Metrópoli

Policías capitalinos lo confunden, lo golpean y pierde su ojo; clama justicia

Injusticia. Luego de pasearlo por toda la alcaldía de Cuauhtémoc, Eduardo Salas fue llevado al MP acusado de robo a transeúnte; lo pasaron al servicio médico un día después y aun tras ser operado no lograron salvar su órgano

Injusticia. Luego de pasearlo por toda la alcaldía de Cuauhtémoc, Eduardo Salas fue llevado al MP acusado de robo a transeúnte; lo pasaron al servicio médico un día después y aun tras ser operado no lograron salvar su órgano

Policías capitalinos lo confunden, lo golpean y pierde su ojo; clama justicia

Policías capitalinos lo confunden, lo golpean y pierde su ojo; clama justicia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Junto a un pequeño altar de imágenes religiosas y la fotografía de uno de sus difuntos, en un rincón de su casa, Eduardo exige justicia con un dejo de fatalismo en su voz: “un grupo de policías capitalinos me golpeó hasta que hicieron que explotara mi ojo”.

“Lo perdí… Me confundieron, iban por otro y yo pagué los platos rotos”, narra a Crónica.

Lalo, un comerciante de la calle República de Nicaragua, en el Centro Histórico, recuerda cómo ocurrieron las cosas y las cuenta con rabia: “Acababa de cerrar el local en el que trabajo guardando puestos, justo cuando policías llegaron corriendo al edificio —perseguían a un delincuente— donde trabajo desde hace 25 años. Uno de ellos llegó por detrás, me jaló con fuerza del cinturón y me comenzó a golpear como a un

perro. En ese momento sentí como mi ojo explotó”.

Entre sangre y gritos, Eduardo Salas le pedía a los policías que se detuvieran, que ya no le pegaran, pero sus súplicas fueron ignoradas… Al contrario, el martirio incrementaba. La cacha de la pistola del mismo policía (que no logró identificar) que le había pegado en el ojo se estrelló en más de una ocasión en su cabeza. Las huellas las conserva, pues fue brutal la golpiza.

Y así pasaron los minutos: Eduardo cansado y desorientado cayó al suelo en donde el grupo de policías continuó pateándolo y golpeándolo, hasta que lo arrastraron al interior de una patrulla.

El hombre de 51 años fue remitido a la Coordinación Territorial CUH-2 en la alcaldía Cuauhtémoc y presentado bajo el cargo de robo a transeúnte, sin embargo, los policías reconocieron que la detención se llevó a cabo en un intento por detener a otra persona.

Las horas transcurrieron y Lalo, con la ropa ensangrentada, las manos sobre la órbita de ojo herido y restos del mismo esparcidos por su playera, pedía ser trasladado a algún servicio médico para su valoración y atención, pero no fue hasta el día siguiente, alrededor de la una de la tarde, cuando por la puerta de atrás de la coordinación lo sacaron y subieron a una patrulla que lo llevó directamente al Hospital General Dr. Gregorio Salas de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México.

Mientras Eduardo estaba herido de gravedad en el hospital, sus familiares se encontraban buscándolo en varios nosocomios entre los cuales las autoridades de la Secretaría de Seguridad les habían indicado que podía estar.

Fue hasta las 15:00 horas del pasado 26 de marzo que pudieron dar con él en el área de urgencias. Doctores del Hospital Gregorio Salas les informaron que Eduardo  necesitaba una operación quirúrgica y que perdería su ojo izquierdo debido a lesiones internas graves.

Adolfo y Ruth, hermanos de Lalo, con lágrimas, un nudo en la garganta y llenos de ira, firmaron el consentimiento para  autorizar la intervención.

Mientras Eduardo se encontraba en el hospital, policías ministeriales se mantuvieron custodiándolo todo el tiempo, hasta que se enteraron que había perdido el ojo y fue entonces cuando se retiraron del lugar.

Luego de 3 días luchando por su salud, Eduardo salió  del hospital sin una parte de su cuerpo. Regresó a su casa rencontrándose con los recuerdos de esa noche conforme sube las escaleras hacia su departamento, ubicado en el número 28 de la calle de República de Nicaragua.

Cabizbajo y con heridas en la cabeza y costillas sabe que su vida nunca podrá volver a ser la misma.

“Ahora mi día es estar aquí encerrado, sin ver el sol, sin poder salir, me desgraciaron lo que me queda de vida y no se vale. Yo sí quiero denunciarlos y señalarlos, no quiero que esto quede impune”.

Eduardo y su familia buscan hacer justicia y no se detendrán hasta que las personas responsables de  esta brutalidad sean castigadas, y aunque saben que estas situaciones lamentablemente pasan continuamente en este país, han decidido romper el silencio y acabar con la impunidad.

Por lo pronto ya denunciaron los hechos en la Fiscalía Desconcentrada para la Investigación de los Delitos Cometidos por Servidores Públicos, donde se abrió la carpeta de investigación número CI-FSP/B/UI-B-1C/D/01264/03-2019, además de acudir a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México a presentar una queja por abuso de autoridad. Advierte Lalo que no descansará hasta encontrar a su agresor.