Opinión

¿Primero los pobres?

¿Primero los pobres?

¿Primero los pobres?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

A la memoria de

José Luis Vera Otaola (1937-2021)

(el tío Jose)

Uno de los slogans de Andrés Manuel López Obrador y que, incluso, utilizó en campañas presidenciales anteriores a la de 2018, es “primero los pobres”. Acaso este sea el lema que más simpatizantes ha llevado a sus filas con la promesa de que su gobierno mejoraría las condiciones de vida de los menos favorecidos.

Sin embargo, una cosa son las promesas y otra la cruda realidad: de acuerdo con el informe presentado, el jueves 5 de agosto, por José Nabor Cruz Marcelo, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Informe que se llama “Medición multidimensional de la pobreza en México 2018-2020” en el que se destaca que, en 2018 había 51.9 millones de personas en situación de pobreza, mientras que en 2020 dicha cifra aumentó a 55.7 millones. Vale decir, 3.8 millones de personas cayeron en la pobreza. Mientras tanto, en el nivel de pobreza extrema se registró un aumento de 2.1 millones de personas, por lo cual el número total se incrementó de 8.7 millones en 2018 a 10.8 millones en 2020.

En esta encuesta se ubicó en el rango de pobreza urbana a las personas que tienen un ingreso mensual de 3,560 pesos; y pobreza rural a quienes tiene un ingreso mensual de 2,520 pesos mensuales. El nivel de pobreza extrema se estableció en 1,702 pesos mensuales en las zonas urbanas; y 1,299 pesos en las zonas rurales.

Estos resultados se basan en los lineamientos y criterios generales para la definición, identificación y medición de pobreza (Lineamientos 2018) y en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que se levantó en el segundo semestre de 2020.

La conclusión es irrefutable: hoy en México hay más pobre de los que había cuando comenzó el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

El reporte es multidimensional porque no simplemente trata el tema de los ingresos per cápita o por familia, sino que se refiere al ejercicio de los derechos sociales como la educación, la salud, una vivienda digna y una buena alimentación, así como el contexto social y ambiental en el que viven las personas.

Cuando López Obrador conoció estas cifras oficiales, sacó su ya trillada frase “yo tengo otros datos”. En consecuencia, no aceptaba los números publicados por el Coneval. A lo que agregó: “Creo que la gente está recibiendo más apoyo y aún con la pandemia la gente tiene para su consumo básico y, alguno muy importante, no ha perdido la fe.” Lo cierto es que “el número de indigentes creció en dos años de 17.3 a 21.9 millones.” (Carlos M. Urzúa, “Indigencia y pobreza en México”, El Universal, 09/08/2021). Dicho de otro modo: esas personas no alcanzan a cubrir la canasta básica; no tienen para satisfacer su consumo básico.

No podemos pasar por alto que estas cifras del Coneval se dan en un contexto especial: el de la pandemia de la enfermedad Covid-19 producida por el virus SARS-Cov-2 y sus diversas variantes (en especial, en esta tercera ola, por la variante Delta) y la consecuente recesión económica.

No obstante, lo que resulta inverosímil es la política económica adoptada por el gobierno de la 4T frente a la emergencia sanitaria: impuso la “austeridad republicana” (que no es otra cosa más que un hiper-neoliberalismo) en vez de impulsar el gasto público para ayudar a las micro, pequeñas y medianas empresas para que no quebraran; desapareció más 109 fideicomisos; despidió empleados públicos aparte de que no se brindaron los insumos elementales para que el personal médico trabajara en condiciones dignas y de seguridad laboral (México ocupa un vergonzoso primer lugar en el mundo, por muertes de empleados del sector salud por la Covid-19).

En lugar de hacer algo por reactivar la economía en vista de la pandemia y su secuela devastadora (como sucedió en muchas naciones del mundo incluido Estados Unidos a la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca), y así crear empleos estables y bien remunerados con las prestaciones sociales de ley; López Obrador optó por poner atención en los programas sociales de transferencia; es decir, los programas clientelares que le pudiesen bridar réditos electorales. Esas son estrategias populistas que no resuelven la pobreza.

“Comparemos al 10% más rico y al 10% más pobre. Los de mayor ingreso obtuvieron 3.5 veces más apoyos del gobierno de AMLO que los recibidos en 2018. En cambio, los más pobres registraron una caída de 14.1% en este tipo de apoyos del gobierno federal en estos dos años. Traducido al castellano: los programas de AMLO han beneficiado más a las clases medias y ricas que a los pobres.” (Leo Zuckerman, “Quizá el mayor fracaso de este gobierno”, Excelsior, 09/08/2021).

La izquierda, en sus muy distintas versiones, siempre se ha caracterizado por la lucha contra la pobreza; pero, además, a favor de la igualdad. Lo que ha hecho López Obrador es exactamente lo opuesto, ahondar la pobreza y aumentar la brecha de la desigualdad.

Pero, eso sí, le interesa mucho que la gente “no ha perdido la fe”. Dejémonos de cuentos: Andrés Manuel López Obrador es un populista de derecha, al que cada vez menos gente le tiene confianza.

jfsantillan@tec.mx