Con la llegada de la pandemia del COVID-19, entraron en recesión las actividades de instituciones culturales, museos, galerías, etc., esto afecta a la práctica curadorial, la cual vive atrapadas entre una literal suspensión logística y su ejercicio virtual a través de improvisadas y fallidas curadurías online, además del trabajo con escritura, juntas, investigación en casa o conversatorios por Zoom; a esto se suma que se han postergado programas de exposición institucional del 2020, lo cual repercutirá en los próximos años.

Antecedentes de la curaduría mexicana son Marius de Zayas (1880-1961), quien cooperó en 1911 a introducir a Picasso en Nueva York en la Galería 291 de Alfred Stieglitz; Xavier Guerrero (1896-1974), quien dirigió la Primera Exposición de Arte Popular Mexicano, 1922, en Los Ángeles. Se realizó la Exposición Internacional del Surrealismo en 1940 en la Galería de Arte Mexicano, además de las 5 muestras entre 1944 y 1946 de la Sociedad de Arte Moderno, SAM, iniciativa vinculada a Fernando Gamboa (1909-90), iniciador en México de la curaduría como estrategia político-cultural global.

La curaduría actual tiene sus raíces en el Salón Independiente, 1968-71, del Museo Universitario de Ciencias y Artes, MUCA, que junto a la fundación del Museo de Arte Moderno, MAM, 1964, el Museo Carrillo Gil, 1974, el Museo Tamayo, 1981, sistematizaron en México desde los ochenta a la práctica curadorial y su ininterrumpida retroalimentación con el extranjero.

Los curadores de arte han estado en gran auge los últimos 40 años de globalización, pero su práctica está suspendida desde hace pocos meses, y enfrenta una radical redefinición pospandemia. ¿Desaparecerá el control y chantaje institucional de curadores sobre artistas? ¿La curaduría se volverá más arqueológica del siglo XX que contemporánea del XXI? ¿Se acabó la ingente cantidad de exposiciones? ¿Los curadores y su red de contactos internacionales serán los más afectados en el ecosistema del arte con la posglobalidad impuesta por Trump?

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