DR. ARTURO HERRERA,

SECRETARIO DE HACIENDA:

+No he fracasado. He encontrado

10 mil soluciones que no funcionan

Thomas Alva Edison

¡Ahora sí, por favor, enséñenos los “otros datos” de la 4ª Transformación..!

Recupero una nota de Bruno Donatello (marzo, 2021) donde tristemente nos informa que mientras en 2017 “los depósitos de mexicanos fuera del país ascendían a tan solo 5 mil 575 millones de dólares (…), al cierre del 2020 alcanzaron 18 mil 758 millones de dólares.”

Y la tendencia sigue…

De acuerdo con cifras del Banco de México al mes de abril pasado, estamos frente a una constante salida de capitales. BANXICO ha informado que la tenencia de valores en manos de extranjeros solo alcanzó 20.45 por ciento, la proporción más reducida en los últimos 11 años. Este monto ha sido calificado por el banco central como una salida “muy significativa” de capitales, aunque la institución pudo mantener el orden.

Las causas son variadas y parecen los ingredientes de una tormenta perfecta, con factores externos e internos.

Entre los primeros factores están la incertidumbre de la pandemia y las mayores tasas de interés ofrecidas por Estados Unidos. Dentro de los factores internos se encuentran algunas decisiones importantes de la actual administración, mismas que han generado la percepción de que nuestro país ha aumentado su riesgo como destino de inversión.

Si el peso se ha mantenido más que menos en los mismos niveles, ha sido gracias a que los paisanos han mandado un mayor volumen de remesas -¡hagámosles un monumento!- y a la reactivación de las exportaciones hacia el vecino del norte.

El clima para la inversión en México empezó su deterioro con la cancelación del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (¡muchas gracias!, ¿no..?). Luego vino la suspensión de la construcción de la cervecera Constellations Brands, decisión tomada en una asamblea a mano alzada y con base -supuestamente- en que afectaba fuertemente la disponibilidad de agua en Mexicali. Y encima se ha indemnizado a estos los inversionistas, quedándonos con nada a cambio.

En eso llegó la pandemia del Covid-19, golpeando como nunca a la economía mundial y nuestro país envió otra mala señal cuando el presidente (¡oootra!) se negó a otorgar apoyos a PYMES y negocios en general, pese a los planes presentados por los organismos empresariales, una política que fue a contracorriente de lo hecho en el resto del mundo.

El siguiente capítulo corrió a cargo del sector energético. Por un lado, PEMEX no levanta por más recursos que se le inyecten. Por el otro, ahí están dos leyes de reciente aprobación: la de hidrocarburos y la de la industria eléctrica, aun cuando la constitucionalidad de ambas está a discusión en la Suprema Corte de la Nación y los pleitos con los inversionistas que le han metido montones de dólares a estas áreas, como que no ayudan.

Y el ambiente político tampoco contribuye: la polarización alentada en las mañaneras hacia múltiples sectores sociales, la sumisión del Congreso, el incremento de las funciones de las Fuerzas Armadas y la creciente inseguridad, ya sea del crimen organizado o de la delincuencia común.

La cereza de este amargo helado es el entorno electoral. El INE ha sido descalificado reiteradamente por MORENA y mucha inquietud provocan los ataques físicos a varios candidatos.

La consultora Frontier View calcula que volver a los niveles pre-pandemia ocurrirá hasta 2024 y si la 4T no quiere verse en los espejos de Luis Echeverría o de José López Portillo, que reconsidere sus decisiones y/o muestre a los inversionistas esos otros datos que nadie conoce…

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