que se jugará en las elecciones de 2021 y en la revocación de 2022: el pueblo bueno, dirigido por él obviamente, contra los conservadores, corruptos e hipócritas dirigidos por quién sabe quién.

Para escalar aún más la polarización, el presidente AMLO dio a conocer en la mañanera del 9 de junio un supuesto plan opositor para formar el Bloque Opositor Amplio (BOA), cuyos objetivos serían ganar la mayoría en la Cámara de Diputados en 2021 y revocar el mandato de AMLO el año siguiente. La procedencia del supuesto plan es desconocida, pero según el presidente sus promotores son grupos empresariales (el CCE, la Coparmex, Grupo Monterrey, etc.), partidos opositores, intelectuales y periodistas. ¿Esta supuesta revelación anuncia un endurecimiento del gobierno frente a la oposición? Lo que sí sabemos es que la polarización es promovida todos los días por el propio presidente.

*Profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana