Opinión

Política pública y juventud

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Basta dar un vistazo a la prensa escrita o virtual para percibir que el tema de la Juventud no ha alcanzado el interés que amerita el papel que este sector de la población puede jugar en la transformación de nuestro país y de la ciudad de México, particularmente en el diseño e implementación de las Políticas Públicas dirigidas a este importante grupo poblacional. Por ello mi contribución al debate sobre este tema.

Más allá de las definiciones conceptuales de orden biológico y psicológico de la juventud, hacemos un acercamiento a ella por el papel, posición y participación social que de­sempeña el ser humano en esta etapa de su vida, estableciendo relaciones comunitarias, cívicas y políticas en busca de una identidad propia y de aquella que requiere el reconocimiento de otros sectores sociales y generacionales, a través de su incidencia activa en las acciones, programas y políticas gubernamentales acordes con sus necesidades, demandas, intereses y expectativas, pero con proyecciones de impacto al resto del conglomerado social, sin embargo, esto no ha sido un denominador común.

Por mucho tiempo la atención de la Juventud por parte de algunos gobiernos (más allá del discurso) se ha orientado de acuerdo con el concepto, visión y valoración que las generaciones adultas tengan de ella; de conformidad al nivel de su capacidad organizativa y de sus exigencias, y a la forma en que le puede servir a los intereses de los grupos en el poder. A manera de ejemplo:

En la primera década del Porfiriato, ante la ausencia de una política hacia la juventud, la iglesia Católica fundó la Unión Nacional de Padres de Familia, encargada de su educación moral.

Entre 1946 y 1952, se crea el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana, ofreciendo capacitación, cultura y deporte, sin fomentar ningún tipo de participación activa.

Al final del gobierno de Díaz Ordaz (después de los sucesos del 68) la cooptación de la juventud se da a través de los Campamentos de Trabajo Voluntario, así como la formación de grupos de choque, principalmente de los jóvenes de zonas marginadas de la ciudad.

Posteriormente vendrían el INJUVE y el CREA, que más allá del discurso oficial continuaron con coacción y cooptación de una juventud insatisfecha, crítica y rebelde, a través de programas laborales y deportivos, fundamentalmente.

Durante los siguientes años la juventud continuó enfrentando una problemática laboral, de salud y educación, así como de violencia, inseguridad y justicia.

En la actualidad, con los cambios y transformaciones, se presenta la oportunidad sin precedentes de atender a la Juventud con la participación activa de todos los actores involucrados. Fundamental resulta el papel de la Secretaría de Educación Pública como la encargada de las políticas públicas en materia educativa, con sus respectivos planes, proyectos y programas.

Al respecto basta mencionar el programa denominado Educación Inicial y Básica Comunitaria, en el que los jóvenes de una localidad que hayan concluido sus estudios de secundaria, educación media superior o superior participarán como líderes del proceso, importante papel con el que se fomenta la participación social de corresponsabilidad con las instancias del gobierno en la toma de decisiones, fundamental en el nuevo concepto y diseño de las políticas públicas.

Así, una mejor comprensión, estudio e investigación sobre estos aspectos, en un intercambio de información y coordinación vinculante entre los sectores gubernamentales, académicos y no gubernamentales, permitirá asumir una nueva valoración y entendimiento de la juventud, rebasando por completo todo estereotipo de la conducta individual sin considerar el contexto relacional que influye en el papel, posición y participación de la juventud en la vida social, económica y política,

Es en este sentido se hace impostergable una política pública, cuyo diseño y aplicación deje de ser monolítica, vertical, unidireccional, asistencialista, burocrática y eminentemente adultocéntrica; una política social con enfoque participativo, fundamentalmente de la juventud con toda su diversidad psicológica, educativa, cronológica, política, cultural y social; una política pública no sólo para la juventud, sino por, desde y con la juventud; una política social que responda a sus necesidades, demandas, intereses y expectativas, y que contribuya a la transformación democrática, acorde con los nuevos tiempos que exigen una juventud creativa, puesto que, como una vez escuché, juventud que no crea es realmente una anomalía.