Opinión

Programa de Estudios Combinados en Medicina

Programa de Estudios Combinados en Medicina

Programa de Estudios Combinados en Medicina

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Dr. Gerardo Gamba

A través de los años ha disminuido la cantidad de estudiantes de medicina, o médicos recién graduados, que se interesan por basar su carrera en la investigación científica y convertirse en lo que conocemos como el médico científico (del inglés physician-scientist). Ésta es la figura del médico especialista de un instituto u hospital que se dedica de tiempo completo a la investigación, que puede ser experimental, clínica o combinación de ambas. En general no atiende consulta fuera de la institución académica y en esta misma es en donde desarrolla su parte docente. Es decir, el centro de la carrera profesional de este personaje es la investigación médica.

Hubo una época en donde era posible hacer investigación y al mismo tiempo desarrollar una considerable consulta privada. El arquetipo en este sentido fue el Doctor Donato Alarcón Segovia, sin duda, el mejor investigador clínico que ha dado nuestro país. Esto era posible porque la complejidad tanto de la atención clínica, como de la investigación, era mucho menor que ahora.

Tomemos un ejemplo en la hematología. Cuando yo estudié medicina había linfomas de Hodgkin y linfomas no Hodgkin. Estos últimos se dividían en tres tipos. Ahora, los linfomas no Hodgkin se dividen en neoplasias de precursores linfoides (que son 12), neoplasias de células B maduras (que son 40), neoplasias de células T y NK (que son 42) y otras enfermedades linfoproliferativas asociadas a inmunodeficiencias, por lo que dedicarse a la atención clínica de los enfermos con este padecimiento es bastante complejo.

Por otro lado, siguiendo en el ejemplo de la hematología, hace 40 años lo más complejo en la investigación era hacer biometrías hemáticas y detectar mutaciones en la hemoglobina, cuando hoy en día, entre la secuenciación de exomas, el Crisper-CAS para edición de genes y la epigenética (modificación de la expresión de genes por factores ambientales), por mencionar algunos, la investigación se volvió muy compleja.

En el siglo pasado a un médico le llevaba de 5 a 8 años de posgrado entrenarse como especialista e investigador clínico, por lo que estaba listo para iniciar su carrera independiente por ahí de los 31 a 33 años.

Hoy en día esto ha aumentado entre 10 y 12 años de posgrado. Es decir, después de 7 años de la carrera de medicina hay que pasar ahora por al menos seis o siete años de residencia, para obtener la especialidad y subespecialidad y otros cinco años entre doctorado y posdoctorado, por lo que el estudiante estará listo para empezar su carrera como investigador independiente cuando muy pronto a los 37 años.

La importancia de que los médicos incursionen en la investigación biomédica es que ver enfermos es lo que con frecuencia ha motivado proyectos de investigación que han llevado a grandes desarrollos, tanto de herramientas terapéuticas, como diagnósticas. Los antibióticos, los medicamentos para disminuir el colesterol sérico o la angioplastía coronaria, por mencionar algunos ejemplos, que han tenido un efecto enorme en el manejo de diversidad de infecciones y en la prevalencia y tratamiento del infarto agudo del miocardio, surgieron de investigación realizada por médicos especialistas que al enfrentarse día a día al problema clínico se hicieron preguntas y diseñaron la manera de responderlas.

Como un esfuerzo para impulsar la investigación en los estudiantes de medicina, hace un poco mas de una década se planteó y desarrolló en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, en conjunto con el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la propia Universidad, lo que hoy es el Programa de Estudios Combinados en Medicina, conocido como el PECEM.

A programas similares se les conoce en el extranjero como el MD/PhD. Es un programa diseñado para que ciertos estudiantes de medicina que muestren interés por la investigación biomédica puedan, en un periodo de ocho años, completar la carrera de medicina y el Doctorado en Medicina, por lo que terminan no sólo con el entrenamiento clínico como médicos, sino también con el entrenamiento como investigadores científicos.

El programa fue aprobado por el Honorable Consejo Universitario en el 2011 gracias a la tenacidad e interés de la Dra. Ana Flisser de la Facultad de Medicina, quien ha sido la líder del proyecto desde siempre. Además de los Directores en turno de la Facultad de Medicina y del Instituto de Investigaciones Biomédicas, la hemos acompañado estos años en el Comité Académico dos investigadores del área biomédica (las Dras. Marcia Hiriart y Rosalinda Guevara), dos del área epidemiológica (los doctores Pablo Kuri y Roberto Tapia) y dos del área clínica (la Dra. Diana Vilar-Compte y  quien escribe esta colaboración).

Nos hemos enfrentado a una variedad enorme de vicisitudes y de problemas que afortunadamente, en su conjunto, no superan a la satisfacción que nos ha dejado participar en el programa e interaccionar con estudiantes tan brillantes y comprometidos como los que han cursado el mismo.

Por mi laboratorio han pasado cerca de una decena de estudiantes del PECEM y tres de ellos se han quedado a realizar su tesis doctoral. Quiero ser enfático en que si el programa nació y ha seguido un curso exitoso es gracias al trabajo de la Dra. Flisser, acompañada ahora por un grupo excelente de colaboradores que incluyen a la Dra. Tanya Plet y el Dr. Artúro Cérbulo.

En este mes estamos de fiesta en el PECEM. No solo inició con este año escolar la novena generación del programa, sino que en octubre los primeros dos alumnos, que pertenecen a la primera generación, y que hace tres años terminaron la parte de medicina, obtuvieron el grado de Doctor en Medicina.

El tiempo juzgará los resultados del programa, que hasta ahora se ven muy positivos. Me parece que hemos puesto un grano de arena en la difícil tarea de atraer estudiantes de la carrera de medicina a la investigación científica y darles elementos para que encuentren el camino.

Unidad de Fisiología Molecular, Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM e Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán